A medida que crecemos y nos enfrentamos a las responsabilidades y desafíos de la vida adulta, a menudo dejamos de lado a nuestra niña interior. Esa parte de nosotras que solía soñar, reír sin inhibiciones y encontrar alegría en las cosas más simples.
Sin embargo, es importante recordar que esa niña interior sigue estando dentro de nosotras, y debemos cultivarla y nutrirla para mantener viva su esencia y su inocencia. Trabajar cada día para fortalecer y conectar con nuestra niña interior puede tener un impacto significativo en nuestra vida adulta. Esta parte de nosotras es la que alberga nuestra creatividad, intuición y capacidad de asombro.
Es la fuente de nuestra imaginación y nuestra capacidad de soñar en grande. Cuando nos conectamos con nuestra niña interior, nos recordamos que la vida no debe ser solo sobre responsabilidades y tareas abrumadoras, sino también sobre el disfrute y la diversión. Una forma de fortalecer a nuestra niña interior es permitiéndole espacio y tiempo para jugar y explorar. Podemos dedicar un momento cada día para hacer algo que nos haga sentir vivas y llenos de alegría.
Puede ser cualquier actividad que despierte nuestra creatividad, como pintar, bailar, escribir o incluso jugar con juguetes. Al hacerlo, estamos honrando a esa parte nuestra que anhela la libertad y la expresión sin restricciones. Otro aspecto importante es cuidar de nuestras necesidades emocionales y nutrir nuestra autoestima.
A menudo, nuestra niña interior se siente insegura y vulnerable frente a los desafíos de la vida adulta. Debemos recordar ser amables y compasivos, tratándonos con amor y respeto. Al hacerlo, le damos a nuestra niña interior la seguridad y la confianza necesarias para enfrentar los desafíos diarios. Además, es esencial recordar que nuestras experiencias pasadas, tanto las positivas como las negativas, han contribuido a la formación de nuestra niña interior.
Debemos reconciliarnos con esas experiencias y perdonar cualquier dolor o trauma que podamos haber experimentado. Al liberarnos de esas cargas emocionales, podemos permitir que nuestra niña interior se fortalezca y florezca, construyendo una base sólida para nuestro crecimiento personal. Trabajar en la conexión con nuestra niña interior también puede mejorar nuestras relaciones con los demás.
A medida que nos volvemos más auténticos y genuinos, atraemos a personas que valoran nuestra autenticidad. Además, al cultivar nuestra creatividad e imaginación, podemos encontrar soluciones innovadoras a los desafíos que enfrentamos en nuestras interacciones diarias. En conclusión, nuestra niña interior es una parte fundamental de nuestra identidad y de lo que somos como adultos.
Trabajar cada día para fortalecer y nutrir a nuestra niña interior es una inversión valiosa en nosotros mismos. Nos permite mantener viva nuestra alegría, creatividad e inocencia, y nos ayuda a enfrentar la vida adulta con una perspectiva más equilibrada y plena. Así que tómate un momento cada día para ello.
¡Comparte este escrito con quienes entiendas que están perdiendo a su niña interior y pueda alimentar su alegría de vivir!
Lolita Suárez. Acompañante y Mentora de Inteligencia Emocional. Life-Coach. @Lolitasuarezcoachoficial
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