Es altamente cuestionable que el museo al padre de la patria de los dominicanos y dominicanas, esté vuelto un almacén en el que piezas de un inmenso valor histórico se deterioran entre la tierra, el polvo, lo mismo que la iglesia en la que Duarte recibió el santo sacramento de las aguas bautismales y donde descansan los restos de su padre Juan José Duarte.
Un monumento patrimonio de la humanidad edificado antes del 1562 y que debía ser un atractivo al turismo y un centro para la educación del pensamiento duartiano, por ser bautizado nuestro apóstol de la libertad y fundador de la República, no debía tener años cerrado, negándole el derecho que gozan los cristianos a recibir la santa misa, por la inseguridad que representa en la actualidad esta majestuosa obra arquitectónica de un estilo Español-Colonial y con una decoración en su interior Gótico-Isabelina, dijeron Ramírez y García.
Expresaron esperar que la parroquia sea terminada sin más rodeos o táctica dilatoria, porque aparenta más un negocio su restauración, que la voluntad propia de servirle al catolicismo, al pensamiento duartiano y al turismo, tanto nacional como internacional.