El presidente estadounidense, Donald Trump, visita este martes el condado de Cambria, en el centro de Pensilvania, y la euforia de sus fieles en esta plaza que pasó a ser firmemente republicana en 2012 es contagiosa. Lo que tal vez han olvidado es que esta visita a pocas semanas de las elecciones demuestra que las líneas de defensa del mandatario se hunden.