Día Mundial del Sida 2025: Entre la memoria y el compromiso
Cada 1 de diciembre, desde 1988, el mundo detiene su rutina para recordar una de las batallas más largas y complejas de la salud pública: la lucha contra el VIH/SIDA. Treinta y siete años después de aquella proclamación de la Organización Mundial de la Salud, la fecha sigue siendo un espejo incómodo que refleja tanto los avances científicos como las desigualdades persistentes
Santo Domingo.- El Día Mundial del Sida 2025 llega bajo el lema “Superar las disrupciones, transformar la respuesta al sida”, un llamado que no es casual. La pandemia de COVID-19, las crisis económicas y los recortes en cooperación internacional han puesto a prueba la resiliencia de los sistemas de salud y de las comunidades que sostienen la respuesta al VIH. En paralelo, la OPS/OMS insiste en la meta de “Cero muertes por SIDA en 2030”, recordándonos que la ciencia ya ofrece herramientas suficientes para evitar la tragedia, pero que la voluntad política y la equidad social siguen siendo los verdaderos antídotos. Hoy, más de 40 millones de personas viven con VIH en el mundo. Los tratamientos antirretrovirales han transformado la enfermedad en una condición crónica, pero el acceso desigual al diagnóstico temprano, a la profilaxis (PrEP y PEP) y a la atención integral mantiene abiertas heridas que deberían estar cicatrizadas. En América Latina y el Caribe, las brechas en cobertura sanitaria son un recordatorio de que la geografía aún define la esperanza de vida. El editorial de este día no puede limitarse a cifras. Debe señalar lo esencial: el estigma sigue siendo una de las barreras más crueles. El silencio, la discriminación y la indiferencia pesan tanto como la falta de medicamentos. Combatir el VIH/SIDA implica también transformar narrativas, educar a nuevas generaciones y garantizar que la memoria de quienes perdieron la vida se convierta en motor de justicia. El Día Mundial del Sida no es solo una conmemoración; es un examen de conciencia global. La pregunta que subyace es si seremos capaces de cumplir la promesa de un futuro sin muertes por SIDA. La respuesta depende de gobiernos que prioricen la salud, de instituciones que sostengan la cooperación y de sociedades que abracen la solidaridad como política pública. En 2025, el desafío es claro: no basta con recordar, hay que actuar. Porque la historia del VIH/SIDA nos enseña que cada omisión cuesta vidas, y cada compromiso sostenido abre la posibilidad de un mañana más justo y humano.