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La industria de la construcción en RD

“A los ríos no se les mata por la cola, sino como a las culebras, por la cabeza. Afirmar lo contrario es sembrar ignorancia, superstición y miseria en medio de lo cual es imposible progresar y salvar el ambiente”. Ing. Alfredo Alba Sánchez

Por Antonio Sánchez Hernández
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antonioasanchezhgmailcom/16/16/22
http://antoniosanchezhernandez.com/
jueves 19 de julio de 2018, 14:00h
Desde el año 2000, la sociedad dominicana duerme inquieta en un aspecto del desarrollo de la industria de la construccion: el futuro de los 136 ríos en todo el país, los cuales se están secando... La industria de agregados se ha desarrollado ampliamente sobre la base de utilizar el lecho de los ríos para su impresionante expansión y desarrollo. Este trabajo trata de sacar otra forma de desarrollar esa industria tan importante, utilizando las canteras de rocas fuera del lecho de los ríos, los cuales abarcan 16 mil kms. cuadrados de rocas calizas.en tdo el país.
En buena parte el tema de la industria de la construcción en República Dominicana está íntimamente ligado al destino de nuestras cuencas hidrográficas, a su preservación y explotación racional. Eso se puso de manifiesto prácticamente en todas las ponencias participantes en un Seminario organizado por el CODIA para tratar el tema de los agregados en la industria de la construcción desde diferentes puntos de vista, ya en el año 2000. La Secretaría de Estado de Obras Públicas y Comunicaciones en el discurso del Seminario organizado por el Codia titulado

“De la extracción de materiales en los ríos y el futuro de la industria de construcción en R.D. celebrado en julio del año 2000, dice lo siguiente: “ La explosión demográfica y el crecimiento importante del volumen de construcciones, determinaron en los 30 últimos años una enorme demanda de materiales de construcción”. Eso fue esbozado ya hace 18 años. La industria de la construcción en R.D. se funda de manera definitiva en la década de 1940-1950 durante el período de Trujillo y donde se observa una creciente expansión de las industrias de cemento y su exportación creciente al mercado del Caribe. “En las últimas tres décadas, hasta el 2000, la agresiva penetración y actividad humana en las cuencas hidrográficas, provocó un fuerte desequilibrio ecológico.

Sin el suficiente bosque subtropical, casi desaparecido en las cuencas, este importante ecosistema del bosque pluvial nada puede retener o aflojar, la circulación violenta del agua proveniente de los aguaceros. El régimen hidráulico de los ríos, equilibrado desde siglos en su cauce normal, fue bruscamente y brutalmente cambiado, desequilibrado. Sin el denso bosque subtropical no existe ningún elemento de retención que pueda frenar el agua. Las estadísticas muestran que en cada una de las últimas tres décadas se produjeron grandes avenidas que contribuyeron a acelerar el fenómeno de erosión.

El volumen de material aluvional erosionado, transportado y depositado por los ríos creció drásticamente. Se estima que en su tramo inferior y en el mar, la deposición y sedimentación alcanzó grandes volúmenes, caso del río Nizao. Deseando producir rápidamente, mucho y barato, los dueños de minas intensificaron la extracción de caliza coralífera y de las rocas de menos resistencia mecánicas, provocando un visible y negativo impacto ecológico y ambiental en las sierras cercanas a Santo Domingo y San Cristóbal”. Y concluye: “La industria extractiva de materiales de construcción, fue sometida en corto plazo a unas crecidas espectaculares de las demandas que no pudieron ser cubiertas por las canteras y minas existentes… Para satisfacer las demandas, cada día más grandes, se pasó a una explotación intensiva y extensiva de las fuentes conocidas de recursos naturales de construcción, simultáneamente con el comienzo de nuevos e indiscriminados fuentes de extracción”.

Otras fuentes participantes en el mismo Seminario certifican que la industria de la construcción se ha convertido con el paso del tiempo y del desarrollo económico dominicano, en uno de los cinco pilares básicos del crecimiento económico en RD, junto al turismo, las zonas francas, las telecomunicaciones y las remesas. En efecto, " la demanda de cemento, varillas, gravas y arena crece de manera sostenida, pero a un régimen muy superior a lo proyectado, ya que si tomamos como ejemplo el cemento portland gris tipo 1, encontramos que para el año 1970 la demanda nacional fue de 11 millones de fundas de 42.5 kilogramos, para el 1980 era de 20 millones de fundas y para el año 1990 ya se había colocado en 32 millones de fundas. El crecimiento de la demanda hacía suponer el consumo en 42 millones de fundas para 1999. Lo real fue que en 1999, debido a la fortaleza adquirida por el sector de la industria de la construcción, el consumo fue de 70 millones de fundas". ("Ing. R. Osiris de Léon, Codia: 2,000").

25 mil millones de pesos invertidos en el sector construcción

Ese crecimiento de un 700% del consumo de cemento en la década 1990-2000, con relación al año 1970 expresa la expansión económica de la industria de la construcción en esta última década, la enorme inversión en este sector cercana a los 25 mil millones de pesos de acuerdo a datos del Banco Central, un 18% del PBI en el año 2000, convirtiéndose de esta forma en uno de los sectores claves del gran crecimiento económico dominicano, en las últimas décadas 2000-2018.

