Explicamos sobre gente que termina ganándose motes como “el negativo”. También vimos que el asunto no se queda ahí, sino que así recuerdan los demás a esa gente y que como tal la tratan. Por fortuna, también vimos que quienes por sus hábitos y acciones dejan huellas positivas logran fama de ser personas confiables, solidarias o cualquier otra etiqueta que se correspondan con sus actuaciones habituales.
Referimos que las huellas, positivas o negativas, se forman e inciden en la familia, en la comunidad o en el trabajo y en otros muy diversos ámbitos de la sociedad.
Pero siendo las redes sociales esa especie de “arena pública”, como la llaman algunos especialistas, y que han llegado a lograr omnipresencia en nuestras vidas, es muy válido preguntarse: ¿Qué ocurre con nuestras huellas en redes sociales? Sencillamente, lo que publicamos nos define. Y así ocurre porque cada publicación en redes sociales es un espejo que amplifica nuestra marca personal.
En redes como Facebook, Instagram o X (antes Twitter), lo que compartimos deja huellas más fuertes que en la conversación cara a cara. Si alguien publica constantemente noticias tristes, quejas o burlas, pronto será visto como “el pesimista” o “el amargado digital”. Aunque en su vida real sea diferente, la percepción en el mundo virtual termina pesando.
Así es como una simple mirada sirve para identificar a quien protesta por todo, a quien vive de denostar, en fin, a cada quien según lo que publica. Por el contrario, quien comparte contenido útil, reflexiones equilibradas o momentos positivos de la vida cotidiana suele ser recordado como alguien que inspira confianza o genera buen ánimo. Es lo que algunos especialistas llaman marca o huella digital: la versión pública de nuestro sello personal en internet.
En uno y en otro caso, aunque publiquen pensando en que se están dirigiendo a su “blanco de público” y hasta con el convencimiento de que “se la están comiendo”, lo real es que, dependiendo de quien vea sus mensajes, están diciendo mucho sobre su propia persona.
A cada quien lo suyo Quien siempre comparte quejas políticas, aunque tenga razón en algunos planteamientos, con el tiempo la gente lo identifica como “el que todo lo critica” y termina perdiendo. Mientras, quien llena sus redes de frases motivadoras y gestos solidarios también “cosecha lo suyo”: se convierte en referente de esperanza para sus contactos, aunque tenga sus propios problemas.
Los hábitos cotidianos terminan creando un “sello” personal: una especie de marca que otros perciben de nosotros.
La diferencia principal con las redes es que lo que publicamos queda registrado. Una conversación cara a cara se olvida con el tiempo; un post o un tuit puede ser recordado años después. Eso hace que el sello digital sea aún más fuerte. Incluso, aunque borremos, alguien pudo haberlo guardado, y lo puede volver a publicar.
Por eso, antes de publicar, conviene preguntarse: ¿esto aporta algo? ¿A quién? ¿Quiero que me recuerden por este tipo de mensajes? ¿Me suma o me resta como persona? Claves fundamentales
Los hábitos cotidianos terminan creando un “sello” personal: una especie de marca que otros perciben de nosotros.Algunas claves sencillas y muy prácticas pueden ayudarnos a bien gestionar nuestra reputación digital:
1.- Ser selectivos. No todo lo que pensamos o nos llega merece ser publicado. Elegir bien lo que compartimos es cuidar nuestro sello.
2.- Equilibrar. Está bien denunciar problemas, pero conviene acompañarlos con propuestas, datos o ejemplos positivos.
3.- Mostrar humanidad. No se trata de parecer perfectos, sino de reflejar un balance: logros, aprendizajes, errores y también gratitud.
4.- Pensar en el futuro. Lo que publicamos hoy puede influir en oportunidades laborales, relaciones o proyectos mañana.
5.- Revisar el historial. De vez en cuando conviene mirar lo que hemos compartido, y borrar lo que ya no refleja quiénes somos.
Recuerda: tanto en la vida diaria como en las redes sociales, nuestro sello se construye con lo que repetimos. Lo que decimos y hacemos, incluso sin proponérnoslo, se convierte en la huella por la que otros nos recuerdan. Así se construye nuestra reputación digital. Concluyo preguntando: ¿qué quieres que la gente piense cuando vea tu nombre en una publicación digital?