"LA POBREZA PUEDE HACER ESTALLAR ESTE SISTEMA", reconocía
al dejar su cargo el que, al frente del FMI, y junto a Reagan, Bush y
Margaret Thatcher, fue el promotor, impulsor y punta de lanza en todo el
mundo de las políticas de liberalización económica y de ajuste que hoy
se aplican en Europa.
Creo que la primera persona que tuvo una conciencia plena del mundo en
el que nos estaba metiendo el FMI, el abanderado de la globalizacion
económica y del neoliberalismo triunfante tras la caída del comunismo y
de la Unión Soviética, fue su propio director general, Michel Camdessus,
al que tuve ocasion de entrevistar en abril del 2000 para El País, tras
verse obligado a dimitir de su cargo.
En cada pregunta y respuesta creia advertir la verguenza en su expresion
a la hora de tener que dar cuentas de por qué se había acelerado de tal
manera la brecha entre pobres y ricos durante su gestion.
Al recordar la actitud de cautela, casi de modestia, con la que el que
durante años había acaparado las portadas de Time, Newsweek, The New
York Times y las publicaciones más importantes de los cinco continentes,
como el hacedor y deshacedor de gobiernos y politicas en medio mundo,
me recibió en su elegante apartamento en un palacete de Paris, no puedo
dejar de pensar en como se vio afectado por el varapalo que estaba
recibiendo por esos dias.
De Jakarta a Seattle, se sucedían las revueltas que estaban derribando dictadores y clamando contra las políticas del FMI.
El FMI e instituciones afines como el Banco Mundial y la Organizacion
Mundial de Comercio habian caido en el mayor descredito en un momentos
en que las propias Naciones Unidas no dejaban de arrojar balances
demoledores sobre el estado del mundo. Las cifras de pobreza no dejaban
de crecer precisamente en los países de los que durante años sólo
habiamos oído hablar de crecimiento acelerado, como la Indonesia de
Suharto o los llamados Tigres asiáticos. El llamado éxito económico
atribuído a la liberalización y políticas de ajuste promovidas por el
FMI estaba poniéndonos ante una realidad: la macro y la microeconomía no
sólo no coincidían sino que iban en dirección contraria.
No funcionaba para nada aquella máxima de que dejemos a Nike instalarse
en Jakarta o a las multinacionales ocuparse de la produccion agrícola,
la minería, el petróleo o las finanzas para que se termine el hambre y
el país funcione; tampoco aquella de que a mayor beneficio de las
grandes empresas más trabajo y mejores sueldos para todos. La
prostitucion de las niñas, el trabajo infantil o en régimen de casi
esclavitud en esas mismas empresas que supuestamente venían a dar
sueldos y trabajos para todos, daban la medida del hundimiento de la
economía doméstica de los arroceros de Tailandia o los campesinos de
medio mundo.
Tambien la revelacion de como tantas guerras en Africa o dictaduras de
América Latina eran mantenidas en connivencia con los que explotaban sus
riquezas desde el exterior sacudía la opinión pública de Occidente.
El neoliberalismo con sus politicas de ajuste no era el prometido motor
de la economía si no un trasvase constante de la riqueza y los recursos
desde la mayoria a una minoria cada vez mas concentrada y mas
escandalosamente rica.
Algunas entrevistas que yo misma había hecho recientemente, como a Mary
Robinson, la ex presidenta de Irlanda, tras ser nombrada Alta
Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, alertando
de la situación, ponían de manifiesto la división que las políticas del
FMI y el Banco Mundial estaban provocando en las mismas instituciones
internacionales. Y Michel Camdessus al frente de la institucion mas
poderosa del planeta era su cara mas visible.
Habia empezado su trabajo al frente del FMI en 1987, cuando Reagan y
Thatcher se convierten en agresivos romotores del neoliberalismo en el
mundo, una politica que encuentra el campo libre a partir de la caida de
la Unión Soviética y el comunismo en los países del Este en 1991.
Llevaba pues 13 años al frente de la institucion que habia sido la punta
de lanza de la llamada globalización económica, tiempo suficiente para
hacer balance de la situacion.
