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Universidad  de Columbia
Universidad de Columbia

Estudiando en Columbia

Por Néstor Estévez
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nestorestevezgmailcom/13/13/19
www.nestorestevez.net
lunes 25 de septiembre de 2023, 00:32h
En estos días hemos tenido Universidad de Columbia “hasta por los codos”.

Bueno, no tanto Universidad de Columbia; hemos tenido “hasta en la sopa” que una muchacha dejó con la palabra en la boca al presidente Luis Abinader en esa universidad estadounidense.

Como suele ocurrir ahora – y la velocidad a que circulan los mensajes tiene mucho que ver con ello- han salido a relucir muchas informaciones sobre la referida joven. Desde preferencia sexual hasta su identificación con determinadas causas han pasado a ser contenidos de manejo colectivo.

Pero, aunque a mucha gente le interese lo que debiera ser de exclusividad personal para esa chica y quizás para sus familiares y círculo íntimo, lo ocurrido en ese prestigioso centro de altos estudios incluye aspectos que resultan altamente aleccionadores. Por ello, hasta para quienes ni siquiera han tenido referencia sobre esa universidad, esta oportunidad abre puertas para hacernos de cuenta que estamos “estudiando en Columbia”.

Iniciemos por la joven muchacha que se ha convertido en centro del tema. De Lizzy George-Griffin se ha dicho que procede de Chicago y que estudia Relaciones Internacionales en la Universidad de Columbia. Cuentan que, gracias a las características de su interacción de este lunes con el presidente de la República Dominicana, Luis Abinader, Lizzy ha logrado aumentar significativamente la cantidad de gente que la sigue en redes sociales.

Y no ha de parecer raro que eso ocurra. Es muy propio de esta etapa caracterizada por tanta sobreinformación, que algunos preferimos llamar infoxicación. Recordemos que ahora la perversidad se pavonea al lograr tantas decisiones de gente que no logra conectar sentimientos y pensamientos con las decisiones que toma, las acciones que realiza y mucho menos con las consecuencias que cosechará.

Recordemos que, para la inmensa mayoría, ahora la notoriedad ha eclipsado a la notabilidad. Por eso ahora, “estar alante” es llamar la atención, sin importar si se trata de acciones deleznables o denigrantes. Por eso ahora mientras más reñida con las buenas costumbres esté una acción, más posibilidades tiene de lograr “viralidad” y de convertir a cualquiera en “influencer”.

En este caso concreto, una muchacha ha logrado notoriedad aludiendo temas relacionados con discriminación, racismo y la crisis humanitaria en Haití. Pero, observemos bien, no son los temas los que han provocado la notoriedad. Han sido las malas maneras que la han “convertido en famosa”.

Primero, quien pregunta debe escuchar la respuesta, y ella no dejaba desarrollar la idea del entrevistado. Segundo, eso de dejar con la palabra en la boca el presidente de un país, más si se trata de un invitado de tu universidad, dice mucho de quien así se comporta. Pero todavía más, los buenos modales han de caracterizar a cualquier persona, independientemente del rango de quien interactúa con ella.

Otros ámbitos aleccionadores están relacionados con el entorno y el contexto. El desagradable episodio tuvo lugar durante el Foro Mundial de Líderes, actividad organizada por la Universidad de Columbia, en Nueva York, Estados Unidos, aprovechando la presencia de mandatarios de todo el mundo en esa ciudad.

Estamos hablando de una universidad que enarbola con orgullo su oferta de programas académicos, en tres escuelas de pregrado, trece escuelas profesionales y de posgrado, un centro médico de renombre mundial, cuatro colegios y seminarios afiliados, veinticinco bibliotecas y más de cien centros e institutos de investigación.

Estamos hablando de un centro de altos estudios que, entre exalumnos, profesores, profesores adjuntos, investigadores y administradores, exhibe 86 ganadores del Premio Nobel en algún momento de sus carreras.

Con todo y esas luces, el triste episodio protagonizado por esa chica vierte lodo sobre ella, afecta negativamente la imagen de su universidad y daña a quienes no logran establecer diferencia entre notoriedad y notabilidad.

Ese triste episodio ha de ser aprovechado para hacernos preguntas: ¿Realmente escucho con atención a los demás? Cuando comunico, ¿lo hago para buscar entendimiento con alguien o para manipular, agredir y hasta dañar? Los “referentes” que tenemos en los medios que seguimos, ¿tienen algo de parecido con esa muchacha?

Con este triste episodio tenemos oportunidad para aprender, aunque no estemos estudiando en Columbia.

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