Hace unos dias se celebró el Día de los Difuntos y como suele ocurrirnos a todos los que pasamos de los 60, son muchas las pérdidas que tuvimos a lo largo de nuestra existencia. La gente se rie mucho cuando les cuento que sería “viuda” de dos grandes amores de mi vida, pues los 2 se han ido.
Asi ocurre con los padres, los abuelos, tíos queridos, amigos entrañables, vecinos y muchos mas, independientemente de que la humanidad está sumida en un caos tan grande, que eso nos mantiene desmotivados y, por qué no… entristecidos.
Hoy, leí un artículo del muy admirado Freddy Ginebra en el que hace hincapié en el daño emocional tan grande que se hace al adulto mayor cuando no somos tomados en cuenta. El nos relata el caso de una envejeciente que un dia cae en un letargo y la familia no sabe que pudo ocasionárselo. Era una mujer de costumbres rutinarias y una mañana llega a la casa la servidumbre de muchos años y la encuentra en un letargo.
Silenciosa, distante… No hay explicación para este estado de ausencia y cada dia se vuelven mas distantes con ella, porque da la apariencia de que vive “en otro mundo”. Una de las nietas propone la inversa, que se turnen los descendientes y le dediquen un rato cada uno para hablarles de sus quehaceres y noticias del diario vivir. Una mañana, cuando llega la servidumbre, ella, como si ese tiempo de ausencia mental no hubiese existido, le conversa sobre su jardín y las cotidianidades propias de su vida.
Ese relato nos lleva a reflexionar en que debemos valorar a ese ser querido que dió tanto en sus años productivos. Es importante hacerse el propósito de hacerles sentir que no están solos. Que siguen siendo amados a pesar de sus limitaciones.
Lo digo por mi misma, sobre todo con los nietos, que antes no salían de mi casa y ahora tengo que rogarles para que se queden conmigo y cuando lo hacen tienen siempre a su lado el “amado celular”. No lo sueltan ni para comer. En pocas palabras, la comunicación es cero!
Me quejo con el hijo y me dice que así la juventud de estos tiempos y yo me pregunto: Qué está pasando con esta generación? A los niños no se les compran juguetes educativos porque son muy aburridos…
Los jóvenes se la pasan chateando y la tendencia a culturizarse es casi nula. Viven en su mundo. Los adultos mayores son como niños a los que hay que mimarlos y darles seguimiento. Ellos dieron mucho por ti. Ahora es su turno. Creemos conciencia familiar. Mi generación tuvo mucho apoyo de sus padres y hasta su último suspiro estuvimos a su lado. Cuando los recordamos lo hacemos con amor y nostalgia. Papás y mamás del presente.
Sus hijos, mas que lujos y vanidades piden a gritos que les tomen en cuenta. Que en su vida de adultos tengan muchas historias felices que contar. Creo y sigo creyendo que “un niño feliz, generalmente es un adulto feliz”.
Su memoria está llena de recuerdos gratos. Los padres y abuelos fueron parte importante en su formación. Los mimaron, los consintieron. Ahora les toca a ellos! Ir a un asilo de ancianos es sencillamente triste, porque es estar en contacto con los últimos tiempos de muchos los que les rodean.- Si es menester que asi sea, nunca abandonen a sus viejitos.
Seamos agradecidos y nobles. Aplaudo la disposición del CONAPE (Consejo Nacional de la Población Envejeciente) en el sentido de crear hogares de acogida temporal. Van al asilo, pasan un dia de recreación y los retornan a sus hogares en la tarde. El amor nos fortalece… Nos da sentido para vivir!
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