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Punto de Mira
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Irma hace de Miami una fábrica de serrín

Por EFE
Destrozados de infinitas maneras, arrancados de cuajo, partidos por la mitad, tanto en sentido horizontal como vertical, miles de árboles de Miami sufrieron hoy el paso del poderoso huracán Irma por el sur de Florida (EE.UU.).
Miami .- Aunque ha anegado calles, ha puesto en tierra barcos de una notable eslora y ha derribado semáforos, señales y carteles, probablemente nada dejara mayor huella en la ciudad que la pérdida de caobas, encinas, flamboyanes o guanos blancos que daban sombra desde hacía décadas a los jardines y avenidas de la ciudad.

Con el cepellón al descubierto y caídos sobre automóviles y viviendas, los árboles son hoy el mejor reflejo de la fuerza de los vientos que trajo consigo a Miami el huracán Irma, que rondaron los 160 kilómetros por hora.

El paso del ciclón por Miami fue más de viento que de lluvia, quizás porque finalmente no se concretó la trayectoria que predijeron los meteorólogos y que finalmente llevó el centro de este mortífero huracán por la costa oeste de Florida.

Innumerables calles de la ciudad quedaron intransitables por el todavía mayor número de árboles, que dejaron un manto verde sobre el oculto asfalto, que más parecía musgo que alquitrán.

Incluso la Dixie Highway, una de las principales arterias de Miami y que vive en permanente atasco, quedó totalmente cortada por la caída de varios árboles que bloquearon sus seis carriles.

Pero el afán de superación de los miamenses les llevó, nada más pasar los peores vientos, a salir a la calle a retirar los árboles.

Incluso uno de ellos, un joven más voluntarioso que efectivo, se animó a salir a limpiar los seis carriles de la Dixie en una titánica empresa sin grandes resultados.

Miami, una ciudad con una profusa vegetación, especialmente tropical y densa en alguno de sus barrios como Coconut Grove, luce desde hoy menos verde, y muchos de aquellos árboles que lograron superar el paso de los huracanes Andrew, en 1992, y de Katrina y Wilma, en 2005, no pudieron evitar que Irma terminase con ellos.

Mientras, con cara de resignación y amargura, los vecinos salían tras pasar el huracán del particular cautiverio al que les obligó Irma para comprobar el estado de sus casas y lamentar la pérdida de los árboles que tanta prestancia daban a sus propiedades.

Y es que los siempre atendidos jardines de la adinerada área de Coral Gables lucen más descuidados que nunca, y los dueños, o más bien los jardineros, tienen una ardua tarea por delante.

Desde hoy y durante unos días Miami puede exportar madera, o más bien serrín. EFE
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