Punto de mira

¿Puede el plan de la OEA de US$2,600 millones estabilizar a Haití?

¿Puede el plan de la OEA de US$2,600 millones estabilizar realmente a Haití? (Foto: Fuente externa ).
Graciosa del Valle | Miércoles 20 de agosto de 2025
La OEA presentó un plan de 2,600 millones de dólares para estabilizar Haití, centrado en seguridad, gobernanza, elecciones, respuesta humanitaria y desarrollo económico. Sin embargo, enfrenta dudas sobre su viabilidad debido a la falta de liderazgo nacional fuerte y a la complejidad de la crisis estructural del país.

Haití.- La Organización de Estados Americanos (OEA) presentó un ambicioso plan de acción para estabilizar Haití, con un costo estimado de 2,600 millones de dólares. El proyecto, bautizado como la Hoja de ruta para la estabilidad y la paz, se estructura en cinco pilares estratégicos: seguridad, gobernanza, elecciones, respuesta humanitaria y desarrollo económico.

El secretario general de la OEA, Albert R. Ramdin, aseguró que será un proceso “liderado por Haití con apoyo internacional”, pero en el fondo persiste la gran pregunta: ¿es este plan aplicable y suficiente para revertir la crisis estructural del país más pobre del hemisferio?

El reto de la seguridad: el punto crítico

El pilar más costoso del plan es el de seguridad y restablecimiento de la paz, con un presupuesto de 1,336 millones de dólares. Su meta es contener a las pandillas que controlan vastos territorios en Puerto Príncipe y otras regiones. El proyecto contempla corredores seguros, protección de infraestructuras críticas y reconstrucción de la Policía Nacional de Haití.

Sin embargo, el historial reciente muestra que los intentos internacionales de fortalecer las fuerzas de seguridad haitianas han sido limitados. Pese al despliegue de una misión multinacional liderada por Kenia el año pasado, la violencia no ha disminuido de manera significativa. Expertos coinciden en que el problema de las pandillas no es solo policial, sino profundamente social y económico, lo que pone en duda la efectividad de una respuesta basada en mayor capacidad armada.

Gobernanza y legitimidad política: el vacío prolongado

El segundo pilar plantea un costo de apenas 8 millones de dólares para facilitar un consenso político, apoyar al Consejo Presidencial de Transición (CPT) hasta 2026 y trabajar en una nueva Constitución. Aquí surge otra dificultad: Haití arrastra décadas de inestabilidad institucional y ausencia de consensos básicos.

Aunque la OEA busca promover un diálogo inclusivo, no está claro cómo se logrará que actores profundamente fragmentados —incluyendo partidos, sociedad civil y grupos de poder económico— se sienten en una misma mesa con resultados tangibles.

Elecciones: entre la urgencia y la imposibilidad

El plan destina 104.1 millones de dólares al proceso electoral, con la meta de organizar comicios libres y transparentes. Pero expertos consideran poco realista que se pueda votar mientras las pandillas controlan más del 80 % de Puerto Príncipe, y cuando la población no tiene garantías mínimas de seguridad para trasladarse a los centros de votación.

Aunque la OEA se compromete a enviar una Misión de Expertos Electorales, el gran obstáculo es que no basta con logística y observación: se requiere un entorno seguro que hoy, simplemente, no existe.

Respuesta humanitaria: tapar la emergencia sin resolver la raíz

El plan incluye 908.2 millones de dólares para ayuda humanitaria: alimentación, agua, salud, educación y refugio. Estas medidas responden a una crisis inaplazable —millones de haitianos viven en condiciones extremas— pero corren el riesgo de convertirse en parches temporales si no se vinculan a un proceso de reconstrucción a largo plazo.

El temor de algunos analistas es que se repita el ciclo de dependencia, con grandes desembolsos de ayuda internacional que terminan agotándose sin producir cambios estructurales en la sociedad haitiana.

Desarrollo económico: un horizonte lejano

Finalmente, el plan destina 256.1 millones de dólares al desarrollo sostenible y económico, incluyendo agricultura, empleo y servicios básicos. Aunque son objetivos urgentes, la cifra resulta reducida frente a la magnitud del colapso económico haitiano. Además, dependerá de la estabilidad política y de seguridad, dos condiciones aún lejanas de alcanzarse.

¿Un plan viable o una hoja de ruta más?

El plan de la OEA cuenta con respaldo de varios países miembros, incluida la República Dominicana, que ha enfatizado la prioridad de la seguridad. No obstante, tres factores ponen en duda su efectividad real:

El financiamiento: aún no está garantizado. Los Estados miembros tendrían que aportar fondos significativos, en un contexto de crisis económicas y prioridades internas.

La coordinación internacional: el plan involucra a la OEA, ONU, Caricom, BID y otros organismos. El riesgo de duplicidad y fragmentación de esfuerzos es alto. El liderazgo haitiano: aunque se plantea que el proceso será “liderado por Haití”, las instituciones nacionales carecen hoy de fuerza y legitimidad suficientes para coordinar una estrategia de esta magnitud.

Más dudas que certezas

El plan de acción de la OEA para Haití es ambicioso y necesario, pero enfrenta serias limitaciones de viabilidad. Pretende abarcar desde la seguridad hasta el desarrollo económico con un presupuesto que, aunque elevado, puede resultar insuficiente para un país sumido en crisis multidimensional.

La historia de intervenciones en Haití deja lecciones claras: sin un liderazgo nacional fuerte, sin atacar las raíces sociales y económicas de la violencia, y sin un compromiso sostenido de la comunidad internacional, los planes quedan en papel.

Por ahora, el documento de la OEA es más una hoja de intenciones que una garantía de cambio. La gran incógnita es si la comunidad internacional está dispuesta a comprometer no solo dinero, sino la voluntad política necesaria para que Haití deje de estar atrapado en un ciclo interminable de crisis. .LC

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