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Los cuentos del abuelo Lisandro Antonio Sánchez Hernández

Por Antonio Sánchez Hernández
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antonioasanchezhgmailcom/16/16/22
http://antoniosanchezhernandez.com/
domingo 15 de abril de 2018, 12:52h
Comentarios de la Dra. Carmen Cot, Departamento de Letras, Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Especialista en Letras e Identidad de países caribeños.

Dijo en una de sus obras el maestro y gran poeta bengalí Rabindranath Tagore que un poema es una creación del gozo, la libertad en persona. Analizado, no es más que una serie de sonidos independientes. Esta noche quiero presentarles y de alguna manera analizar la obra, Los Cuentos del abuelo Lisandro. Quisiera hacerlo devolviéndoles todos los sonidos y las ideas como una sinfonía y compartir con ustedes el gozo de la creación de su autor y disfrutar de su libertad de pensamiento y de escritura.

Muchos de los presentes han recorrido gran parte de su vida en los mismos trechos universitarios y Tony ha sido de todos los combates. Esta noche celebramos juntos una audacia más de este obstinado observador de la sociedad dominicana; digo audacia, porque se ha atrevido a salir de los caminos seguros de la economía, de la sociología, que domina, para adentrarse en el campo fascinante pero perturbador de las letras. Antes de presentar la obra misma, quisiera refrescarnos un poco la memoria con algunos datos de su viajada existencia.

Obviaremos su fecha de nacimiento, porque el amigo, como todo hombre que se respeta, no deja de ser presumido. Nació en La Vega, creció en Santiago donde transcurre por cierto parte de la obra; no podemos dejar de mencionar el barrio donde vive ahora, Gazcue, que fue el corazón de la rancia burguesía capitaleña, situado al sur de la capital; es un dato curioso pero importante en su historiografía, ya que él mismo afirma que (cito) es un hombre del sur, del sur de París, de Madrid, de Moscú o Londres (p.168). Curioso lugar de asentamiento para alguien que pasó seis años estudiando en la Patricio Lumumba, allá donde hace mucho frío y solo se habla ruso; también se quedó un tiempo largo en París, cuatro años, durante los tiempos luminosos de la postrevolución cultural francesa, (cito) hija del gran sueño dorado de Malrault, el prestigioso hombre de letras; en México estuvo dos años también. Pero regresó a su tierra con títulos, un Master en Ciencias Económicas, Estudios de Posgrado en Sociología Política, en Tecnología Educativa.

Al instar de los intelectuales que lo formaron se dedicó a la investigación y al estudio de la sociedad dominicana. Fue un vanguardista en su área de investigación, en su área de trabajo, particularmente en la educación superior donde llegó a dirigir el destino del Departamento de Economía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

Durante más de una década ha sido colaborador del Periódico Hoy tanto en su página de opinión, como en su página económica y desde el año 2000 es miembro titular de la Academia de Ciencias de la República Dominicana. Según lo que el mismo anota en uno de sus cuentos, definitivamente, no fue ni militar ni sacerdote, ni maestro de escuela ni jugador de póker o de gallos, campesino o comerciante, como lo requería la filiación de su familia ( pag. 95 ). Por suerte para nosotros.

De sus obras publicadas (9 en total, y 9 sin publicar), solo retendremos algunas como ilustración: Ensayos Socioeconómicos ( 1982 ); La universidad de nuestros días (1989 ), Ensayo sobre Modernidad y Desarrollo en República Dominicana ( 1994 ).

No desvelaré su vida privada por así es él, muy privado y se le respeta, pero si puedo decir, porque es del dominio público, que es un hombre atento a las necesidades del otro, del estudiante, del compañero de trabajo, del amigo, preocupado por el destino de todos nosotros y de este país; esta última obra es una muestra fehaciente de ello porque refleja una suerte de pasión nostálgica por su país, por sus moradores de todos los tiempos.

