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Tenemos que ser parte de la solución y no del caos para poder vencer al COVID-19

Tenemos que ser parte de la solución y no del caos para poder vencer al COVID-19

El orgullo de ser dominicana es algo que siempre he manifestado. Somos un pueblo lleno de gente alegre, solidaria y con una calidad humana que conquista. Cuando es necesario luchar por una causa justa nos unimos para alzar nuestras voces y aportar desde nuestras posibilidades. A pesar de todo eso, siendo objetivos, a veces ese orgullo también se desvanece por causa de aquellos que, con malos ejemplos, empañan el nombre de la República Dominicana.

Santo Domingo.- Los cambios que hemos sufrido desde que se establecieron las medidas para combatir el COVID-19 han puesto el país de cabeza. Tal cual otras naciones, hemos tenido que enfrentar la pandemia poniendo en marcha acciones que han causado y seguirán causando efectos poco favorables para la sociedad.

Hay que reconocer que las autoridades han sumado sus esfuerzos para evitar la expansión de la enfermedad. El Gobierno ordenó el paro de actividades comerciales en la industria del turismo y las zonas francas, se prohibió la entrada y salida de vuelos comerciales desde los aeropuertos, se cerró la frontera y se exhortó a las empresas a trabajar desde sus hogares o con el mínimo de empleado en sus oficinas. Todo esto, con el conocimiento de las consecuencias negativas que tendría en nuestra economía.

Otra de las medidas más importantes fue la de apoyarse en el aislamiento social. Tras declararse el país en estado de emergencia, se exhortó a la población a permanecer en sus hogares, pues desde que se conoció el primer caso en China, la exposición pública es el mayor detonante ante el contagio.

Pero ¿qué hicieron algunos dominicanos? Aprovechar que las empresas cerraron para salir a las calles disfrutar de las “vacaciones inesperadas”. Para evitar esto, se estableció –también por decreto- un toque de queda nacional para llevar el mensaje de que permanecer en la casa no es una opción, sino una obligación que todos debemos cumplir.

La medida se infringió desde que se impuso. A la fecha, las personas continúan saliendo sin necesidad para realizar reuniones sin ningún tipo de protección, improvisar “discotecas móviles” para recrearse con música y alcohol, sentarse en las aceras como si quisieran hacer competencias con los militares que salen a patrullar, entre otras barbaridades.

Da mucha impotencia ver la falta de empatía y de respeto de ese grupo de dominicanos hacia aquellos que salen cada día para salvar vidas; hacia los que luchan por mantener el orden y, especialmente, hacia los que sufren por ese ser querido que perdió la batalla contra la enfermedad y a quien no pueden despedir de forma digna.

Es cierto que estar “encerrados” en la casa no es sencillo; me atrevo a decir que no ha sido una fácil para nadie. Los que sí hemos permanecido en el hogar hemos experimentado emociones encontradas con las que estamos aprendiendo a lidiar. Sin embargo, es la tarea más simple si la comparamos con la del personal de salud que se expone cuando trata a los pacientes; la de los militares que no pueden dormir en las noches por patrullar las calles, la de algunos funcionarios en los que recae la responsabilidad de buscar soluciones o la de los periodistas trabajan largas horas para mantenernos informados.

Este es el momento de demostrar que no somos eso malo que se ve en los videos virales de las redes. Vamos a unirnos como pueblo y como país para demostrar que desde la clase más alta hasta la de los más vulnerables, somos gente sensata que entiende el proceso difícil por el que estamos pasando como nación y que se suma a la lucha contra el COVID-19.

¡Seamos conscientes! Seamos parte de la solución y no del caos. Aportemos de la única manera que podemos, que es permaneciendo en nuestras casas.

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