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Hace tanto tiempo...

Por Alfonso M. Becker
jueves 02 de diciembre de 2021, 19:38h
«Se suele decir que estar loco es haber perdido la razón; es posible que sea la razón, pero no la verdad, porque hay locos que dicen las verdades que los demás callan, y por eso se dice que están locos. ¿Y qué es la razón? La razón es aquello en que estamos todos de acuerdo, todos o por lo menos la mayoría. La verdad es otra cosa. La razón es social; la verdad, de ordinario, es completamente individual, personal e incomunicable. La razón nos une y las verdades nos separan.» Miguel de Unamuno
Hace tanto tiempo.
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Hace tanto tiempo. (Foto: Alfonso M. Becker)
Ya nadie vive como nos enseñaron nuestros maestros; casi nadie deambula, con un mínimo de educación y decencia, en los límites de la honestidad; y son muy pocos los que poseen fuerza en el alma y paz en la conciencia. El espectáculo político se representa hoy en escenarios que más se parecen a un burdel de putas baratas que a un congreso, o a un ministerio.

El politicastro, ávido de poder, se mueve entre la impaciencia por el éxito financiero en lo personal, y en la gran mascarada parlamentaria que es orgullo teatral del dirigente macarra con impulsos de funesto psicópata que se desenvuelve como pez en el agua, haciendo el mal y disfrutando con la pobreza ajena, con la miseria de los ciudadanos.

Los tiempos de libertad se han acabado, nos han robado lo más preciado, y para que esa tragedia haya ocurrido, la mafia mediática, al más puro estilo nazi, sostiene con sus mentiras propagandísticas un régimen totalitario tradicional que se parapeta tras un virus que facilita a los gobiernos la utilización de la violencia arbitraria para controlar todos los aspectos de la vida privada y pública.

Es ahora cuando contemplas el verdadero rostro de los comisarios políticos, la más baja extracción humana sale a la luz que todo lo enseña y lo muestra; el politiquero partidario, el saltimbanqui de baja estopa y cortito de entendimiento; el militante chusquero que canta loas y alabanzas de su líder supremo; y -cómo no- el aparato de propaganda…

Siempre con el runrún del ditirambo...

La rotativa del ditirambo no se detiene nunca; es «la voz de la verdad» que corre entre los militantes de base aplaudidos por la dirigencia partidaria y el público del rebaño que implora las migajas, llorando cuando todos contemplan que se llevan el tesoro público, descaradamente, con mucho salero, y a ojos de todos.

Exacto… es la máquina mediática del autoritarismo, el inconfundible, necesario e indiscutible portavoz de un “Ministerio de la Verdad” refrendada siempre por expertos de otro Ministerio ampliamente conocido por su amor verdadero hacia el presidente del gobierno.

Oiga… estamos hablando de un comité de expertos por no llamarlos sabios para cachondeo de la turba; créame, algo seguro e indubitable... ¿Qué más se puede pedir al nacional-socialismo?

El canto laudatorio, exagerado, la alabanza desmedida; aunque todos saben que los asuntos del presente que dan vergüenza ajena, vuelan al instante, y los del futuro todos lo ignoran por completo, no los conoce ni Dios, -dice la historia- y mucho menos el dios de los laicos que dirige un puto presidente.

Es por tanto lo más rentable, escarbar en el pasado, desenterrar muertos, reescribir la historia, y todas las demás ramas del saber; así como los templos de las diversas creencia populares, todos los monumentos que recuerden el pasado; y con un poco de esfuerzo, quemarlo todo para construir sobre las cenizas, el mundo inventado por la peor escoria de cobardes y asesinos que han existido nunca…

La llamada “prudencia” del comunismo se conoce desde el imperio soviético: es el arte de valerse del pasado para aprender de la experiencia ajena sin que nadie te pueda señalar como autor intelectual; más que nada porque los intelectuales escasean en la mal llamada izquierda.

Puedes hacer una disección anatómica de un gobierno del pasado y animar o aplaudir la otrora virtud política sin que te tiemple el pulso; o bien maldecir el gran desengaño que produce el vicio en un antaño lejano, dejando claro que tú no habías nacido…

La amenaza al populacho y a los pusilánimes de la llamada “oposición” consiste en dejar bien claro que, quien ostenta el poder, puede aplicar, a conveniencia, todo el juicio de la historia, considerando las personas y los tiempos… O sea, si se le calientan los escrotos al asesino macarra del liderazgo.

Es el coro de voces que suelen llamar prensa, el gran aparato cultural que forma parte del ritual para loa y alabanza del líder; la «orchestra griega del comunismo» que nunca lleva máscara porque aquí, «todos nos conocemos».

Nadie, con cierto nivel de inteligencia, debería pasar por alto que los chistosos e irónicos oficiales de la Wehrmacht llamaban al ministro del Reich para la Ilustración Pública y Propaganda, Joseph Goebbels, el «Píndaro de Mönchengladbach» y el chiste de la tragedia consistía en que todos sabían que los nazis, tarde o temprano, serían colgados del cuello...

