Santo Domingo.- Vergüenza ajena por haberse ignorado, deliberadamente o no, las disposiciones legalmente instituidas a cumplir en la designación de directores de éste organismo.
Vergüenza ajena por evidenciarse que desde la pasada legislatura se “venía cocinando” una iniciativa en esa dirección, emitiendo una señal peligrosa de fijación mental, habida cuenta que el hoy favorecido se desempeñaba como legislador.
Vergüenza ajena porque dos diputados de mi partido reformista, el de mayor edad y el de menor, hayan rescatado dicha iniciativa en la presente legislatura.
Vergüenza ajena por el PRM, partido mayoritario en dicho cuerpo legislativo, por haber aprobado éste atropello que constituye una negación de la consigna de institucionalidad enarbolada durante la campaña electoral; la cual constituyó un factor importante para que la mayoría de los ciudadanos nos inclináramos por el CAMBIO.
Vergüenza ajena por la defensa del gobierno a la decisión de la cámara de diputados, evidenciando la intervención gubernamental en lo que parecía una iniciativa legislativa.
Reconociendo la necesidad de revisar los requisitos profesionales para el desempeño de funciones ejecutivas en organismos públicos, entendemos debe respetarse un orden de precedencia que demuestre apego a la institucionalidad: modificando las leyes primero y designando después en lugar del proceso inverso que se ha seguido.
Abrigamos la esperanza que el proyecto de ley sea desestimado en los próximos trámites congresionales.
Y confiamos en que el Presidente de la Republica procederá a rectificar la designación de marras.
Solo así, por aquella admonición evangélica que nos enseña ser “fiel en lo poco para poder serlo en lo mucho”, se podría mantener la credibilidad de los propósitos de INSTITUCIONALIZACIÓN que se han venido pregonando.