Santo Domingo.- En la construcción de una sociedad con memoria, conciencia y sentido, pocas figuras logran encarnar con tanta coherencia el valor de la palabra como Julio Hazim y su hijo Michael Hazim.
Este Día de los Padres no sólo celebramos sus trayectorias individuales, sino el hilo invisible —y poderoso— que une sus legados: una manera de pensar que forma, una forma de amar que enseña. Julio Hazim, médico de formación, comentarista de amplia influencia y pensador independiente, ha sido durante décadas uno de los pilares de la comunicación dominicana.
Su voz, firme pero reflexiva, ha guiado generaciones en la comprensión crítica de nuestra realidad. Desde los espacios mediáticos que dirigió con rigor hasta sus análisis sociales, siempre ha defendido la verdad, la equidad y la necesidad de una ciudadanía informada. Pero detrás de esa presencia pública, también ha existido el padre: aquel que formó desde la ética, inculcó el valor del estudio, y sembró en su familia un profundo respeto por la verdad. Su rol como figura paterna ha sido escuela en sí misma, influyendo no sólo en lo que se dice, sino en cómo se vive.
Ese ejemplo ha sido semilla fértil en Michael Hazim, quien no se limitó a reproducir la huella paterna, sino que la proyectó hacia el futuro. Con una trayectoria pra como director de medios, analista político y gestor de contenidos, Michael ha aprendido el arte de comunicar con responsabilidad y sensibilidad generacional. Sus programas, columnas y espacios han sido foros de diálogo abierto, donde la ecuanimidad y el rigor informativo marcan el estilo. Más allá de lo profesional, Michael también ha abrazado el rol de padre como eje transformador.
En su hogar, la figura paterna no se limita a proveer: se convierte en guía, presencia activa y ejemplo constante. Con sus hijos reproduce la enseñanza recibida, pero la adapta al presente, dialoga desde el afecto y construye con la razón. Su liderazgo familiar complementa y humaniza su presencia pública, mostrando que las ideas más poderosas se transmiten también con gestos cotidianos.
Reconocemos el legado que ambos representan. Julio y Michael Hazim, dos generaciones que, desde sus contextos, han ejercido la paternidad con visión, convicción y amor profundo.
Lo que Julio sembró como pensador y como padre, Michael lo transforma en nuevas formas de impacto, manteniendo intacta la raíz: el compromiso con la verdad, con los valores, con la formación humana. En tiempos donde la figura paterna se redefine y se reclama con más humanidad, ellos nos recuerdan que ser padre es también ser educador, guía moral, constructor de conciencia. Que el verdadero legado no está solo en lo que se dice, sino en lo que se vive.