Con esta publicación, Los cuentos del abuelo Lisandro nos revelan un nuevo talento: la escritura de ficción. Para este acto creativo se apoya en lo que más sabe, la realidad socioeconómica de una sociedad que ha estado observando desde siempre y eso está bien, porque la escritura no parte de la nada, parte de hechos muy concretos, de una experiencia, en este caso, son los relatos de sus abuelos: desembocan en una descripción ejemplar de la familia dominicana, pobre, según él, desde el descubrimiento hasta hoy día. Se trata de una pobreza cronológica que va desvelando en sus tres capítulos: La pobreza verdadera (8); La pobreza sobria y respetable (9) y La pobreza moderna (13). Tres grandes capítulos que contienen cada uno una serie de relatos cortos, alegóricos a un período histórico social de la historia dominicana.

Estos cuentos ilustrados recuerdan, en su intención, y en su corte, aquella escritura ilustrada del siglo XVIII, les nouvelles illustrées, (rf. A Diderot, Voltaire, etc.), una escritura que no sólo deleitaba el alma sino que instruía, iluminaba literalmente el pensamiento a la vez que criticaba in concesión la sociedad. Es lo que hace el autor de estos cuentos donde el humor se entrelaza con los severos comentarios sobre una sociedad más y más corrompida.

De hecho sólo con los pensamientos escogidos para iniciar cada cuento tendríamos motivos para pasarnos la noche no solo sociologando sino filosofando. Tres ejemplos sólo para ejemplarizar:
  • L.F. Celine (1.6, Nuestros Amancebamientos, p. 65):"Para mí, uno sólo tenía una buena historia que contar. Entrar, contar la historia y desaparecer"; en este pensamiento se evidencia la paradoja del escritor que quiere que lo lean pero a la vez quedarse en el anonimato; que se decida…
  • Frantz Kafka: (III.3, El primer día de la vejez de mi hijo Arturo, p. 167): "Con ayuda de mis garabateos huyo de mi mismo, para llegar en el punto final. No logro escapar de mí", aquí se define sin duda la escritura como una catársis; el mismo Tony lo dice en otra parte de la obra: escribir es mucho más que contar historias(p. 80…es lo contrario de contar historias. Es contarlo todo a la vez (p.215);
  • Marcel Proust (III.7, Ciudades sin peatones, p.191): "Los libros son obra de la soledad e hijos del silencio", idea que es retomada en varios de los cuentos en el sentido que existe (cito) la soledad de un hombre oriundo de una isla sin tiempo, situada en pleno trópico caribeño (p. 130), oriundo de un país ciclónico y…por lo tanto de una pobreza también ciclónica (p.225)…donde impera un reiterado silencio (p.182) que nadie se atreve a romper.

Como pueden ver sólo con estos pensamientos ya estamos dentro de la obra que es un diálogo entre el abuelo Lisandro y su nieto . A veces, lo confieso, uno se enreda para saber quien habla, ¿el abuelo?, ¿el nieto?, el padre del nieto?, ¿La abuela?, porque se cruzan otros diálogos transversalmente y le ataca a uno la duda ¿y no será el mismo autor, llevándonos de la mano, de cuento en cuento, acechando nuestras reacciones, puntualizando por aquí, explicando por allá, escondiéndose detrás de cada uno de sus personajes ? ¿desapareciendo en ellos? Es probable. Tanto el abuelo como la abuela, el nieto son las voces de la conciencia del autor que nos va ofreciendo su interpretación de la realidad dominicana.

El texto es ameno, con un estilo suelto, moderno, un léxico rico y variado y exhuda la investigación, el conocimiento, la sabiduría, la reflexión. Las consecuencias son de esperar: una explosión de sentimientos, de sensaciones que van desde, la insubordinación, el reclamo, la impotencia y claro es la soledad del hombre, la soledad del escritor cuyas armas, más allá de las estadísticas, de los hechos históricos, etc. son las palabras.

El tono en los cuentos es voluble, muy serio, con la frialdad analítica correspondiente al análisis, a la ponderación metodológica, enternecido cuando se refiere al paraíso idílico de su campo natal (p.100-104): cuando la pobreza era sobria y respetable y la vida en los campos se fundamentaba en lo que cada parcela sembraba y cosechaba (p. 102), desenfadado a la hora de hablar de las mulatas o de María de Toledo, y mordaz, sarcástico.

