El documento advierte que esta situación constituye una “crisis silenciosa”, alimentada por la falta de pruebas suficientes y el aumento de personas sin diagnosticar. Aunque en 2024 se registró una ligera disminución de nuevos casos (105.922), la brecha en la detección temprana sigue siendo crítica.
Los diagnósticos tardíos son especialmente frecuentes en personas infectadas por transmisión heterosexual y en quienes se inyectan drogas. El factor migratorio también juega un papel clave: uno de cada tres diagnósticos corresponde a personas de origen extranjero, cifra que asciende a la mitad en los países de la Unión Europea y el Espacio Económico Europeo. El director de la OMS-Europa, Hans Kluge, denunció que el estigma y la discriminación continúan siendo barreras mortales: “Un diagnóstico temprano no es un privilegio, es la puerta a una vida larga y saludable y la clave para detener el VIH”.
La OMS y el ECDC insisten en la necesidad urgente de servicios de prevención y pruebas accesibles, culturalmente competentes y dirigidos a poblaciones vulnerables, para revertir esta tendencia y acercarse al objetivo de 2030.lc