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Niños viviendo en las calles de RD

Por Antonio Sánchez Hernández
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antonioasanchezhgmailcom/16/16/22
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domingo 27 de junio de 2021, 22:28h
Niños.
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Niños. (Foto: Fuente externa)
“El 77% de la población total del mundo, vive en ciudades de países en desarrollo, tipo República Dominicana”.
¡Qué útiles son las investigaciones y sus resultados! Leyendo una reciente investigación de una apreciada amiga, acerca de la vida de los niños que dejaron su hogar y que viven en nuestras calles, me pregunté: ¿Cuantos niños viven en nuestras calles? Una tercera fuente también muy confiable, me hizo saber que existen unos 50 mil niños dominicanos viviendo en nuestras calles de R.D. Caramba, son muchos, demasiados. Y la principal razón para que los niños vivan en las calles son los maltratos físicos y psicológicos de padres y familiares. Se marchan de sus casas porque ahí pasan hambre, porque se les obliga a traer dinero y porque no soportan los golpes y humillaciones constantes de sus padres. Primer rastreo.

Después de leer esta investigación no me asombró saber que son hogares destruidos por padres y madres irresponsables, hogares con necesidades primarias insatisfechas. Son hogares donde los menores de edad no tienen derechos y donde los padres violan la ley de protección a los menores en función de una paternidad o de una maternidad irresponsable. Segundo rastreo.

Las relaciones de los niños que viven en las calles con sus padres son evidentemente malas. El odio, el rencor o la indiferencia entre ellos es la norma. Razón por la cual los niños eligen la calle como su hábitat natural, sobreviven por ellos mismos. Duermen en lugares con poca higiene, a la intemperie, donde el concepto de hogar ya no es posible para ellos. Tercer rastreo.

No me sorprendió saber que de su habilidad para sobrevivir, dependerá su alimentación, su higiene personal y su dinero, conseguido limpiando vidrios de carros o por vía de la caridad. Parte de ese dinero es muchas veces utilizado para consumir drogas, tanto legales como ilegales, en detrimento de su alimentación. Es usual que estén dispuestos a drogarse o a robar con tal de conseguir dinero para la droga. Cuarto rastreo.

Fue lícito saber que la mitad de esos niños de la calle tiene en ellas relaciones sexuales. La tercera parte de ellos son niños sexualmente explotados por adultos. Por consiguiente, son niños con conductas muy agresivas. Esto puede ser un mecanismo de defensa para sobrevivir en ese medio tan difícil. Quinto rastreo.

Tienen o respetan pocas reglas. Una de ellas es el respeto al territorio. Nunca roban la esquina a otro menor. No consumen drogas allí donde piden. Si roban no lo hacen en el sector donde duermen. Tratan de ser precavidos con las redadas, sin cambiar en lo más mínimo sus conductas. Sexto rastreo.

A pesar de las condiciones tan adversas, aprende a conocer mejor que nadie él peligro de las calles, continúan en ellas y se niegan a volver a sus hogares. Muchos de ellos han estado por algún tiempo en alguna institución que le ha prestado albergue. Sin embargo, la calle les atrae como un imán. Mientras más tiempo viven en las calles menos posibilidades tiene de una reeducación, acostumbrados como están a una vida con pocas reglas, donde la supervivencia es la norma. Séptimo rastreo.


Conclusiones de menores trabajando en las calles, pero viviendo en sus casas, con sus familias.

El comportamiento de los niños que trabajan en las calles, es muy distinto a los que viven en las calles. Su ligazón con el hogar es fundamental. En primer lugar, los padres ejercen un control sobre sus vidas. Octavo rastreo.

Aunque los peligros son los mismos y su iniciación sexual muy temprana, deben llevar dinero a la casa, tienen una obligación con la que deben cumplir. En ellos el consumo de drogas es menor que en los que viven en las calles. Noveno rastreo.

Las relaciones con sus padres son mucho mejores que las mostradas por los menores que viven en las calles. Reportan llevarse bien con sus padres y exteriorizan su deseo de seguir viviendo en sus casas con sus familiares. Décimo rastreo.

Son más escolarizados que los que viven en la calle. Asisten con regularidad a la escuela, actividad que cotejan con su horario de trabajo.

Onceavo rastreo.

Su alimentación, higiene y salud en general es más positiva y adecuada que los niños que viven en la calle. Comen en sus casas y cuentan con alimentación casera. Están más supervisados por sus padres. Doceavo rastreo.


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