Madrid, EFE.- Tan variada y rica como su
orografía, es lógico que no tardara en eclosionar y son muchos los cocineros
internacionales que han puesto sus miras en ella en busca de nuevos productos.
Un visionario como Ferran Adrià ya auguró hace tiempo que "de Brasil
saldrá la próxima gastronomía innovadora a nivel mundial".
Incluso la Guía Michelin repartirá en 2015,
por primera vez, sus codiciadas estrellas en Río de Janeiro y Sao Paulo, punta
de lanza del desarrollo culinario y entre las principales ciudades de alta
cocina del mundo.
Todo
ello gracias al trabajo de cocineros como Atala, cuyo D.O.M. (Sao Paulo) está
considerado el Mejor Restaurante de Sudamérica y el séptimo del mundo por la revista
británica Restaurant, centrado en el descubrimiento de la enorme despensa
amazónica; y de Rizzo, mejor cocinera del mundo en 2014, que moderniza la
cocina tradicional de su país en Maní (Sao Paulo), entre otros.
A
pesar de ello, la cocina brasileña permanece ignota para buena parte del mundo
y no siempre bien representada en su salida al exterior, como ocurre con la
mexicana o la china.
"Es muy desconocida. Mi propio país es
'culpable' por su gran diversidad: hay mucha materia prima y es difícil
llevarla de un lugar a otro, y al ser muy mestizo, es complicado que la gente
conozca la cocina brasileña genuina", explica hoy a Efe la cocinera
Juliana Aguiar, que abrió hace tres años en Madrid el restaurante Santo, donde
fusiona Brasil con el Mediterráneo.
"Me
preguntan por el 'rodizio', que no es una forma de servir la carne en las
churrasquerías, no un modo de cocinarla", aunque se haya popularizado en
España, añade.
Aguiar
detalla que la yuca es la protagonista de los platos de su país, "un producto
muy versátil y muy sano que tiene múltiples derivados" y asegura que queda
aún "mucha materia prima por descubrir".
Si
bien el plato que podría considerarse nacional es la feijoada, un guiso de
alubias negras y carne de cerdo, la chef anima a descubrir uno de sus
favoritos, la maniçoba, un potaje con hojas de yuca que "tiene el morbo de
que puede ser venenoso si no se elimina bien el ácido cianhídrico".
También
la moqueca, guiso de pescado y marisco con leche de coco y aceite de dendé
(palma), que "gusta mucho" en su restaurante, y el pescado con puré
de plátano macho dulce.
Para
Carlos Valentí, chef ejecutivo del brasileño Grupo Rubaiyat, con restaurantes
en Sao Paulo, Brasilia y Madrid, un menú ideal para descubrir en este Mundial
estaría compuesto por coxinhas de pollo (parecidas a las croquetas), palmito
fresco -a España sólo llega enlatado- asado, pastel de feira (especie de
empanadilla con carne y queso) y picanha, un corte de vacuno.
Propone
acabar con quindin, un postre con bizcocho, yema de huevo y coco rallado y
acompañarlo del cóctel nacional, la caipirinha, a base de cahaça, azúcar
blanca, lima y hielo picado.
Si
se quiere ir más allá, sugiere la moqueca de Salvador de Bahía, donde
"preguntan si se quiere caliente o muy caliente, refiriéndose al nivel de
picante", e indagar en los productos amazónicos con pato al tucupí, un
caldo resultante de rallar la mandioca y que se cocina durante horas para
eliminar el ácido que lo hace venenoso, así como descubrir sus carnes "de
alta calidad"
En
los restaurantes del grupo se propone un menú para disfrutar de los partidos de
la Copa del Mundo de Fútbol en grandes pantallas como se haría en un campo de
fútbol brasileño: "pellizcos de estadio" en versión gourmet, con
palomitas de trufa, nueces de macadamia con curry, mini hamburguesa con pan de
queso y brochetas.
También
otros establecimientos se han propuesto divulgar la cocina brasileña en estas
semanas de competición, como Bristolbar (Madrid) para el que la carioca Poliana
Fonseca ha diseñado un menú a base de feijoada, moqueca, escondidinho -carne de
ternera deshilada y gratinada con puré de yuca- y picanha de nelore (raza
bovina); o el Hotel Ritz, con sus cócteles y dulces brasileños.