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El comercio de las drogas y los evasores de impuestos

Por Antonio Sánchez Hernández
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antonioasanchezhgmailcom/16/16/22
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domingo 14 de marzo de 2021, 23:24h
“Por doce manos o más, las drogas modernas: cannabis, cocaína, opio, heroína, anfetamina, etc. ha de pasar usurariamente y formar el mercado mundial del narcotráfico, antes de llegar a sus dos grandes mercados: la del consumidor norteamericano y la del consumidor europeo”: Fuente: Estudio sobre el Narcotráfico: Organización de Estados Americanos. O.E.A. 2012.

El comercio de las drogas modernas, se considera el negocio más lucrativo de la Edad Contemporánea, pues en él se reúnen el más pequeño volumen y el margen más grande del beneficio, y al igual que el comercio de las especies de la Edad Media, no paga impuestos. Serios estudios del tema del narcotráfico estiman que el narcotráfico invirtió en ese negocio, sólo en el año 2009, unos 350-400 mil millones de dólares. Esa suma astronómica es suficiente para hacer drogadictos a todos los continentes de este mundo global tan cercano, que nos toca vivir. Estas inversiones gigantescas, estos datos, muestran que en nuestro pequeño Santiago de los Caballeros, patio trasero de Estados Unidos,- principal consumidor de drogas en el mundo-, el negocio de las drogas debe estar sólidamente establecido: es negocio global.

El desierto urbano, llámese como se llame la ciudad que usted imagine en cualquier parte del planeta: Santiago de los 30 Caballeros ó Chicago, Puerto Plata ó Buenos Aires, Santo Domingo ó París, se cubre de signos: las piedras dicen algo, el viento dice, la ventana iluminada y el árbol solitario de la esquina dicen, hablan, todo está diciendo algo, no esto que digo sino otra cosa, siempre la misma cosa, la misma cosa que nunca se dice.

La ausencia no es sólo privación, sino presentimiento de una presencia que jamás se muestra enteramente. Poemas herméticos y canciones coinciden: en la ausencia, en la irrealidad que somos, algo está presente. Atónito entre gentes y cosas, el poema camina por una calle del barrio viejo, del Santiago histórico o moderno. Entra en el parque y las hojas se mueven. Están a punto de decir…No, no ha dicho nada. Irrealidad del mundo, en la última luz de la tarde. Todo está inmóvil, en espera. El poeta sabe ya que no tiene identidad. Como esas casas o apartamentos, casi doradas, casi reales, como esos árboles suspendidos en la hora, el también zarpa de sí mismo. Y no aparece el otro. Nunca aparecerá: no hay otro. Aparece, se insinúa, lo otro, lo que no tiene nombre, lo que no se dice y que nuestras pobres palabras invocan.
¿Es la poesía? No: la poesía es lo que queda y lo que nos consuela, la conciencia de la ausencia. Y de nuevo, casi imperceptible, un rumor de algo: el poeta o la inminencia de lo desconocido. Estamos en el mundo, nueva vez, en la búsqueda de las especies antiguas, de las drogas antiguas. Recuerde, haga memoria: esas especies índicas pasaban por doce manos antes de llegar al consumidor europeo en la Edad Media, cuando no se sabía aún que la tierra no era plana, sino redonda.

Ahora cuando todo es redondo y transparente, global, un todo incluido, estas nuevas especies, las drogas modernas de ahora, también pasan por doce manos o más, antes de llegar al consumidor mundial: estamos en medio de un estallido: la globalización de las nuevas especies, las drogas modernas, con inversiones valoradas ahora en 600 mil millones de dólares en el 2014.

Y en ambos casos, tanto en la Edad Media como en la Edad Contemporánea, ninguna de las especierías pagó impuestos. Es lo que los economistas, atrevidos magos modernos, llaman como concepto el producto interno evasor (P.I.E.), que a diferencia del producto interno bruto (P.I.B.), si paga impuestos al fisco…pero que también evade una parte de los impuestos hacia los paraísos fiscales y eso está sucediendo en todos los países importantes del mundo.

Gabriel Zucman, profesor asociado en la London School of Economics, discípulo del célebre francés Tomas Piketty, calculó en “8 mil billones de dólares la parte del P.I.B. mundial, que se evade a través de los paraísos fiscales, es decir, el valor de los activos mundiales que se mantienen ocultos sin pagar impuestos, y que representa el 8% de la riqueza mundial”.

Veamos solo lo que sucede en E.E.U.U. y España: “según Gabriel Zucman, el 20% de los beneficios de las empresas estadounidenses, son trasladados a paraísos fiscales y esas prácticas evasivas reducen en un tercio los ingresos fiscales del Gobierno de EEUU”: 200 mil millones de dólares. “España, por su parte, tendría unos 114,000 millones de euros en paraísos fiscales, lo que supondría que solo en España se evaden 7,400 millones de euros en impuestos.”

La ex embajadora de Francia en República Dominicana, Blandine Kreiss, estimó que en el mundo de hoy “el narcotráfico produce más de dos mil billones anuales, sin pagar impuestos, equivalentes al 3,6% del producto bruto interno mundial”.

Si se suman los 8 billones de dólares por evasión fiscal en toda la economía mundial a los dos billones de dólares debido al blanqueo de activos por narcotráfico, tendríamos exactamente que 10 mil billones de dólares, 10 trillones de dólares, van a parar a los paraísos fiscales en todo el mundo.

