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Giovanny Cruz y Exmin Carvajal.
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Giovanny Cruz y Exmin Carvajal. (Foto: Cortesìa)

“El Vestidor”, “The Dresser”

De Sir Ronald Harwood (Cuyo nombre, extrañamente, no aparece en el programa)

jueves 29 de agosto de 2019, 13:54h
Próximas presentaciones viernes 30, sábado 31 (a las 8:30, pm.) y domingo 1ro.(a las 7:00n p.m)
Giovanny Cruz
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Giovanny Cruz (Foto: Cortesìa)
Giovanny Cruz y Karoline Becker.
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Giovanny Cruz y Karoline Becker. (Foto: Cortesìa)
El autor nació en Cape Town, África, el 9 de noviembre del 1934. Horwitz fue su verdadero apellido; pero lo cambió a su llegada a Inglaterra en 1951, porque un profesor lo consideraba como algo foráneo y demasiado judío para un actor teatral.

Es un prolífico escritor con más de 21 obras teatrales y más de 16 guiones para cine, aparte de 10 libros relacionados con el teatro. Es reconocido mundialmente por los guiones cinematográficos de esta obra a la cual ahora nos referimos (nominada para un Oscar) y por “El Pianista” (The Pianist), con la cual ganó el apetecido premio en 2003. Posteriormente ha recibido una tercera nominación por la adaptación de su obra “La escafandra y la mariposa” (“The Diving Bell and the Butterfly”).

The Dresser, filmada dos veces, (1983 y 2015), se desarrolla en un camerino en enero una noche del 1942, durante la Segunda Guerra Mundial. Los aviones alemanes bombardean durante la función y las sirenas que anuncia el ataque pueden escucharse a cada momento. Los párrafos de la obra hacen frecuente alusión al conflicto bélico y sus efectos.

El Vestidor es un simpático retrato de lo que sucede detrás de un escenario y, especialmente, del hombre que sacrifica su propia vida para mantener continuando el espectáculo. No es autobiográfica; pero se refiere a la primera etapa de la vida teatral del actor, cuando, durante cinco años, desde 1953 hasta 1958, fue asistente personal de Sir Donald Wolfit en la Shakespeare Company.

Trata de una compañía de segundo o tercer orden que se dedica a presentar el repertorio shakesperiano por provincias inglesas, teniendo como atractivo principal a quien fuera un coloso del escenario.

Pero, la edad ha mermado peligrosamente el uso de la memoria del aún gran actor. Esa noche será presentada la tragedia “Rey Lear”, y el pobre viejo tiene en su pensamiento la del día siguiente “Otelo” (Othello, The Moor of Venice).

El vestidor, quien pronto descubrimos como la memoria externa del actor, casi un amoroso marionetero, se desvive intensa y dolorosamente por mantenerlo dentro de la próxima realidad del escenario. ¡Y lo logra!

Al inicio están presentes Vestidor y la Esposa del actor, su pareja profesional en la compañía. Discuten el extraño comportamiento del envejecido y debilitado ser humano. Más temprano en ese día estuvo lloran desnudo en la lluvia y fue llevado a un hospital psiquiátrico. La doña y Madge la directora escénica quien, sin anuncio, aparece nerviosa, quieren ambas cancelar la presentación; pero Norman lo objeta.

Llega el aludido, habiéndose escapado del hospital. Quiere prepararse para la obra, aunque no logra recordar cuál es. Norman se mantiene recordándole que es Rey Lear, mientras le ayuda con el maquillaje y el vestuario, a la vez que refuerza su intención de actuar diciéndole que el teatro estará completamente lleno… Asegura a su esposa y a la directora escénica que hará una magnífica actuación como acostumbra.

Al final, también sin presagios directos y sin un clímax notorio, se produce un incómodo desenlace.

Así de simple; así de sugerente y precisa; así de correcta y completa para presentar una sorda y muy humana tragedia.

El reparto de la obra es, en orden de intervención: Norman (the dresser), Exmín Carvajal (quien también es el adaptador de la obra y el productor del montaje); La Señora (Ladyship ), Yanela Hernández; Madge (la directora escénica), Luvil González, El Señor (Sir ), Giovanny Cruz; Irene (La actriz), Karoline Becker, y Geffry, Mario Lebrón, (quien a la vez es el Director de la obra).

Las tres hermosas actrices (Yanela, Luvil y Karoline) nos entregan etérea y graciosamente sus personajes, aunque las intervenciones resulten un tanto imprevistas y hasta, en apariencia, innecesarias; el personaje de Mario es tajantemente circunstancial, pero nos llega correctamente; Giovanny, en su caracterización de un tiránico actor clásico, está, como acostumbra, brillante; y Exmín, el protagonista y eslabón de la trama es correcto en cuanto a sus atributos actorales aunque su concepción del personaje despliegue mayor fuerza en su factor hilarante, que en su profesionalidad y su falta de egoísmo o, simplemente, amor. Me pregunto qué habría sucedido en caso de un cambio entre su concepción y la sabiduría escénica de Giovanny.

Por lo demás: la escenografía, hermosa, aunque no nos representa un típico “backstage” pueblerino; el vestuario preciso y bien concebido, sobre todo en lo que se refiere lucidamente al actor; la luz, perita, enriqueciendo y valorizando las actuaciones; y el sonido apropiado y sugeridor.

La dirección, serena y precisa, como su progenitor.
Salvat, Harwood y Lebrón.
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Salvat, Harwood y Lebrón. (Foto: Cortesía)
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