"Pero si bien es cierto que nuestra economía crecía aceleradamente y que ello se reflejaba en el sector construcción, no menos cierto es que el crecimiento de la construcción ha generado una presión excesiva sobre nuestros principales ríos, a los cuales se les requiere cada vez más agregados para ser convertidos en hormigones hidráulicos y hormigones asfálticos, demanda que hoy está en el orden de 15 millones de metros cúbicos por año, nos recuerda el mismo autor, el Ingeniero R. Osiris de León.

Otras consideraciones importantes sobre la extracción de agregados.

Las sugestivas opiniones del Ingeniero Mairení N. Bournigal R., Presidente de la Asociación de Industrias Hormigoneras de la República Dominicana, participante en el propio seminario auspiciado por el CODIA, “con la ponencia Problemática de la extracción de materiales en los ríos y el futuro de la industria de la construcción en la República Dominicana de fecha 5 de julio del año 2000 nos dicen lo siguiente:

“Desde hace ya miles de años, el hombre ha explotado los agregados de los ríos para diversos usos. El tamaño de la población mundial, y las herramientas con que se contaba hasta el siglo XIX, permitían a la naturaleza reponer sin ningún problema los materiales que se extraían de los ríos sin ningún método científico. En otras palabras, el proceso natural, sobrepasaba sin límites el consumo y las ambiciones del hombre. Sin embargo, el siglo XX con su Revolución Industrial y Tecnológica ha creado nuevas maquinarias que han permitido al hombre acelerar el proceso de extracción, y llegar a límites jamás soñados. Podemos decir, sin lugar a equivocarnos, que el hombre ha rebasado el límite de la regeneración natural de los ríos, y que es el momento de tomar una serie de medidas en beneficio de la protección del medio ambiente, y por lo tanto de la preservación de los ríos, sus lechos y sus cauces.”

O sea que el hombre, ese gran depredador, en nuestro país “ha rebasado el límite de la regeneración natural de los ríos”. Tremendo problema. El egoísmo humano es duro de roer cuando de rentabilidad económica se trata. A su juicio, ante el problema de la extracción de los agregados de los ríos, para el ingeniero Bournigal se interponen tres barreras importantes:

1) Primero, el derecho a la supervivencia.

2) El derecho de los inversionistas del sector construcción, y
3) El derecho a la protección de nuestros recursos naturales. Estamos en presencia de un claro conflicto entre el bien común y el bienestar individual.

Veamos cómo se resuelve este dilema en la cabeza del Presidente de las Industrias Hormigoneras. Nos dice en cuanto al derecho a la supervivencia:

1) Cada decreto emitido, ordenando el cierre de la extracción de agregados en interés de proteger los ríos, ha ocasionado rápidamente una escasez artificial de estos materiales, ha detenido el empuje del sector construcción, y ha enviado sin un centavo a sus hogares a millares de obreros que cada día ganan su sustento en este industria. A los pocos días, cuando ya no trabajan las hormigoneras, las fábricas de bloques, pisos, los empañetadores y se detienen en todo en todo el territorio nacional, ocasionan un desempleo terrible entre la clase obrera menos pudiente, el gobierno de turno se ve en la necesidad de cerrar el oído a los gritos de las entidades protectoras, y vuelve a abrir la explotación de los agregados haciéndose de la vista gorda. Los más perjudicados al final, son nuestros militares, a quienes sé nombrar formalmente como “supervisores especiales” de la correcta extracción de materiales y son enviados a las zonas de la debacle y él sálvese quien pueda. Al final, vuelve el consumidor a recibir un aumento considerable en el precio del agregado, y “en río revuelto, ganancia de pescadores”.

2) En cuanto al derecho de los inversionistas del sector de la construcción se pregunta: “¿vamos a echar de golpe y porrazo a los inversionistas del sector agregados, únicamente porque por más de 40 años hemos sido permisivos con la extracción en los ríos? ¿Cómo podemos ir cambiando la mentalidad del consumidor para que utilice agregados de canteras o minas secas? ¿Cómo podemos ir cambiando paulatinamente de extracción de ríos a extracción de canteras? Este es un problema que debemos atacar a corto y mediano plazo, pues está ya más que probado, que de golpe y porrazo no se puede resolver este problema, a menos que estemos dispuestos a frenar el desarrollo de nuestro país y eliminar por un tiempo muchas fuentes de trabajo, cosa nada agradable.

3) Tercera barrera: el derecho a la protección de los recursos naturales. “No hay que ir muy lejos; con solo mirar en el patio del vecino, podemos ver a un Haití deforestado, sin ríos, y con una hambruna tremenda. Sencillamente, el país más pobre del continente americano, es el vecino con quien compartimos La Hispaniola, y quien ha devastado la tercera parte de la isla. En el valle del Artibonito, las lluvias en las montañas deforestadas, provocan torrentes que arrasan a los sembradíos e inundan la agricultura con una rapidez perjudicial a ella. Los ecologistas tienen razón, es hora ya de proteger los ríos y reforestar siempre nuestro país, para que sigamos por mucho tiempo, disfrutando de esta bella isla, con tierras fértiles, mar y montaña, valles de alta producción agrícola, con los ríos y montañas más importantes de Las Antillas, con turismo ecológico y playas bellas.

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