www.diariohispaniola.com
Los inicios del control del mosquito: Su historia (1ra parte)

Los inicios del control del mosquito: Su historia (1ra parte)

Por Antonio Alfau Ascuasiati
x
acalfauyahooes/7/7/13
lunes 23 de mayo de 2016, 15:20h
Se publica en dos partes, el trabajo "Los inicios del control del mosquito" del agrónomo Sr. Antonio Alfau Ascuasiati de su libro "Plagas domésticas", 2da edición.
INTRODUCCIÓN
La evidencia fósil demuestra que el mosquito vivía hace 110 millones de años: fue hallada en España atrapada en trozos de ámbar. No obstante, la presencia del mosquito sobre la Tierra se estima en más de trescientos millones de años, rondando los períodos Devónico y Carbonífero, en los cuales se tiene constancia de la existencia de especies aladas.
En los tiempos actuales, el mosquito representa la plaga doméstica relacionada al mayor número de muertes por enfermedades transmisibles por vectores en nuestro planeta. Más de 200 millones de personas se enferman de malaria anualmente; más de medio millón muere (2013). Por encima de 50 millones se contagian de dengue, de esas más de 50,000 mueren. Además, los mosquitos transmiten la filariasis o elefantiasis que aunque no mata, incapacita al enfermo; actualmente, hay más de 120 millones de personas infectadas; unos 40 millones están desfigurados e incapacitados por la enfermedad. Otra enfermedad trasmitida por el mosquito es el virus del Nilo Occidental, que puede ser confundido con la gripe, pero puede causar la muerte con sus variantes que producen meningitis y encefalitis. Otras enfermedades que transmite el mosquito, de reciente manifestación en América, son la fiebre Chicungunya y el Zika virus.


FINLEY, “EL LOCO QUE PERSIGUE MOSQUITOS”.
Revisemos ahora la historia del control del mosquito, molestoso insecto que viene matando gente desde hace mucho tiempo y que sigue haciéndolo, atendiendo a su capacidad de multiplicación en el entorno de los seres humanos.
Dr. Carlos Finley
La malaria o paludismo es una enfermedad infecciosa parasitaria muy antigua. Existen datos que sugieren su presencia en el hombre prehistórico; se describe en papiros egipcios. En los mitos chinos es representada como la acción conjunta de un trío de demonios: uno con un martillo (símbolo del dolor de cabeza), otro con un cubo de agua fría (alegoría de los escalofríos), y otro con un horno ardiente (representando la fiebre).
Por otro lado, la primera epidemia de fiebre amarilla sufrida por los europeos ocurrió en La Española (Santo Domingo), en el año 1494, propagándose la enfermedad hasta la población indígena y continuando su acción mortífera hasta el año 1496, diezmando a los integrantes de las nuevas expediciones colonizadoras. En esa ocasión, la enfermedad fue nombrada modorra pestilencial. Un historiador describió este mal poéticamente; haciendo un paralelo con la peste negra, planteaba que sí, “aquélla cabalgaba cual jinete gigantesco, en caballo negro, ésta lo hacía sobre bestia amarilla, ocasionando la muerte a aquellos que osaban trasponer el Océano”.
Corría el año 1879 cuando el médico cubano, católico ferviente, Carlos Juan Finlay y Barrés, se plantea estudiar los mosquitos minuciosamente, motivado, según una anécdota, por la molestia del zumbido de uno de ellos, una noche, mientras rezaba el Rosario.
Finlay nació en la ciudad de Puerto Príncipe (actual Camagüey), Cuba, el 3 de diciembre de 1833. Realizó estudios de medicina en Francia, así como en Filadelfia, Estados Unidos, donde tuvo como profesor a Kearsly Mitchell, uno de los pioneros de la teoría de la actuación de los gérmenes, como agentes patógenos.
A Finlay, llamado con burla por los médicos americanos de entonces, “el hombre de los mosquitos” o “el loco que persigue mosquitos”, es a quien corresponde la gloria de haber descubierto que el mosquito Culex o Stegomyia, como era llamado en ese entonces el Aedes aegypti, era el agente transmisor de la fiebre amarilla, lo que además abrió el camino hacia la determinación de la participación de vectores en la transmisión de enfermedades.
Durante la Conferencia Internacional de Sanidad, celebrada en Washington D.C., en febrero de 1881, Finlay habló de su hipótesis de un agente transmisor de la fiebre amarilla, ajeno a la enfermedad y al enfermo, no mencionó al mosquito. Su declaración fue recibida fríamente y nadie formuló una sola pregunta.
De regreso a Cuba, en junio de 1881, hizo que un mosquito Aedes aegypti hembra, infectado, picara a un voluntario sano, para experimentalmente reproducir la enfermedad. Repitió la experiencia en otros cuatro casos. Volvió a repetir la prueba en otros 4 casos y todos enfermaron. Conociendo él cuáles eran las etapas más y menos peligrosas de la enfermedad, tuvo la precaución de no provocar casos en los que la vida de los sujetos corriera peligro.
Descubrió también que el individuo picado una vez por un mosquito infectado, quedaba inmunizado contra futuros ataques. De allí nació la sueroterapia de la fiebre amarilla: inyecciones subcutáneas de suero de individuos inmunizados.
En agosto de ese año, habiendo ya comprobado su hipótesis, Finley presentó ante la Academia de Ciencias Médicas de La Habana su trabajo "El mosquito, hipotéticamente considerado como agente transmisor de la fiebre amarilla". No le hicieron caso y ese trabajo fue dejado sobre la mesa para una futura revisión.
Durante los veinte años siguientes, millones de personas enfermaron y de esas, cientos de miles murieron en Estados Unidos, Cuba, México, Brasil, Panamá y Venezuela.
En esos tiempos, Cuba estaba bajo dominio español, y a partir del 1898, bajo protectorado de Estados Unidos, quienes se empecinaban en buscar la causa de enfermedad por otras direcciones.
Varias comisiones médicas norteamericanas habían sido enviadas a la Isla a estudiar el mal. La última de ellas conocida como la U.S. Army Yellow Fiver Commission, integrada por su comandante Dr. Walter Reed, los doctores militares americanos Jesse W. Lazear y Lewis Carrol y el Dr. Arístides Agramonte, cubano, tenía como objetivo estudiar la posible relación de la enfermedad con el Bacillus icterodes, considerando válida la teoría del médico italiano Giuseppe Saranelli, quien lo había reportado en 1887 en Montevideo, como causante de la misma y que establecía el aparato respiratorio como la vía de entrada al cuerpo humano. No había relación alguna; la gente seguía muriendo mientras la susodicha comisión se empecinaba en ignorar la tesis del Dr. Finlay.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios