Como ya hiciera el anterior papa, Benedicto XVI, Francisco ha dejado la puerta abierta a poder renunciar al papado en los próximos años por sus problemas de salud.
En concreto, una de sus rodillas apenas le deja caminar y en su reciente visita a Canadá se le ha visto únicamente siendo trasladado en silla de ruedas, con incapacidad siquiera para dar unos paos.
Los riesgos de someterse a cirugía de nuevo, con anestesia general, parece preocupar a sus médicos, que le desaconsejan por ahora operar su maltrecha rodilla y seguir postrado en una silla: "No se juega con la anestesia y por eso se piensa que no es conveniente".
El Santo Pontífice,de 85 años ya, ha comentado que entiende que su papado podría verse limitado por no poder realizar viajes o que también podría optar por reducir su agenda internacional, por mucho que le moleste hacerlo. "No creo que pueda seguir haciendo viajes con el mismo ritmo que antes", comentó a los periodistas.
Francisco desdramatizó lo que supondría una renuncia: "A mi edad, y con esta limitación, tengo que ahorrar fuerzas para servir un poco a la Iglesia... o pensar en la posibilidad de echarme a un lado".
"La puerta está abierta. Es una opción muy normal", comentó sin darle gravedad a la posibilidad. Sobre si da plazos para dimitir, explicó: "Hasta ahora no he llamado a esta puerta. No he sentido aún esta posibilidad, pero esto no quiere decir que mañana no empiece a pensar en ello".
E insistió en que no sería ningún drama, destacando que "no sería algo extraño" ni"una catástrofe": "Se puede cambiar de papa, no hay ningún problema". En cuanto a la posibilidad de un próximo viaje a Ucrania, expuso: "Veremos lo que me encuentro cuando llegue a casa".