La tormenta Melissa destaca la necesidad de anticipación y planificación en la gestión pública. Las inundaciones revelan desafíos sociales y la importancia de políticas sostenibles. Gobernar implica prever, no solo reaccionar ante emergencias. Cada evento climático debe ser una oportunidad para aprender y mejorar nuestra capacidad de respuesta y prevención.
Santo Domingo.- La tormenta Melissa no solo trajo lluvia. Trajo también una oportunidad para reflexionar sobre nuestra capacidad de anticipar y planificar. Las calles inundadas y las familias que velan sus hogares ante el desborde del agua no solo reflejan la fuerza de la naturaleza, sino también los desafíos que enfrentamos como sociedad para fortalecer nuestra gestión pública y nuestra cultura de prevención.
Cada aguacero nos recuerda la importancia de pensar a largo plazo. No se trata de señalar culpables, sino de entender que el desarrollo sostenible se construye con políticas públicas bien diseñadas, instituciones coordinadas y ciudadanía consciente. La lluvia no distingue colores ni gobiernos; lo que sí distingue es la capacidad de planificación.
Más allá del evento climático, lo que se pone a prueba con cada tormenta es nuestra habilidad de gobernar con visión. Gobernar no es solo reaccionar ante la emergencia, sino anticiparse. Prevenir no siempre da titulares, pero sí construye confianza, estabilidad y seguridad. La verdadera fortaleza del Estado se mide en su capacidad de prever y proteger, no solo de asistir.
Pasar del ciclo de la urgencia al de la previsión implica sentarse a pensar el país más allá de la próxima lluvia. Implica alinear esfuerzos institucionales, invertir en infraestructura resiliente, promover educación ciudadana sobre gestión de riesgos y dar seguimiento riguroso a los planes existentes.
El liderazgo, en estos tiempos, no se mide por la rapidez de la reacción, sino por la profundidad de la planificación. No basta con actuar cuando llueve; hay que pensar antes de que caiga la primera gota.
Melissa pasará, como pasaron Olga, Noel o Laura. Pero lo que no puede seguir pasando es que repitamos los mismos errores. Cada tormenta debe servirnos no para improvisar respuestas, sino para consolidar aprendizajes. Gobernar, al fin y al cabo, es pensar antes de que la lluvia decida por nosotros