Cuando evocamos esta ciudad, pensamos en moda, de la buena, de la que ha dado origen a grandes marcas, de las manos de trascendentes creadores, que han dejado su legado y además influenciado en la historia del arte y de la moda. Uno de ellos, sin duda el más importante del Siglo XX, es el Maestro Yves Saint Laurent, quien con tres siglas, es reconocido mundialmente: YSL, cuyos aportes han sido de gran influencia en la moda, desarrollo y evolución de un oficio que cultivó y ejerció con indiscutible maestría, transformando el smoking masculino, en una original pieza tailleur, de color negro, para realzar la silueta femenina, modernizarla y conseguir con práctica elegancia, un look original y denominativo de su estilo creativo.
Sus aportes, van mucho más allá de una estética aceptada y codificada, en sus raíces Marroquíes y Argelinas, que fusionadas con sus avanzadas ideas, dieron respuesta a un mundo, que busca de manera incesante nuevas propuestas y genios para convertirlos indistintamente en símbolos generacionales, que como él, pasaron a ser icónos, de décadas como los 70 y los 80, cuya presencia se imponía en todo lo que estaba “inn” para aquel entonces figuras, socialités internacionales, como Bianca Jagger, top model, súper famosa, por ser esposa del roquero inglés, Mick Jagger y luego triunfó en las pasarelas, hasta convertirse en símbolo de activismo de los derechos humanos.
La modelo francesa Lulú de la Falaisse, la princesa Lee Radziwill (hermana de Jackie Kennedy y casada con un príncipe yugoeslavo) y la mítica Catherine Deneuve, eran imágenes de su leyenda, junto a temas, que trató con maestría, tales como: la época de Picasso, la pintura de Vincent Van Gogh y de tantos otros períodos, que hicieron más grande su trayecto. Sus trajes safaris, sus calzados, sus emblemáticos aromas, dejaron un olor a opio legalmente usado por casi todas las mujeres del mundo.
El proceso creativo de sus vestidos, sus sombreros, zapatos, accesorios y cada creación que salió de su sello, se encuentra bocetada (primero) con sus respectivos y su terminación final, como muestra de que el éxito no fue “algo casual” sino un producto de una imaginación genial.
Así fue, como en mi penúltimo día en París, salí de mi maravillosa estancia en el Hotel Víctor Hugo, de la Rue Copernic, acompañado de mi amiga Karen Hernández, tras la búsqueda de unos materiales de arte, cuando de pronto descubro, que a unas pocas cuadras de mi hotel, está ubicada la elegante Mansión, que fue casa -estudio del mítico maestro Yves Saint Laurent, que era imposible perderme la ocasión de vivir una vez más, un magnífico encuentro, esencial con uno de los más grandes personajes de la moda del Siglo XX, o lo que es lo mismo, “su pasión creativa”, esas ventajas, solo se tienen cuando se está, en una ciudad, que como París, vive y respira por amor al arte, su historia y evolución, como legado a las nuevas generaciones.