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Giovanny Cruz.
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Giovanny Cruz. (Foto: Fuente externa)

El Vestidor: entre Ricard Salvat, Ronald Harwood y Mario Lebrón

Por Giovanny Cruz Durán
viernes 30 de agosto de 2019, 13:22h
Ricart Salvat fue un dramaturgo, director teatral, novelista y profesor universitario español. Fue galardonado con la Cruz de San Jorge en el año 1996 y con el Premio Nacional de Teatro de Cataluña en 1999. Dirigió festivales teatrales en varios países.

Por petición del escritor y amigo puertorriqueño Luis Rafael Sánchez (autor de “Quíntuples”) acepté complacido recibirlo en Santo Domingo hace ya muchos años. La bailarina y gestora cultural Mildred de la Mota y yo le brindamos calurosas atenciones durante una semana. Entre los lugares que lo llevamos, en él causó un tremendo impacto la visita a Nigua. Allí disfrutó de la ritualidad teatral de la Religiosidad Popular de aquí.

Salvat era un investigador poseedor de cultura enciclopédica. Uno de los aspectos que destacaba, era la ritualidad casi mítica que había encontrado en el teatro caribeño. Decía que era única y se le asemejaba al teatro de los primeros tiempos. Salvat aseguró que la entrega de los actores caribeños en escenarios era absoluta. Llegó a proclamar que probablemente el futuro universal del teatro estaba en esta zona.

Los que estudiamos el fenómeno teatral sabemos la importancia que tienen el sello estético, el lenguaje escénico particular y el héroe teatral; al menos de la región.

Nuestro teatro es rico en imágenes, colores y ritmo. Cuando los primeros conquistadores descubrieron a los indígenas que ya poblaban el Caribe, trajeron un idioma, una preocupación, un estilo y otra historia; es decir: una cultura. Esta terminó mezclándose con la de las islas.

La cultura indígena finalmente resultó ser más fuerte que los mismos habitantes de la región del Caribe.

Cuando los negros africanos fueron obligados a venir aquí, trajeron también una cultura que se fue entrelazando con las existentes. El resultado final fue una rica, diferente y especial cultura en nuestro territorio. En el teatro de aquí, sobresale ese sincretismo cultural que nos damos.

La trama de la obra “El Vestidor” deviene en la Inglaterra de la Segunda Guerra Mundial. He dicho que dentro de esta obra Shakespeare es omnipresente. Con delicado escalpelo actoral he descubierto que sí hay un paralelismo entre elementos trascedentes de las tramas del Rey Lear y de El Vestidor.

Empero, la versión de Mario Lebrón (director) colocan la estética y cultura nacional dentro del escenario. Sin tener que traicionar las ideas centrales de Ronald Harwood (autor) los actores de la obra nos deslizamos en el escenario en un ritmo único e irrepetible. Hemos incorporado en las escenas la ritualidad de la cual comentaba Salvat. Y con ello estamos regresando a la conceptualidad del origen teatral.

Es cierto que toda puesta en escena es una lectura singular de una obra, sobre todo cuando ni conocemos al autor, a pesar de haberlo estudiado minuciosamente. Lebrón ha dado, escénicamente, su “lectura” a El Vestidor. En ella está su visión cultural, social y filosófica. En esta realización está nuestra impronta… y la tuya.



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