Durante la celebración y junto con el Instituto Postal Dominicano -INPOSDOM- rindió un singular homenaje a la heroína quiteña Manuela Sáenz, "la Libertadora del Libertador" mediante el lanzamiento del sello postal con su efigie en representación de la mujer latinoamericana y caribeña, el mismo que forma parte de la serie "Próceres y Líderes de Nuestra América".
La esencia de la fecha magna ecuatoriana, Diez de Agosto de 1809, radica en su singular impacto en América, pues se inscribe en los anales de la historia como el "Primer Grito de la Independencia".
La jornada de hace 205 años recuerda que "Quito irradió con su luz" las futuras generaciones a partir del espíritu independentista de próceres que en casa de la mestiza Manuela Cañizares se enfrentaron a su propio espíritu y, arengados por ella, cumplieron su cometido.
En este Quito nace Manuela Sáenz y Aizpuru, de padre español y madre criolla. Teniente de Húsares en Pichincha (Ecuador), Capitana en Junín y Coronela en Ayacucho (Perú), Generala de Honor del Ejército Ecuatoriano y Generala de División del Ejército Nacional Bolivariano de Venezuela, sus méritos por la Independencia hacen gala de la fuerza innata de la mujer americana que con sobra de merecimientos se conjuga en la voz femenina "Patria".
Manuela Sáenz y Aizpuru, reivindicada como heroína y prócer en la gesta de la Independencia y como precursora del feminismo en América Latina, de temperamento fuerte y determinante, entregó su vida, prestigio y fortuna, en defensa de la causa y de la autonomía de la mujer.
Con una profunda convicción social "cercana al pueblo", irreverente a las costumbres de su tiempo, fue tras el sueño de Bolívar, a quien protegió con su vida en la "nefanda noche septembrina".
Víctor Paz Otero, Von Hagen, Gabriel García Márquez, Alfonso Rumazo González y tantos otros, han retratado con su pluma la belleza e inteligencia de esta mujer mestiza que fungió como verdadera Canciller de Bolívar en las negociaciones ante amigos y enemigos; miembro de su Estado Mayor, Secretaria Personal, Jefe de su Guardia, compañera y confidente.
De ella, el Presidente Rafael Correa dijo "de esas mujeres inmortales, fue una consecuente revolucionaria, cuya memoria nos fuera secuestrada y que nos pone frente a frente con nuestras responsabilidades con la historia".
"La Insepulta Rosa Roja de Paita", de Pablo Neruda, consumió sus últimos bríos en este puerto peruano a los 59 años de edad, resultado de la difteria, traduciendo cartas en inglés, elaborando dulces y vendiendo tabaco para mantener la soledad del ostracismo, al amparo de documentos secretos de la Gran Colombia, la enseñanza a los niños del puerto sobre el legado de Bolívar, sus recuerdos y el anhelo de su tierra de donde partió un día en procura del sueño anhelado: la libertad de América.
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