Según la Oficina Nacional de Estadística (ONE), las personas de 60 años o más representan ya el 13,2 % de la población, y las proyecciones indican que para 2050 los mayores de 65 años superarán el 16 %. Este cambio demográfico plantea grandes desafíos: desde garantizar pensiones dignas hasta asegurar servicios de salud adaptados a enfermedades crónicas, dependencia y atención geriátrica.
Actualmente, cerca del 49 % de los adultos mayores carece de pensión o ingresos propios, lo que los obliga a depender de familiares o remesas. La precariedad golpea con más fuerza a las mujeres, quienes en muchos casos no accedieron al mercado laboral formal. A esto se suma que el edadismo y la discriminación por edad continúan limitando su participación activa en la vida social y económica.
El país cuenta con una normativa avanzada, como la Ley 352-98 sobre Protección de la Persona Envejeciente y la labor del Consejo Nacional de la Persona Envejeciente (CONAPE), que en el último año ha beneficiado a miles de personas con servicios comunitarios, atención domiciliaria y programas de asistencia. Sin embargo, la cobertura sigue siendo insuficiente y persisten vacíos en seguridad social, acceso equitativo a la salud y mecanismos de protección frente al abandono o maltrato.
En este Día Internacional del Envejeciente, la reflexión se centra en la urgencia de pasar de las leyes a las acciones efectivas: ampliar el acceso a pensiones universales, garantizar atención médica especializada, asignar más recursos a programas sociales y, sobre todo, reconocer la dignidad y el derecho a una vida plena de quienes han entregado su esfuerzo al país.
La fecha no solo invita a celebrar la experiencia y sabiduría de los mayores, sino a redoblar la lucha para que la vejez en República Dominicana no sea sinónimo de desamparo, sino de respeto, cuidado y justicia social.lc