En RD el producto interno bruto actual es apenas de 64 mil millones de dólares. Es la cantidad de bienes y servicios producidos en el último año y paga religiosamente sus impuestos. En RD el producto interno evasor: 1) el narco lava 1200 millones de dólares, promedio anual, según la DEA norteamericana; 2) y la evasión fiscal de las empresas no se sabe cuánto es, no hay datos, pero que por el tamaño diminuto de nuestra economía, es una chilata a nivel mundial y claro está, no paga impuestos. Pero vemos que las ciudades en R.D. crecen, las torres aparecen en todas las grandes ciudades, los bancos engordan sus activos, la infraestructura es nueva, moderna. Pero no pagan impuestos: lavan y planchan…a las nuevas especies evadidas en un acto de magia. Es pura alquimia ejecutada por vía bancaria.

Saber que el poeta francés Rimbaud se interesó en la cábala y que identificó poesía y alquimia, es útil y nos acerca a su obra; para penetrarla realmente, sin embargo, nos hace falta algo más y algo menos. Pessoa, el poeta portugués definía ese algo de este modo: simpatía; intuición; inteligencia; comprensión; y lo más difícil, gracia.

Walt Whitman, el gran poeta norteamericano creía realmente en el hombre y en las máquinas; mejor dicho creía que el hombre natural no era incompatible con las máquinas. Su panteísmo abarcaba también a la industria. Las máquinas son reproducción, simplificación y multiplicación de los procesos vitales. Nos seducen y horripilan porque nos dan la sensación simultánea de la inteligencia y de la consistencia: todo lo que hacen, lo hacen bien pero además saben lo que hacen. ¿Es esta una imagen del hombre moderno? En gran parte. Las máquinas, la tecnología de la industria, la tecnología misma, como factor principal de progreso, son una cara positiva de progreso. Pero cuando ese aspecto es utilizado por la naturaleza humana donde sólo el dinero es bueno, y solamente bueno, -tan imperfecta como es la naturaleza humana-, en las manos de empresarios venales o de Pablo Escobar Gaviria, o de Vito Corleone, el Padrino, ¿adónde llegamos? Indudablemente que al propio William Shakespeare cuando definió el poder del dinero, hace ya varios siglos. Escuchen las palabras de este insigne inglés sobre el dinero:

“¿Oro? ¿Oro precioso, rojo, fascinante? Con él, se torna blanco el negro y el feo hermoso. ¡Virtuoso el malo, joven el viejo, valeroso el cobarde, noble el ruin…! Oh, ¡dioses! ¿Por qué es esto, oh dioses? Y retira la almohada a quien yace enfermo; y aparta del altar al sacerdote: si, este esclavo rojo ata y desata vínculos consagrados: bendice al maldito; hace amable la lepra; honra al ladrón. Y le da rango y pleitesía e influencia en el consejo de senadores; conquista pretendientes a la viuda anciana y encorvada:…! Oh, maldito metal, vil ramera de los hombres!

Don dinero: Olvídese, señor Shakespeare. Eso era antes. Ahora la pobreza no solo es verdadera sino moda, y nuestro único dios es el dinero. Ahora nuestros pobres sienten y piensan como ricos. ¡Grábeselo…! ¡Existe hoy un orden planetario global basado en el dinero, no en un pelo de su bigote! ¡Una relación tan mercurial que en los Estados Unidos y en Europa, las inmobiliarias están vendiendo la luna como quesos! ¡Un resultado monetario del hombre con el planeta! ¡Con la ciudad donde se nace y con la ciudad donde se emigra! ¡O consigo mismo! “Por fin tras larga espera de siglos, un nuevo señor se instala para no salir jamás.

Ese nuevo señor es el dinero, omnipotente, omnipresente, que cuenta con millones de vasallos, clubes, plazas, juegos de azar, rent a car, gimnasios, centros cerveceros, magníficas yipetas cuidadosamente almohazadas y nuevos arreos ruedan por las calles; dentro van como diosas tropicales, encantadoras mujeres mulatas envueltas en preciosas sedas y muselinas. Se hacen buenos negocios en las tiendas de perfumes y joyerías. Se abren como por ensalmo los salones de baile, cafés y restaurantes. Se construyen chalets y se compran casas para construir torres al estilo newyorkino. Se va al teatro. Se juega a la bolsa y se apuestan millonadas detrás de las cortinas de damasco de los casinos. ¡ y eso sucede también en los demás países pobres del tercer mundo! ¡El dinero se descubre, audaz, soberano e insolente, probando la máxima de Mirabeau de que el dinero huele mucho mejor que la sangre derramada! Y ahí todos se aglomeran, ansiosos y corruptos, incluso los antiguos revoltosos…

¿Quién le pone el cascabel al gato evasor? Vivimos en un mundo global, donde todo el mundo actúa detrás de su chuleta. Es muy veraz reconocerlo, pero parece ser que la verdad, una vez más,- en las zonas más ricas del planeta, donde se producen la mayor parte de las riquezas del planeta, no puede ser organizada, es un gigantesco desmadre-, donde evasores y drogas modernas forman parte de la misma hipocresía.

Tan grande es la fusión de ambas partes, drogas y evasores, que desbordan la más fértil de las ficciones humanas que uno pueda imaginar: esa verdad, nueva vez, no puede ser organizada más que como farsa o como teatro y claro está nadie habla de esto, en los organismos mundiales, más que como una metáfora orweliana, en un gigantesco escenario donde se mueven los celos, la venganza y el dinero de la moderna comedia humana, entre todas las naciones como una virtud global.

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