Desde los años setenta, su presencia se hacía sentir en la televisión nacional y en la crónica social, brillando con luz propia y con un estilo inconfundible, tanto para pronunciar las palabras, como para crear fantasías fabuladas, en su mundo rosa, tan autentico como para un niño lo es la carroza de la Cenicienta o sus mágicos zapatos de cristal.
Nadie como ella para narrar y describir situaciones, contar sobre personalidades de entonces y transportarnos a los lugares soñados donde cubría -para entonces-, las mejores fiestas que ofrecía la crema y nata del jet set social.
Con Magda Florencio varias generaciones aprendieron a ponerles alas a los sueños. Se formó como periodista, y aunque hizo noticias, fue en la crónica social donde se consagró como la mejor.
Su inolvidable “Noche y Día” logró llenar páginas completas de los nombres y apellidos que hacían la noticia y llamaban la atención por ser celebridades. Nadie como ella para dar primicias y descubrir secretos, a veces ocultos, pero como bien se dice: “¡No hay nada oculto bajo el Sol!”
Viajó con presidentes, embajadores y artistas de todas las especies. Entrevistó personalidades y todavía conserva amistades de esa época, donde la movida era intensa, en lo social y en lo político por igual.
Magda Florencio se inició muy jovencita en los medios y por igual, fue madre a muy temprana edad de su único hijo Cesar Arturo Fernández Florencio, ingeniero civil de profesión y padre de dos hijos, que la han convertido en abuela.
Mis cuentos y recuerdos con la Florencio, sus lecciones de vida y momentos disfrutados son tantos que no cabrían en estas páginas, pero como la gratitud es la memoria del corazón, allí los conservo ¡Con todo mi amor!
Pionera en muchas cosas, tuvo la dirección en sus manos del primer canal de sociales del país: Isla Visión. También, cuando salió el periódico HOY, dirigió sus páginas sociales; estuvo en la Revista Eva, una de las primeras revistas femeninas que tuvo el país.
Siempre me quede esperando un libro de cuentos escritos por ella, aunque nos regaló, editadas en un libro, sus inolvidables columnas de NOCHE Y DÍA, un magnífico compendio para el recuerdo de una narradora especialmente fantástica.
Un día, pareció terminar todo y se nos fue a New York durante una larga temporada donde casi no teníamos contacto, porque sabe esconderse y ser discreta en su vida personal, tanto como un día lo hizo Greta Garbo.
Amiga de sus amigos, diva por naturaleza y celosa de su intimidad, con derecho afectivo para llamarnos la atención a los que somos parte de sus muchachos queridos, siempre como una madre que no olvida las fechas importantes, pero que huye de celebrar los cumpleaños, porque nunca les gustaron, así es Magda Florencio, una mujer nacida con una gracia y encanto que la hacen especial y única en su estilo.