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Carta a mi hermana, a la moral y a la ética en las ONG

Por Jose A. Silié Ruiz
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joseasilieruizhotmailcom/14/14/22
jueves 05 de noviembre de 2020, 19:45h
Mi queridísima Celeste: Al tú asumir la posición de directora ejecutiva del Centro Nacional de Fomento y Promoción de las Asociaciones Sin Fines de Lucro del Ministerio de Economía, conociéndote más que nadie y sabiéndote hija de tu padre, sabía que enfrentarías con valentía y firmeza toda la podredumbre de malos manejos y corruptela en ese departamento. Pues quieras o no, tu perteneces a una ¨aristocracia de apellido¨.
Recuerdo con agrado un artículo de hace unos meses en este diario de una distinguida amiga la talentosa socióloga Amanda Castillo donde señalaba:¨Lo que indica que llegar a pertenecer a la ¨aristocracia de apellidos¨, no es cuestión de élite, no requiere de un nivel socio económico y educativo elevado, o pertenecer a una etnia especifica. Solo se requiere de una coherencia de conducta honesta ante la vida, y una suerte de elegancia de formas y maneras de pensar y actuar decentemente sin dañar, sin servirse del otro, para construir un digno espacio social y económico honroso, mientras va se dejando una estela de fineza de alma en cada gesto cotidiano, lo que no es un ejercicio fácil de llevar a cabo.

Recordamos cuando se decía ¨´en esta familia, no hay ladrones, ni prostitutas¨, queriendo destacar que no había mancha moral que afectara la dignidad del grupo, librando de ultraje a los antepasados y honrando el presente¨¨. La persona honrada, no le teme ni a la luz ni a las tinieblas. Quiero dejar dicho, que tus actos pueden ser examinados por todos lados, sin mácula. Un ejemplo más que válido fue tu paso durante 32 años por el Banco Central, fuiste una funcionaria muy prestigiosa que salió por la puerta grande con la frente muy pero muy en alto, de tu conducta y accionar en esa institución hay muchos que aún están ahí para atestiguarlo o desmentirlo.

Siempre existirán las lenguas viperinas de personas que se solacen con degradar el honor y dignidad de los demás, lo importante es no darle pábulo que puedan hacerlos con propiedad. La honestidad, constituye en el humano, algo así como una fortaleza, a la cual no tendrían acceso los asaltos de la degradación y el deshonor, quien pierde la honradez lo ha perdido todo. Quien se deja maniatar por la corrupción, se convierte en marioneta de las deshilachadas tramoyas de las bajas pasiones y jamás dejaría de llevar las cicatrices del deshonor, por más encumbrado en que las circunstancias lo hayan colocado, como decía siempre nuestro padre, un supremo ejemplo nacional de vida digna.

Sabemos que para llegar a la virtud de lo ético, lo decente y lo decoroso, debemos armarnos de sentimientos fuertes de integridad, abriendo horizontes de plena salud moral. Esta idea debe alimentarse sin alucinaciones, pero con esperanzas. Porque quiero que sientas la seguridad de que es mejor actuar con decorosa rectitud, para fomentar relevantes perspectivas de valores morales, en esta sociedad hoy tan necesitada de valores de integrad y de decencia como los tuyos. El triunfo de la virtud se fundamenta, en galvanizar el alma contra las malas influencias y maledicencias, evitando así, el contaminarte con las corrientes degenerativas y corruptas que te rodean, pues nunca esos corruptos te perdonaran el que tú simplemente hayas aplicado la ley y no te prestaras a hacerle el juego a sus inconductas y malversaciones.

A esa gavilla carroñosa, rapiña arribista, trepadores sociales impenitente, como aquel trivial segundón buscador de recursos, voraz y sempiterno, un reptiloideo, confeso mandadero económico de otras gestiones, pero se ha encontrado hoy con alguien que no ha transigido con su deshonesta acostumbrada práctica, por nuestra formación familiar moral y ética. A él el difamador, personaje camaleónico lo sabemos primario y corrupto desde su infancia por sus carencias sociales no resueltas.

Tú, la única hija, la preferida del ¨padre de la Ética en dominicana¨, no podrías jamás ser parte de turbios manejos, te felicito de corazón y no sabes lo orgullosos que nos sentimos todos en la prosapia Silié y añadidos. Satisfechos nos sentimos todos, pues con valentía y fortaleza has logrado devolverle a ese departamento su credibilidad. Quiero decirte lo honroso que nos creemos todos de ti, nuestros padres y tu otro hermano desde su nube celestial donde habitan, ellos también te mandan un espaldarazo de máximo orgullo.

Tú correcto accionar, confirma que cuando hay conciencia de dignidad decorosa hay muchas esperanzas en el país, que está hoy muy necesitado de personajes como Celeste Silié, revestidos de la mayor respetabilidad y probidad en el manejo ético y moral de la cosa pública en nuestra nación. Mi hermanita, hoy representas orgullosamente parte de la dignidad que le queda al país, tu conducta acrisolada es ejemplo para todos, la dignidad y el decoro no se comercian en esta familia. Doy fe pública, de que tus detractores, esos consuetudinarios malversadores de los fondos públicos expulsados con sus ONG no pulcras, se equivocaron de personaje, tú no eres negociable, ni con extorsiones ni con prebendas, eres un verdadero orgullo nacional. Incólume mi hermana Celeste, nuestra genética familiar es de otra pasta. ¡Mirabile visu!







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