Desde 2005, esta jornada busca sensibilizar sobre la fragilidad de un patrimonio que abarca películas, grabaciones de radio y televisión, archivos sonoros y videográficos, muchos de los cuales corren riesgo de deterioro o pérdida definitiva. Pero hoy, la amenaza no solo proviene del tiempo o de la obsolescencia tecnológica: también del riesgo de la manipulación digital, la desinformación audiovisual y la creación de contenidos sintéticos que pueden alterar o reemplazar la historia visual registrada.
El lema de este año, centrado en la “reutilización creativa de archivos”, cobra especial relevancia en un contexto donde la IA permite restaurar, colorear, reimaginar e incluso recrear imágenes del pasado con una precisión antes impensable. Archivos fílmicos pueden ser revitalizados, voces perdidas recuperadas y materiales dañados reconstruidos, abriendo una puerta fascinante para la conservación, pero también un debate sobre dónde termina la preservación y comienza la reinterpretación.
Organizaciones culturales, universidades y centros de archivo en todo el mundo desarrollan proyectos que combinan algoritmos de aprendizaje automático con técnicas tradicionales de catalogación y digitalización. En América Latina, iniciativas impulsadas por cinematecas nacionales y fundaciones buscan rescatar registros históricos a través de la automatización del reconocimiento facial, la limpieza de sonido y la catalogación inteligente. Sin embargo, expertos advierten que estas herramientas deben utilizarse con transparencia, garantizando la trazabilidad de las fuentes y evitando distorsionar la memoria colectiva.
En tiempos donde el contenido audiovisual domina la esfera digital, preservar la autenticidad se convierte en un acto político y cultural. La UNESCO insiste en que la conservación del patrimonio audiovisual no es un lujo, sino un componente esencial del derecho a la memoria y a la identidad.
Protegerlo significa también enseñar a las nuevas generaciones a discernir entre lo real y lo manipulado, entre lo que fue y lo que la tecnología podría hacer parecer que fue. En ese equilibrio entre innovación y ética, el futuro del patrimonio audiovisual dependerá de una sociedad capaz de usar la inteligencia artificial no para borrar su historia, sino para iluminarla con nuevos ojos.lc