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La esencia de la globalización

Por Antonio Sánchez Hernández
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antonioasanchezhgmailcom/16/16/22
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martes 24 de octubre de 2017, 18:34h
A nivel planetario la industria mundial declina. La agropecuaria hace tiempo que lo había hecho. El sector terciario, por su parte, logra la supremacía, por vez primera. En este momento que vive el mundo, con un mercantilismo generalizado, todas las actividades sociales y todos los aspectos de la vida humana dependen de un mercantilismo global, mundial. Enhorabuena.

La globalización de las esferas monetarias y financieras del nuevo capitalismo triunfante, basado en el libre mercado, sin ningún contrapeso alternativo creíble, le da carácter de veracidad al mero crecimiento económico, como nuevo fundamento del bienestar, creando un nuevo reino: el paraíso del sector terciario de la economía, bajo el comando de las multinacionales. Ese es el mundo real. Ejemplo: ODEBRECH ha sido la multinacional mafiosa de mayor impacto en R.D. Todavía se espera que rectifique y pague sus desaciertos de corrupción e impunidad en R.D. en el corto plazo.

En efecto, en Estados Unidos, el peso del sector terciario en el empleo pasa del 17% en 1850 al 77% en 1992. En el Producto Bruto Interno, el sector de servicios llega al 70% en 1991 en Estados Unidos.

En la Comunidad económica europea, el sector de servicios pasa del 24% en 1870 al 64% en 1987. La industria mundial declina y ocupa por vez primera un segundo rango en importancia: en Bélgica la industria pasa de un 47% en 1950 a un 28% en 1987. En Inglaterra la industria baja de un 47% en 1950 a un 30% en 1987 (Le Monde Diplomatique.1993)

Desde el punto de vista del ingreso por habitante, un billón de personas sobrevive con un dólar por día. Dos billones de personas no tienen acceso al agua potable. Y tres millones de personas mueren anualmente por desnutrición crónica. Esa es también la realidad. Riqueza y pobreza mundiales marchan juntos y distantes.

Del siglo XIV al XVI se creó el comercio mundial. Del siglo XVII al XVIII se creó el capitalismo manufacturero. El capitalismo industrial se crearía en los siglos XIX y XX. El siglo XXI será testigo, de un capitalismo basado en los servicios. Eso es lo que llamamos globalización de la economía: Los servicios reinan en el mundo por encima de las industrias y del sector agropecuario. Ello significa una economía mundial de mercado, donde la tecnología, la investigación, la ciencia, se basará en una división del trabajo nunca vista, que transformará todos los valores, las estructuras sociales, las conductas y los comportamientos humanos, en función de tres grandes polos mundiales: Estados Unidos, Europa, Asia (Japón y China).

Las sociedades del mundo son reguladas en tanto que auxiliares de mercado. En lugar de que la economía forme parte de las relaciones sociales, estas últimas están proyectadas a ser gerenciadas por la economía, la cual será la fuente y la matriz del nuevo sistema de servicios, de acuerdo a la mano invisible del mercado y de las manos bien visibles de las multinacionales.

Una economía de servicios pujante, en medio de una distribución mundial del ingreso tan desigual, desde ya nos permite visualizar el conjunto del proyecto de globalización: en este momento, el 20% de la población más pobre dispone apenas del 1% del ingreso mundial, mientras el 20% de la población más rica, tanto en países ricos como pobres, dispone del 79% del ingreso mundial. Los ricos apabullan a los pobres, sobre valúan sus proyectos, no pagan impuestos suficientes, salvo excepciones. Mal comienzo, sin dudas. Porque como se sabe, la brecha entre países pobres y países ricos, en los últimos treinta años, se ha ampliado en cinco veces. Y en los propios países ricos, el desarrollo tecnológico, ha sacado de las industrias al paro forzoso a 30 millones de personas.

La corrupción.

En nuestro país la conveniencia particular se mantiene en constante conflicto con el cumplimiento del deber y la conveniencia general. “Cálculos estadísticos estimados del P.L.D. estimaban en treinta mil millones de pesos, el precio de la corrupción anual de R.D. a fines de l996”. Desde entonces la economía ha crecido mucho, en tres veces. Por esa razón, “Esa cifra de corrupción, se amplió ahora en el 2017 en tres veces, a 90 mil millones anualmente de acuerdo a un reciente estudio de Oxfam, organización internacional, titulado: “Se buscan recursos para garantizar derechos”, publicado recientemente. La corrupción está ya repartida y ampliada en todas las instituciones públicas en correspondencia con el alto crecimiento económico.

“La política, es un espacio donde han nacido faunas de especímenes de oportunismo logrero, tan diverso como extenso. Para los políticos, una parte de los cuales han vivido del robo y de la oportunidad, desde antes de Trujillo, y sobre todo después de Trujillo, “no existe un código moral tan preciso, de manera que el que lo viole, sea llevado al sitio que la sociedad ha designado para los que defraudan la moralidad pública (Marino Vinicio Castillo, Vincho).

Mientras seamos un país sin un Poder Judicial confiable, y un país de nuevos ricos al vapor, por vía política o por vía del narcotráfico, el enjambre de políticos que buscan ascender por vías ilícitas no disminuirá; es una recompensa, un pago por servicios prestados. En efecto, se nos vendió la idea de que democracia es igual a elecciones. ¡Nos han reducido el concepto de democracia al hecho de votar cada cuatro años!... ¿Quiénes organizan las elecciones, es decir, la democracia?: Los políticos apoyados muchas veces por el narco. Luego es normal que la recompensa mal habida sea también una forma de pago por servicios prestados. Así, los exitosos, metiendo la mano en la corrupción y en la impunidad desacreditan a los justos...