La fama de economista implacable no impedía a un francés con una cultura
detrás darse cuenta de lo que pasaba en el resto del mundo.
La forma disciplinada con la que se sometió al bombardeo de preguntas,
en una larga entrevista sin concesiones ni condiciones, en la que sabía
que no se le iba a permitir tocar una coma, me dejaría con la sensación
de que era alguien que necesitaba redimirse o lavar la cara, no yendose
por la puerta trasera sin decir nada.
Un hombre elegante, delgado, menudo, con algo de cortesano astuto al que
le había fallado la astucia. Sentía que me encontraba ante un hombre
cuya máxima preocupación era a ver como salgo de ésta sin que me
linchen.
En el momento de hacerse esta entrevista, la primera tras verse obligado
a dimitir dos meses antes por el clamor mundial contra el
empobrecimiento causado por las politicas del FMI ¿sabia ya que su
obligado cese era solo una forma de entregar a los leones alguna cabeza o
pensó que el FMI se había equivocado e iba a cambiar de politicas?
Durante su tiempo al frente del FMI, Occidente y las instituciones
internacionales dejaron caer a los dictadores sobre los que antes se
apoyaban como fichas de domino para dar paso a nuevas democracias.
Democracias que, empezaba a verse, habían sido principalmente una forma
de tapar la boca a las protestas, pero que, como Caballos de Troya,
llevaban dentro las mismas politicas. La corrupcion de los dictadores
dio paso a la corrupcion de los políticos con los que se había pactado
nuevos préstamos a condición del desmantelamiento de toda economía de
Estado, subvenciones y subsidios sociales, abaratamiento de los
despidos, privatización de las grandes empresas en cuyas manos estaba el
petróleo, las finanzas o las riquezas del país, como así fue con los
Menem de turno.
Tras esta entrevista, publicada a dos páginas en la edición con más
lectores del domingo de El País, Michel Camdessus desaparecía de escena y
solo reaparecería con un perfil bajo como asesor de Sarkozy y miembro
del Africa Progress Panel o de la Fundación Chirac, cargos que sigue
ocupando a los 80 años.
También el FMI adoptó un perfil bajo. A partir de entonces se limitó a
proporcinar titulares tan técnicos como los de un gabinete de
contabilidad o auditor de cifras y previsiones de crecimiento en el
mundo.
Hasta que lo vemos reaparecer como parte de la troika, junto con Angela
Merkel y el Banco Central Europeo, que está aplicando en Europa las
mismas políticas que antes fueron cuestionadas en el resto del mundo. Y
su nombre en titulares que ya no se limitan a dar cifras sino
acompañados de verbos imperiosos como "exige" "insta", a Grecia, Chipre o
Portugal la adopción de medidas económicas y políticas de ajuste.
La perspectiva del tiempo nos demuestra, pues, como aquello que parecía
circunscrito al llamado Tercer Mundo era sólo un ensayo general previo
al asalto de lo que nos creímos era una fortaleza inexpugnable, la
Europa de larga tradicion democrática, rica y del bien asentado estado
de bienestar.
¿A quien sirve El FMI y sus brazos armados, el Banco Mundial y la Organizacion Mundial de Comercio?
Entonces se decía que servía a Estados Unidos y sus intereses
económicos, es decir, a sus multinacionales que acaparaban ya buena
parte del PIB de muchos países donde se habían instalado. Era cuando
todavía creíamos que, caída la Unión Soviética, íbamos a un mundo
monopolar, regido por una sola potencia económica y militar. Ahora, se
diría que lo que persiste son los mismos intereses y poderes económicos
que siempre hubo detrás de la política repartiendose un mundo
multipolar, en el que emergen nuevas potencias como China en competencia
con EE.UU.
Por lo demas, podeis leer la entrevista como si fuera hecha hoy. Basta
con cambiar el nombre de Argentina por los de Irlanda, Grecia, Portugal o
Chipre para que las preguntas y respuestas recuperen su vigencia y
sirvan para explicar algo de lo que esta sucediendo hoy.
Por: Pepa Roma Balagueró
peparomaperiodismoblogspot