Cuando se trata del bicornio de Trujillo, de los políticos o de la iglesia: es una mezcla original de tecnicismo y coloquialismos, salpicados de anacronismos, evidentemente voluntarios, que le agregan interés al texto pero que no dejan de sorprender y hacernos sonreir como:
  • las alusiones al negrito del batey ( ¿será el de Joseito Mateo, ya sonando en tiempos de María de Toledo?);
  • también alude en ese mismo siglo XVI, a la actual Plaza de España, plaza de esparcimiento para los beodos post-modernos de la ciudad capital (p.21)
  • en cuanto a los Indios los hace responsables de haber creado la vía marítima y la ruta tradicional doble A, agua por delante, agua por detrás (pag.76).
Los personajes fundamentales de los cuentos son el nieto y sobre todo Lisandro, el abuelo, y Doña Elvira, su esposa, la tatarabisnieta por una parte de Mencía (la aborigen ) y de Mogave, (oriundo de Dahomey muerto a latigazos por ser un negro cimarrón) y por la otra de Anastacio Frómeta (un español de tercera categoría).

Doña Elvira, la abuela, es una comerciante que iba con sus doce mulas a vender en la feria de Cabo Haitiano, una madre de once hijos que hablaba patois y sé autoproclamaba " ¡la reine dominicaine du Cap Haïtien!" (pag. 110). Don Lisandro, el abuelo, acabó sus días en los Nuevayores, autodidacta, trabajador y sobre todo hombre de palabra, el fue unos de los primeros dominicanos ausentes.

Y es que estos cuentos son un reconocimiento a sus abuelos y a todos estos abuelos dominicanos, que quisieron fundar una sociedad digna y justa que parece estar esfumándose con las brisas del modernismo y de la globalización. Es la historia de todos los Mogaves (es decir los negros cimarrones) dominicanos en su eterna pobreza, de los que se transformaron en rulo, ganado, turismo y zonas francas… (pag. 53).

En ese sentido, la Decana Emma Polanco, en su presentación afirma de manera muy acertada: "Esta obra es una síntesis de la memoria de todos nuestros abuelos…es un recuento histórico y fantástico de la búsqueda de los pasos perdidos de todas las instancias…es una obra literaria que oscila entre la ficción y la realidad"…

De hecho es un texto muy diversificado que trata de la vida humana cuyo diagrama, precisa el autor, son tres líneas sinuosas hacia el infinito, constantemente próximas y divergentes: lo que un hombre ha creído ser, lo que ha querido ser4 y lo que fue (p.24). Nos presenta la historia de la pobreza de la sociedad que tuvo sus momentos de dignidad y llegó a ser sobria y respetable; hasta hubo un modelo para vencerla aclara el abuelo Lisandro (cito): (…) cada familia pobre…tenía ya un plan de ayuda preestablecida de largo plazo, donde los hermanos mayores ayudaban a los hermanos menores de manera desinteresada y todos salían de la pobreza en forma escalonada a pesar del posterior sinsabor del deber cumplido con todas sus vertientes y significados (pag. 104)

Como un paciente maestro, el abuelo le enseña al nieto sus raíces, le enseña su propia historia: Y se fue creando esta raza tan extraña la nuestra el criollo, en la que la locura y la melancolía alternarían de siglo en siglo como los ojos negros y los ojos castaños y donde el tono de piel de cada uno es una creación irrepetible (p. 77). Es la transmisión de la historia de un pueblo, con sus éxitos y sus derrotas, sin la cual no podría tener una identidad definida: el nieto. Es el deber de memoria que se está cumpliendo a través del abuelo, entonces hoy, a través de Tony. Sólo así se cristaliza la conciencia de los pueblos.

Gran parte de los cuentos revelan una nostalgia profunda por otros tiempos, con una descripción idealizada de la tierra dominicana donde las calles (están) repletas de mariposas; (…) las marchantas orgullosas, con sus nalgas mulatas y erectas (…); los torrenciales aguaceros de mayo (…); el amor a las causas perdidas y el respeto por los que por ellas mueren; (…) el maroteo de las frutas y el olor penetrante de la guayaba (p.81).