Sinfonía política de los corruptos…

Alabanza desmedida; cánticos de felicidad exagerados, “¡Somos nacional-socialistas!”; encomios encarecidos y gritos de alegría; aunque el presidente del partido sea inhábil, enfermizamente rastrero, mal intencionado que disfruta del placer de hacer daño; sádico pervertido de los que hacen sufrir a la gente común con su mala leche de legislador.

Todo sucede a la vez; la representación teatral de los nuevos realizadores políticos del nazismo socialista que comenzó hace dos años y no tiene descanso, ni tendrá un fin, al modo clásico en que el rebaño de espectadores entiende el final de una obra de teatro.

El criminal espectáculo no tiene fin, no lo olvide; los nazis del socialismo no descansan; y mucho menos si están en la oposición… No sea iluso, tampoco habrá una reacción patriótica del estamento militar o de las fuerzas del orden que -no hay que olvidar- están a las órdenes del gobierno y sujetas a la obediencia debida.

La peor ralea de políticos envilecidos, se ha adueñado del poder con triquiñuelas comunistas, separatistas, mesiánicas, y mafiosas. El cementerio de narrativas de estos mercenarios a sueldo de agentes extranjeros, es siempre el mismo; desplegar sus “loros mediáticos” para que editen sus “portadas oficiales” a coro…

In times of McCarthyism...

La Comunidad de Inteligencia Estadounidense los llama, desde siempre, «Official cover parrots of narratives»… La sinfonía mesiánica de los comunistas. En los tiempos del senador, Joseph Raymond McCarthy, se definían claramente, y se plasmaban en los libros y se llevaban a las bibliotecas universitarias.

En la famosa “cacería de brujas de McCarthy ” surgieron auténticas incógnitas en torno a los aparatos de propaganda del comunismo continental americano y del nacional-socialismo estadounidense.

«… ¡Señoras, caballeros! : La peor ralea de delincuentes sexuales están en la Administración y son funcionarios -advertía el senador McCarthy – y para colmo son comunistas y nacional- socialistas… ¿Qué está pasando?...».

Ese “qué hacemos” o “qué está pasando” era muy buena pregunta para ese tiempo… Sí, cierto, sin embargo, para ahora mismo, también...

Todos los “pajarracos” que vivían a costa del erario público eran infiltrados no solo del comunismo, sino del nacional-socialismo; todos los arquetipos de la existencia humana, a saber:

«… los pervertidos, amanerados y pederastas enloquecidos que trabajan para el Departamento de Justicia con el único fin de vengarse de la policía, desde el poderoso púlpito de la Fiscalía...».

«...las prostitutas envilecidas en la calle por el lumpenproletariado más despreciable y/o por el consumo de narcóticos, también se han infiltrado en el Departamento de Estado...».

«… y no deberíamos olvidar que el U.S. Department of Education de Maryland Avenue Southwest es el sitio menos adecuado para que los transgender, chaperos, prostitutos de compañía; y demás pervertidos sexuales sean los “profesores” de niños menores de edad...».

La sinfonía nacional-socialista de la equidad y sus aberrantes ideas para el año 2022; supuestamente pedagógicas, en torno al sexo, al género, e incluso al número… Una lexicografía pornográfica, de andar por casa, que provoque a las masas, las arrincone, y las confine para siempre en su miseria; la inmensa pobreza que genera el nacional-socialismo. Los nuevos nazis...

Dies irae...

Está claro que son malos tiempos lo que estamos viviendo y padeciendo. Pero ya lo decía Étienne de La Boétie:

«Si un pequeño número de políticos embaucadores, pervertidos, corruptos, degenerados y asesinos, te confina, te amenaza, te esclaviza, te roba tu dinero o intenta matarte de hambre ¿Dónde está la la fuerza de los hombres y mujeres que nacieron libres?, ¿Dónde está el pueblo unido?».

Está claro que nadie hace nada al respecto… Los tiempos de la locura y del crimen están pasando ante nuestros ojos.

Están destruyendo nuestra economía, han desplegado la inflación para que nuestro dinero no valga nada… están robando las pensiones, están creando el caos, a propósito, para que vivamos atormentados en una selva diseñada y repleta de caníbales que los corruptos psicópatas han conformado.

Rodeados y acosados por la peor ralea de villanos, contemplamos cómo se ríen de nosotros, parece que la vida es un pasatiempo gubernamental muy rentable para los que se autodenominan “clase dominante”; un cuento de hadas para zorras y lobos que viven en perpetua orgía.

Se creen omnipotentes, están seguro de ello; tienen un orden inmoral del universo y todo nuestro esfuerzo por ser libres, es absolutamente estéril.

Está claro que nuestros padecimientos les importa un carajo y lo que han orquestado en contra nuestra, ya no merece el nombre de vida.

En Estados Unidos es inevitable la vuelta de la tortilla. Cuando eso ocurra, todos se levantarán en armas, también en Europa, y habrá un ajuste de cuentas. Esto ha ido demasiado lejos.

Ha llegado el momento de dejar de servir, al déspota que solo quiere nuestra explotación, el expolio de los ciudadanos. Es la hora de pelear por nuestra libertad en toda América, en toda Europa.

Hace tanto tiempo que nos están masacrando que parece que nunca hubo un ayer de felicidad.

Alfonso M. Becker © copyright (Todos los derechos reservados)
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