Si hay un tema que tiene preponderancia en el desarrollo y crecimiento de una sociedad es precisamente lo que llamamos “Asociatividad”. Se puede definir como “la capacidad de asociarse”., Es pues, la expresión y forma de agrupación humana, para el logro de resultados y en suma, del bienestar colectivo de los componentes.
Conscientes del valor de asociarse unos con los otros, es que podemos ver la acción de la asociatividad en diferentes agrupaciones humanas, como: la cooperación público-privada; alianzas estratégicas; creación de redes; cooperativismo; clústeres, joint-ventures; encadenamiento productivo; y, un sinnúmero de otras expresiones alusivas al concepto.
Todas estas formas de asociación se tratan de cómo pueden colaborar diferentes actores con intereses diferentes para cumplir un objetivo común y logrando excelentes resultados (específicos o generalizados) que de manera individual serian difícilmente, o imposible alcanzar.
La asociatividad cobra vital importancia y resulta ser una excelente opción, de manera especial, para las micro, pequeñas y medianas empresas o las MIPYMES, como comúnmente las llamamos. Como estrategia de gestión, permite que las mismas logren varios valiosos resultados, entre ellos: la optimización de recursos, la resolución de problemas de escala, y el aumento de su poder de negociación en un universo económico cada vez más complejo y globalizado.
Las MIPYMES, están caracterizadas por la ausencia de recursos económicos y consecuéntemente, de gestión. Se ven impedidas de contar internamente con las herramientas necesarias para resolver las dificultades que surgen en su camino de crecimiento empresarial y de generación de abundancia. Por eso ha de ser una excelente alternativa en la estrategia que requiere costosas estructuras de gestión. Es el caso en el logro demás elevados niveles de competitividad, emulando empresas de mayor tamaño y posible complejidad.
De más está decirles los increíbles resultados que se obtienen cuando se pone en marcha la cooperación público-privada para objetivos más macro y en términos de impacto para los mercados objeto. Si le va bien al país, también le irá mejor a su gente y a los negocios. Los conceptos de coexistencia y prosperidad colectiva están indisolublemente ligados a las Leyes de la naturaleza. A manera de ejemplo, de aquí surge el concepto de “marca país”, donde se busca que algún elemento represente la envergadura, importancia, o prestigio de una nación.
Para definir algunos conceptos válidos con que estas agrupaciones (humanas al fin), puedan dar resultado su definición técnica ha de ser: “un grupo de empresas que mediante voluntad propia, participan en común esfuerzo para lograr objetivos claros y bien definidos, manteniendo su independencia jurídica y autonomía gerencial”.
Sin embargo, el éxito de una asociación está fundamentado en valores básicos, pilares que hacen posible que determinada asociación obtenga los frutos deseados. Así encontramos:
- La confianza entre los miembros participantes;
- la transparencia en lo relativo a acuerdos y toma de decisión; 3. el respeto mutuo;
- la responsabilidad y compromiso con los acuerdos y tareas; 5. la inclusión, otorgando participación equitativa;
- reglamento del trabajo en equipo o estructura funcional (ej. Cooperativa, asociación, empresa conjunta, etc.)
- decisión y distribución definida de/en los diferentes beneficios obtenibles
Además, el modelo asociativo puede aportar otras ventajas: En los clústeres conseguimos una mayor capacidad de negociación, tanto en la cadena de provisión como con clientes foráneos; en el orden comunal, mayor apoyo financiero y mayor apalancamiento; agrupación para compartir resultados de costear investigaciones de mercado, métodos, conocimientos de producción y tecnologías, equipamiento etc. que serían incosteables para una sola razón social.
Lo más interesante de la asociatividad y una de las principales características, es que su incorporación es voluntaria y que las empresas mantienen su autonomía tanto decisiva como legal. No obstante, los socios deben tener principios y cualidades complementarias, homogeneidad y todos aporten en la medida de sus capacidades, con reconocimiento de igualdad, proporcionalidad y autoridad escogida democráticamente.
En este último elemento, el elemento SMART de toda meta o propósito, se requiere en este ejercicio de asociatividad: la misión del conjunto necesita ser muy clara y específica; medible con fines de establecer guías y parámetros; con proyección a largo plazo, pero alcanzables: con una estrategia unificada y reconocida por los participantes; con reglas claras que incluyan un régimen de consecuencias y concluyan con la visión esperada, en el plazo establecido. En este tema, esta famosa frase cobra todo el sentido: “Solos podemos llegar más rápido, pero juntos (en equipo, podemos llegar mucho) más lejos”.
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