www.diariohispaniola.com

Los Cuentos del Abuelo Lisandro

Por Antonio Sánchez Hernández
x
antonioasanchezhgmailcom/16/16/22
http://antoniosanchezhernandez.com/
lunes 24 de septiembre de 2018, 21:05h
Presentación de la Dra. Emma Polanco, actual Rectora de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, U.A.S.D., entonces Decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales.
Emma Polanco, entonces decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales en el 2005, es ahora la actual Rectora de la universidad en el 2018, y presentó este libro titulado Los cuentos del abuelo Lisandro en el 2005 fue Decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales.

Los Cuentos del abuelo Lisandro, el abuelo sin tiempo, es un contrapunto histórico social en paralelo de la vida socio económica, política y cultural del pueblo dominicano. Sabíamos de las dotes intelectuales y capacidad profesional del incansable Antonio Sánchez Hernández, economista, sociólogo, planificador universitario, gerente académico y filósofo de la vida cotidiana. La obra es una visión irónica de la pobreza, que en todo el tiempo transcurrido crece y crece, permitiendo que a costa de él muchos se enriquezcan. El abuelo es mordaz, irónico y hasta sarcástico, pero cuidadoso en extremo para no llegar hasta el cinismo de negar lo que somos en función de lo que hemos sido desde que nos descubrieron para luego colonizarnos en toda la extensión de la palabra. La pobreza, siempre la pobreza, aún cuando haya opulencia para algunos cada cierto tiempo, lo que permanece es la precariedad de recursos para sobrevivencia.

Esto sucede de generación en generación hasta el día de hoy realmente y aquí se trata elegantemente como ficción gracias al gracejo del buen decir del autor. En esta serie de relatos sobre nosotros mismos el abuelo de Antonio Sánchez es una síntesis de la memoria de todos nuestros abuelos. Todos venimos de ahí y vamos para allá, en términos de lo que somos y queremos ser. Esta obra es un recuento histórico y fantástico de la búsqueda de los pasos perdidos de todas las instancias, incluidas las autoridades civiles, eclesiásticas y militares. En estas tierras de fábulas el lenguaje de los relatos ha de ser fantástico, rico en profundidades filosóficas a la vez que sencillo en la expresión. Aquí se entrelazan los decires sobre las relaciones sociales y técnicas de producción en la isla colonizada, sin menoscabo de los valores de cada grupo étnico-social.

Aquí el abuelo hace gala de su capacidad de relacionar nuestras vicisitudes pasadas con las actuales, forjando ideas un tanto pesimistas del futuro que nos espera. No obstante, entre líneas nos parece una advertencia para que cambiemos el rumbo. Vale la pena volver sobre nuestras huellas a sabiendas que esta es una obra literaria que oscila entre la ficción y la realidad. La estética del discurso fluido y espontáneo nos transporta en un suave descenso a la rudeza del pasado, y de este a la dureza del presente sin que perdamos nuestra propia reciedumbre de seres humanos hijos de la esperanza de un futuro mejor. Ciertamente Darwin tiene razón al hablar de la selección de las especies.

Nosotros somos la resultante de todo en los Cuentos del Abuelo Lisandro. Esta suma no aritmética es la que nos permite enfrentar la realidad socioeconómica adversa sin perder nuestra identidad, no obstante el neoliberalismo, la globalización y la post-modernidad. Existimos y permaneceremos siendo lo que somos socioculturalmente. Este es el mensaje que cual hilo conductor de todos los tiempos y todavía está ahí en la más concreta de sus expresiones: carencias materiales que doblegan el alma hasta la miseria. Gracias, Antonio Sánchez Hernández, por traernos el Abuelo de todas las generaciones de dominicanos y dominicanas: Emma Polanco. Prólogo del autor: Antonio Sánchez Hernández.