Rosa Cañete, “ejecutiva de OXFAM, en un informe reciente de esa institución, revela que el Estado dominicano gastará en el 2018 unos 90 mil millones de pesos al año en gastos innecesarios, de los que fácilmente puede prescindir, y reasignar esos recursos a educación, vivienda y salud. El monto de estos recursos malgastados equivale al 13% del gasto total del Gobierno central”.

Los dominicanos tenemos una tradición sociológica que hace muy vulnerable a nuestras instituciones. Se trata de que el Estado, desde nuestra independencia, ha tenido que procrear nuestras clases sociales, nuestros agentes productivos, por vía política. Y lo ha hecho, porque no encontró clases empresariales formadas, al momento de formarse la nación en 1844. En ese sentido ha tenido que ser centralista, ha personificado la sociedad: decide, organiza, integra y excluye. Mientras la población fue pequeña y también pequeñas las actividades de los agentes productivos, pudo manejar la situación a la velocidad que la propia sociedad imponía: en su necesaria lentitud. Aquello de que las cosas del Palacio van despacio era el ritmo apropiado. Hoy ya no es así. Hoy el ritmo apropiado es vertiginoso y la recompensa se presiente al doblar de la esquina. Solo se puede hacer fortuna rápida y gigantesca en R.D. por medio de dos vías: por medio de la política y por medio de las drogas. O por ambas cosas combinadas. El presupuesto mundial de las drogas es de 600 mil millones de dólares. Por eso están en todas partes, en todos los continentes.

Todos convenimos que el perfil de nuestra sociedad, de mayoría urbana, ha cambiado radicalmente, de que estamos viviendo en un mundo veloz, en un tiempo tecnológico de alta velocidad. La economía de servicios dominicana y sus espacios de libertad política hacen de la R.D. un nuevo país. Es el perfil intermedio entre una infancia agrícola rudimentaria que se aleja y un futuro, todavía incierto, pero altamente tecnológico que se acerca.

Nuestra vida como nación en el 2017 demuestra que la política es una actividad tan delicada, que no se puede dejar en manos, únicamente de los políticos. Estos deben ser supervisados de cerca por una estricta ley de partidos, donde se rinda cuentas. La R.D. ha ido incubando una nueva criatura, la democracia y la justicia, que una vez estampe su presencia, nos alejará de nuestro pasado y presente caudillista, de la misma forma que España se alejó de su sombra, del despectivo "norte de Äfrica", para transformarse en la décima potencia industrial del mundo...Ello así porque los ciudadanos dominicanos en su mayoría, en todas las grandes ciudades, han dado ya un gran viraje en su conciencia política y exigen públicamente, con su marcha verde, decoro y decencia.

El espacio tan grande que ocupa la actividad política en el país se explica, pues, como resultado de una carencia: el desarrollo. El trabajo político se concretiza cada cuatro años. Su meta, el Poder. Pero en el interín, el sistema político ha sido tan rudimentario, se ocupa tan poco del problema de las comunidades, a pesar del elevado crecimiento económico, que no puede dar el mejor ejemplo, que hace desconfiar incluso de la utilidad de las propias elecciones...Creo que si el país se insertara en un proceso obligado de poner la casa en orden; de esbozar un plan de desarrollo provincial de largo plazo, a través de polos de desarrollo, como lo hizo con el turismo, donde los agentes económicos participen, la corrupción podría disminuir sensiblemente. Si la corrupción anual es de 90 mil millones de pesos, como la estima OXFAM internacional, de no cambiar nada, cada cuatro años se desviarían 360 mil millones de pesos del presupuesto nacional y del desarrollo provincial. Ese dinero es necesario para nuestro desarrollo provincial, regional y nacional, para invertirlo productivamente en los campos, con alta tecnología, para enfrentar el cambio climático y hacer de la agropecuaria una tacita de plata, con una población nacional bien alimentada y altamente productiva, capaz de exportar masivamente.

Imaginemos un instante, que el país lo invierte cada cuatro años y lo dispone en abundancia energética; que educación y salud permite pagar altos salarios para un personal universitario y de técnicos medios preparado para el trabajo y para la vida: creando destrezas laborales, artísticas, musicales, idiomáticas y deportivas. Que nuestras cuencas hidrográficas están produciendo agua abundante, energía y alimentación, además de madera para la exportación; que los tres poderes del Estado están separados, que sean independientes en función del desarrollo nacional; que las empresas privadas y públicas están manejadas con sistemas de gestión y de alta gerencia, de cara a los mercados mundiales en cada provincia, en base a polos de desarrollo y alta tecnología. Que vivimos con una inflación reducida y que el precio del dinero es barato. En ese ambiente, la corrupción descarada y provocadora actual se iría extinguiendo. Es cierto que la corrupción la hemos convertido en un mérito institucional, en una normal recompensa mal habida. Pero es que en el desorden y en la anarquía, cualquiera pesca. Y el gran dinero pone loca a la gente.

Pero incluso, si el país se abre a las provincias y al mundo, la corrupción ya debilitada sacará por allá su cabeza de medusa, con más cuidado y delicadeza, pues es parte de la naturaleza humana. Pero podría ser controlada y extirpada con manos de seda, con la fuerza de las leyes, como sucede en los países más desarrollados del mundo donde la justicia es verdadera: Estados Unidos, por ejemplo… En los Estados Unidos usted no puede engañar al fisco, ni corromper sus instituciones, ni dejar de pagar sus impuestos, sin pagar las consecuencias. Por eso y por otras razones, los EEUU son el país líder en todo el mundo.

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