¿Quién de los presentes no tiene un recuerdo similar que atesora y quisiera dejar en herencia a sus hijos, a sus nietos para que se perpetúe por los tiempos de los tiempos?
Es una nostalgia por una época en que la gente vivía sencillamente sin los apetitos voraces de hoy, en su pueblo, dominado por tres pasiones: el juego, las fiestas y el caballo, donde el hombre era decimero y fumador, madrugador también, cuando el honor de un hombre valía un pelo del bigote porque entonces un pelo de bigote tenía tanto o más valor que cualquier fortuna.(p.210)

Es indiscutiblemente un sueño varonil, estimado autor, porque cuando se refiere a la mujer lo que dice escuetamente es: mientras la mujer rodeada por los chicos hace guardia alrededor del caldero incitante (p. 102): a eso le llaman cocinar para una recua de muchachos, a eso se le llama hambre, trabajo y muchos partos, nada exóticos, para la mujer de esa época; en cuanto a la nostalgia, explícita, y de expresión poética, por la tusa, y la falta de higiene imperante en la época, tengo serias dudas al respecto y me reservaré el comentario aunque me permito citar las palabras del autor: (entonces la gente) se aseaba en el río y hacía sus necesidades en el monte con papel de tusa; sólo en los días feriados se quitaba su ropa habitual raída o desteñida por el uso y usaba su mejor vestido. (p.103)

También se habla del amor en estos cuentos, discretamente, como un estrecho y pudoroso sentimiento que une a los abuelos, también se alude a los discretos amores que se van a otros mundos, amores que lo dejaron para vivir, se mencionan los que lo traicionaron para el sepulcro. El aspecto más bien sexual, aparece también, trivial sin duda, y siempre envuelto de ironía, pero por su insistente presencia, parece haber interesado al abuelo, o al nieto o al autor ¿quién sabe? Y es (cito) el termostato de las mujeres negras… la potencia biológica de los negros…como hacer el amor en hamacas o mecedoras donde el equilibrio es un signo de calculada y asimétrica equidistancia con las cinco posiciones clásicas iniciales (p.73/76)… No sé, en este último caso, si es una referencia al Kama Sutra que habría leído el abuelo en el subway, camino a la fábrica o simplemente un indicador más de la seriedad de las investigaciones realizadas por el autor en la materia.

Hablando seriamente todo empieza en los tiempos de María de Toledo y la llegada de los primeros africanos en una tierra llena de colores y de vida, donde se unta de aceite sagrado a unos mulos para hacerlos invulnerables a los peligros de la cordillera (p. 108); donde los mulatos multiétnicos (son él) encanto creativo natural del Valle de la Vega Real (p.24), que se estremece con un terremoto (1946); el autor nos va presentando la crónica de una tierra arrasada por los caciques de todas calañas, por el telùrico Trujillismo (p. 118); es un país donde crece, como mala hierba, la pobreza física y moral de los Dominicanos de todos los tiempos y se establece la infamia de las ciudades convertidas en barriadas; donde el dinero es adorado como el becerro de oro.

La crítica de la sociedad dominicana es lúcida y sin compasión, desde los tiempos de las fallidas montoneras republicanas hasta la sociedad contemporánea donde se da una población que cree aún cambiar su destino a través del voto…y cree en la renovación social…en un hombre protector que no la desampare (p.153), pero delega, delega, delega y se asume(p.153) y cuya solución extrema es irse y transformarse en Dominicano ausente para quien el tiempo es una relación de sucesos.

El mal es de fondo para el autor porque lo que predomina es la verborrea y la ficción de la palabra. (…) Esta es una tierra para fábulas. La palabra siempre termina sustituyendo a los hechos. Palabras divorciadas de los hechos. (p.122). Nos pinta un país donde la anarquía todo lo puede, los fuertes disponen de todo, los débiles predican la moralidad y los del medio se agrupan en la búsqueda de acomodo (p.81) (donde) Dios, (es) la más grande creación de este hombre mulato tridimensional, mezcla de calabaza indígena, panteón africano y quijote español de este trópico exuberante (p.82) … un país donde hasta el lenguaje urbanístico contemporáneo (que) es pura pobreza mental (porque) no respeta el espacio vital del ciudadano (…) en unas ciudades arrabalizadas. (p, 193)

Nos habla de los silencios grandes y de silencios chicos (p.182) del silencio reiterado(…) en un mundo de brumas, donde dejamos de creer en los espíritus guerreros, donde hay que esclarecer más de una página en blanco (181) donde hay una angustiosa necesidad de justicia para que la sociedad civil pueda dormir tranquila. Nos habla pues de un país indefenso, agotado en el cual el ciudadano está desapareciendo poco a poco a favor de un ser deshumanizado, cuya memoria parece haber sido borrada, cuya valentía parece haber desaparecido.

Y nos describe lo que él llama una generación de sordos, (p.156) concentrada en un único valor, el dinero (p.161) para quien el dinero es becerro de oro (p.156), para quien sólo queda la inteligencia de los negocios (p.187), una generación donde las familias están desunidas, empobrecidas, pasivas, entregadas a las ofertas políticas demagógicas de los últimos 40 años (p. 156), manipuladas cada cuatro años, carcomidas por la corrupción. Para el autor La pobreza comienza en el mismo momento en que la familia se debilita tanto que deja de ser centro de protección, inteligencia y apoyo (p.93). Una situación que finalmente lleva la población al exilio.

La indecisión domina esta sociedad, establece los parámetros de lo que se puede decir o hacer, el dominicano está atrapado en su propia tragicomedia. Todo el mundo opina. Todo el mundo cree. Todo el mundo dice. Nadie escucha (p. 141) pero todos se ríen. El hombre dominicano actual, moderno, globalizado, tan pequeño, tan manipulado, en su miedo de cambiarlo todo, siempre aceptará la idea de un nuevo orden en el planeta, y se ríe, porque de lo contrario ofendería su libre voluntad de creación.

El cuestionamiento consecuente es terrible: ¿Es que no seremos capaces en la práctica de planificar nuestro presente? (p. 159). La Libertad, la democracia, la justicia son eslabones demasiados complicados para un criollo producto acabado de 16 generaciones de pobreza mulata? (p. 158). Esta última observación sorprende al lector incauto. De repente, el autor nos obliga a autocuestionamientos, a preguntarnos si formamos parte de esa despreciable generación de sordos y tenemos que situarnos frente al silencio cómplice, a la risa denigrante, al miedo.

Es pues un texto que nos lleva a la reflexión sobre nuestro papel en la sociedad porque no sólo señala del dedo los culpables de las infamias, los cómplices de la contaminación ambiental, moral, económica y social, a los que socavaron el paraíso genuino que dejaron de herencia los abuelos sino que nos señala a nosotros y, repito, nos obliga a confrontarnos y preguntarnos: ¿estamos nosotros también de brazos cruzados frente al derrumbamiento de nuestro Mundo Mejor?

Indiscutiblemente el texto conmueve y el pesimismo concluyente deja al lector pensativo sin embargo, y también es como en aquellos cuentos ilustrados, el Candide de Voltaire, el autor no nos abandona al desasosiego, no nos abandona en un fin trágico: nos devuelve la esperanza; dejando vislumbrar su utopía de un mundo feliz, es decir: cambiar las ciudades, devolverle al peatón su identidad y sus derechos, descongelarlos porque están poniéndose frígidos (p. 187), descartar las ciudades fantasmas (p.188) donde a medida que se vive, a medida que se crea, a medida que se ama y que se pierde a aquellos a quienes se ama, se escapa a la muerte (…). Al final solo al final del camino, cuando ya es tan tarde, es que por fin comprendemos que el paraíso está en nosotros mismos, aquí y ahora, quizás en Gazcue(…) (p. 225)

Es una luz tenue al final de este túnel tan terrible, tan oscuro, es una nota definitivamente utópica pero como hubiese dicho el abuelo Lisandro: donde hay hombre hay esperanza. Y con este sentimiento nos deja el autor, un sentimiento de optimismo moderado, frágil, pero posible, como un cocuyo extraviado en una noche oscura.

¿ De que vale el dinero sin honor, sin honestidad, sin tranquilidad? (concluye el autor) Entiéndanme, (insiste), la diferencia entre nosotros sigue siendo un pelo de mi bigote. (p. 165). Y lo creemos. Así que caballeros, a dejarse crecer los bigotes se ha dicho, de honor se trata…

Quisiera concluir con una nota ligera pero de peso: queridísimo amigo, en esta obra el abuelo calculó su vida en 807 mil horas, quedándole unas 87 mil extra, lo que parece muy poco; según mis cálculos, a ti te quedan muchas, pero mucho más horas extras que a él, y las vas a necesitar para seguir contándonos historias de mentira y de verdad que nos aproximen cada vez más a un mundo mejor.




Presentación de la Dra. Emma Polanco.

Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales.

Universidad Autónoma de Santo Domingo. Candidata a Rectora de la UASD.

Los Cuentos del abuelo Lisandro, el abuelo sin tiempo, es un contrapunto histórico social en paralelo de la vida socio económica, política y cultural del pueblo dominicano. Sabíamos de las dotes intelectuales y capacidad profesional del incansable Antonio Sánchez Hernández, economista, sociólogo, planificador universitario, gerente académico y filósofo de la vida cotidiana. La obra es una visión irónica de la pobreza, que en todo el tiempo transcurrido crece y crece, permitiendo que a costa de él muchos se enriquezcan.

El abuelo es mordaz, irónico y hasta sarcástico, pero cuidadoso en extremo para no llegar hasta el cinismo de negar lo que somos en función de lo que hemos sido desde que nos descubrieron para luego colonizarnos en toda la extensión de la palabra. La pobreza, siempre la pobreza, aún cuando haya opulencia para algunos cada cierto tiempo, lo que permanece es la precariedad de recursos para sobrevivencia. Esto sucede de generación en generación hasta el día de hoy realmente y aquí se trata elegantemente como ficción gracias al gracejo del buen decir del autor.

En esta serie de relatos sobre nosotros mismos el abuelo de Antonio Sánchez es una síntesis de la memoria de todos nuestros abuelos. Todos venimos de ahí y vamos para allá, en términos de lo que somos y queremos ser. Esta obra es un recuento histórico y fantástico de la búsqueda de los pasos perdidos de todas las instancias, incluidas las autoridades civiles, eclesiásticas y militares. En estas tierras de fábulas el lenguaje de los relatos ha de ser fantástico, rico en profundidades filosóficas a la vez que sencillo en la expresión.

Aquí se entrelazan los decires sobre las relaciones sociales y técnicas de producción en la isla colonizada, sin menoscabo de los valores de cada grupo étnico-social. Aquí el abuelo hace gala de su capacidad de relacionar nuestras vicisitudes pasadas con las actuales, forjando ideas un tanto pesimistas del futuro que nos espera. No obstante, entre líneas nos parece una advertencia para que cambiemos el rumbo.

Vale la pena volver sobre nuestras huellas a sabiendas que esta es una obra literaria que oscila entre la ficción y la realidad. La estética del discurso fluido y espontáneo nos transporta en un suave descenso a la rudeza del pasado, y de este a la dureza del presente sin que perdamos nuestra propia reciedumbre de seres humanos hijos de la esperanza de un futuro mejor. Ciertamente Darwin tiene razón al hablar de la selección de las especies. Nosotros somos la resultante de todo en los Cuentos del Abuelo Lisandro. Esta suma no aritmética es la que nos permite enfrentar la realidad socioeconómica adversa sin perder nuestra identidad, no obstante el neoliberalismo, la globalización y la post-modernidad. Existimos y permaneceremos siendo lo que somos socioculturalmente. Este es el mensaje que cual hilo conductor de todos los tiempos y todavía está ahí en la más concreta de sus expresiones: carencias materiales que doblegan el alma hasta la miseria.

Gracias, Antonio Sánchez Hernández, por traernos el Abuelo de todas las generaciones de dominicanos y dominicanas.







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