Los Cuentos del abuelo Lisandro, resultaron ser suma inacabada de relatos, de ficciones sobre nuestra pobreza secular (trasfondo de identidad de criollos dominicanos), que tuvieron como referente literario un tiempo de haberse vivido, un tiempo de haberse pensado, un tiempo de haberse escrito y un tiempo de publicarse; resulta que Lisandro descubrió durante la elaboración de estas historias, cuantas ficciones había acumulado su mente a lo largo de la vida, que juntas y concatenadas con sus propios personajes armonizaban con la fugaz idea de preguntarse quienes fuimos y quienes somos ahora los dominicanos utilizando como recurso explicativo relatos de pobreza de diferentes épocas con la ayuda de diferentes escritores y ambientes literarios. Se comprende entonces el enorme agradecimiento que le profesó Lisandro a personalidades como Don Juan Bosch, Don Pedro Mir, Don Emilio Rodríguez Demorizi, Don Roberto Cassá, Don Carlos Esteban Deive, Don Federico Henríquez Gratereaux y otros valiosos intelectuales de nuestra clase pensante que hicieron posible su presencia, en sus propias voces, en sus propios tonos, en sus propias poesías y en un español impecable, formando así parte activa de estos relatos, de sus ficciones verbales y apariencias de vida. “Cada quién escribe para recuperar una inocencia perdida.

” La palabra mágica, isleña, influyente, familiar, novelesca, desafió en el Abuelo el desaliento normal que producen las fábulas de nuestras eternas sociedades de pobrezas, como había sucedido ya seguramente antes a muchos otros escritores dominicanos. Y para que la tristeza no fuera una vez más regazo de su mansedumbre pues el sur también existe en el mundo de las apariencias de vida, precisó auxiliarse de otros escritores de renombre mundial. Buenos escritores se dijo, para no huirle al problema eterno de la pobreza y retarse desde este lado de la barrera como ficción de la propia vida real. Y nada mejor para ello que contar con esos nuevos alientos y sólidos pertrechos literarios. De manera tal que estos relatos tan pretenciosamente isleños y tan simplemente criollos y dominicanos, tampoco hubieran sido posibles sin la presencia activa en ellos de novelistas y escritores tales como Marguerite Yourcenar, Marguerite Duras, Romain Rolland, J. Krishnamurti, Gonzalo Torrente Ballester, Stefan Zweig, William Shakespeare, Octavio Paz, Umberto Eco, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Jacques-Stephen Alexis y otros creativos no menos relevantes.

Esos hermosos pensamientos de autores nacionales e internacionales quedaron siempre entrecomillados en los relatos del Abuelo, pero la verdad sea dicha: esas ideas se le fueron juntando en su cabeza y justamente el primer día en que la vejez tocó su puerta en pleno corazón del ensanche Gazcue en la capital dominicana, se les ocurrió la afortunada idea de que por la vía literaria tal vez podrían participar en la creación de estas fábulas, de estas ficciones junto a “Lisandro, El Abuelo Sin Tiempo”, el real autor de estas historias de pobrezas de nuestro Valle de la Vega Real. Hablaron, se pidieron permiso y se pusieron de acuerdo. Hicieron una peña gigantesca. Civilizadamente.

Y de esta manera de forma natural, ya inseparables en esta larga historia de fábulas tropicales se transformaron todos en hijos de esta comunidad isleña, de estas familias criollas donde sus personajes, incluidos los naturales ambientes familiares, en todas las edades y con sus siempre gratos recuerdos, formarían con sus vivencias el insumo principal; ahí pasado y presente se juntaron, cuando todos éramos o seguíamos siendo trotamundos activos o trotamundos pasivos, pero trotamundos. Afortunadamente como "todos los paraísos son interiores”, esa mescolanza de fábulas vividas, de historias contadas y de relatos hechos o contrahechos, felizmente acompañado de tantos amigos entrañables, nacionales e internacionales, le permitiría al Abuelo renacer en muchos sentidos, y sé muy bien que él más que nadie lo agradece infinitamente. ¡Como si realmente se pudiera cambiar de vida de forma tan real y concreta en la cuarta edad y no agradecerlo en una ciudad con tantas malas noticias consecutivas desde que entramos al siglo XX1 y donde casi nunca pasa nada trascendente, como no sea en el mundo fabuloso de las ficciones! El caudillismo es pura retórica y se basa en la ficción. Y de este modo en el hermoso ensanche jardín de Gazcue, de aspecto ya decadente de la ciudad de Santo Domingo, tener el valor de poder presentarme ante el público, con este primer libro de cuentos y relatos.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios