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Mosaico cultural.
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Mosaico cultural. (Foto: G. Cruz)

A mi también me gustaría volar sobre el país…

Por Giovanny Cruz Durán
lunes 04 de mayo de 2020, 12:35h
…No para hablar de negocios religiosos. Por supuesto que no. Si lo hiciera, me gustaría ir acompañado de María Castillo, Karina Noble, Carlota Carretero, Elvira Taveras y Cecilia García.
Hablaríamos, desde luego que con potentes bocinas, de nuestro desprecio por el arte sin contenido. Recitaríamos poemas de Neruda y la Mistral. Comentaríamos, una vez más, las “Memorias de Adriano”. Haríamos desde el aire monólogos de Antígona, Ifigenia, lady Macbeth, Julieta, María Callas y el “Ser o no ser” de Hamlet. Las obligaría a interpretar algunos de los de Quíntuples y de Barrio Siete Tumbas.

En su defecto, daría una vuelta por el aire con Mario Lebrón, Exmin Carvajal, Yanela Hernández, Lubil González y Karoline Becker. Desde la misma nave diríamos parlamentos de El Vestidor.

Sería capaz de pasar a recoger (con mascarillas) a Dagoberto Tejeda y Carlos Andújar. Desde las alturas conversaríamos, para que lo escuche “to er vivo”, sobre la religiosidad popular dominicana. Procuraríamos ubicarla en su justo contexto cultural e histórico.

Ya hasta estoy soñado montado en esa nave con Tony Raful, Mateo Morrison y José Rafael Lantigua. Ahora no podemos ir al Boga-Boga. Así las cosas, aprovecharíamos el vuelo para hablar a todo el mundo sobre el criterio de amor de Khalil Gibrán, los cementerios y las parcas de Paul Valéry y los remedios de amores de Ovidio. Hablaríamos sobre la Conjura del Tiempo. Claro está que no lograrán evitar que recite el Otro Poema de los Dones, de Borges.

Acompañado de Juan Freddy Armando y José Enrique García, luego de exigirle a Cheska Alcántara que nos venda en secreto dos botellas de vino, me montaría en la nave y vaciaríamos conceptos sobre la literatura de algunos de los grandes: Bosch, Pedro Enríquez Ureña, Darío, Carpentier y Pombo. Aunque se quejen, buscaría la manera de meter de contrabando al irreverente Henry Miller con sus Trópicos y Primavera Negra.

No estoy muy convencido de que a Odalís Pérez les gusten los helicópteros. Sin embargo, trataría de convencerle para que, junto a Manuel García Cartagena, volemos sobre el país conversando de Sófocles, Milton, Baudelaire, Brecht, Kazantzakis y Camus. Les recordaría sus respectivas madres si no me dejasen espacio para Las Mil y Una noches.

Haría que Ramón Ramírez Báez viniera al país, lo montaría en la nave y despegaríamos hablando de Pushkin, Turguéniev, Tolstoi, Gogol y Chéjov. Para convencerlo, eso si, tendré que prometerle primero no hablar sobre más de la mitad de los escritores establecidos de aquí. Él los desprecia.

Me asusta un poco invitar a Antonio Guadalupe a Elsa Núñez. Van a querer, a juro dioses, convertir en murales las paredes de la nave. ¡Los pilotos van a oponerse! Tendría que perderme de hablar de Miró y Klimt

Una vueltecita con mis hijas sería de rigor. Ellas me obligarían a hablar de Filosofía y de Historia. Renata no dejaría de contarnos, otra vez, de aquel filósofo que planteaba que nada más un ente vivo y pensante hay en el universo. Todo el resto, por puro entretenimiento, ha sido creado en su mente. Hasta la Covid-19. Con Fiora tendría que hablar sobre la Cultura plural, de la Luz que le obsesiona, la Singularidad de la cual realmente partimos y de las tantas voces que podemos “escuchar" o "ver" en el Multiverso. Ahora, Fiora tendría que volver a explicarme el asunto ese de que cómo en el cine engañan al ojo humano para que éste no vea los saltos naturales del nostálgico celuloide.

Mis hijas saben que, indefectiblemente, en la nave meteré a los taínos y sus deidades: Yucahú (padre de los dioses), Atabeira (madre de la tierra), Louquo (amo del fuego), Racumón (padre de todas las estrellas), Achinao (amo de los vientos), Coromo (hacedor de tempestades) y a los cuatro Yamoncobre (creadores de la gente).

Como ese tema sería bastante largo, a partir de ahí tendríamos que volver a la casa y preparar una parrillada de mariscos con tinto o espumante.

Quedaría pendiente la vuelta con alguna amada. Si estuviéramos en el aire, luego de recitar a Paul Éluard (“te amo por todas las mujeres que no he amado”), habría que pensar en el sexo. Juzgo que sería un tanto peligroso hacerlo en un helicóptero. Sus pilotos acostumbran a hacer ciertas piruetas y podríamos caer al vacío.

Igual pasaría si seguimos hablando de asuntos religiosos y dejamos a un lado la Cultura…

Ah… un último asunto: ¡Telón!
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