Dentro del hospital de maternidad situado en el oeste de la Ciudad de México, la preocupación pronto se tornó en pánico conforme el acre olor del propano se extendía, y la nube de vapor crecía ante la puerta de urgencias. El personal del camión cisterna de gas que había fuera empezó a gritar: "¡Llamen a los bomberos! ¡Y digan a la gente que salga!".
Una enorme explosión marcó la mañana, derrumbando la mayoría del hospital y provocando llamas y humo que se alzaron hacia el cielo el jueves por la mañana.
Cerca del centro, Fátima Parras, de 16 años, se estaba preparando para ir a la escuela en su casa cuando la detonación arrancó tejas de su tejado. Con el pelo aún mojado, corrió a la calle, donde encontró a un chico de unos 13 años llevando un bebé del hospital.
"El bebé estaba cubierto de polvo y el chico corría. Empezó a gritar '¡Ayuda, ayuda!''', recordó Parras. Los vecinos que acudieron a la escena encontraron a madres sangrando, saliendo de los escombros con niños recién nacidos mientras los niños lloraban entre los restos del hospital.
En la explosión murieron un bebé de varias semanas y una enfermera de 25 años, mientras que una segunda bebé murió unas horas más tarde, según las autoridades de la ciudad. De las más de 70 personas heridas, ocho niños y siete adultos estaban en estado grave. El jueves por la noche, las autoridades dijeron que no quedaba nadie bajo los escombros del Hospital Materno Infantil de Cuajimalpa.