¿Podría el covid 19 significar un cambio disruptivo en la educación?

Lo que ha estado ocurriendo en la educación a nivel mundial producto de la pandemia genera esperanza desde cualquier perspectiva que lo veamos y desde una actitud resiliente entiendo que esto nos podría movilizar a los cambios que desde hace mucho tiempo se vienen planteando. Quizás no sea tan disruptivo el cambio que vamos experimentando, estamos en estado convulso desenvolviendo poco a poco los nudos existentes.

Preguntas como estas asaltan nuestro interés: ¿Qué pasará a partir de ahora? ¿Viviremos un nuevo comienzo con el retorno a la escuela? ¿Qué funcionó? ¿Qué hemos aprendido? ¿Qué haremos diferente? ¿Qué cambios deberán producirse a partir de ahora en los procesos de enseñanza y aprendizajes?

¿Cambia la escuela? Prácticas educativas en la República Dominicana. Este fue un estudio realizado a través de la FLACSO Dominicana en el 2001, donde se plantearon muchos aspectos que hoy día, siguen siendo vigentes como es: la evaluación de los aprendizajes, las estrategias pedagógicas y metodologías de enseñanza, la formación inicial de los docentes con relación a las prácticas. Está claro, que como sistema son muchos los aspectos que hay que mirar, pero vamos ganando, vamos avanzando, el cuestionamiento está planteado.

Durante el largo confinamiento hubo tiempo de repasar entre lo que se había hecho siempre, lo que se debía hacer ahora y lo que deberá hacer a partir de ahora. ¿Cómo nos encontró la pandemia? ¿Dónde estábamos? Estas preguntas y otros cuestionamientos se habrán planteado muchos docentes.

El cambio es lo único constante como dijo Heráclito de Éfeso, filósofo griego. Él tenía razón, pero el cambio no es cosa fácil. El cambio en la educación tiene muchas implicaciones de indoles filosóficas, políticas, sociales, culturales, económicas; es un gran abanico de aspectos que simultáneamente deben caminar.

Miremos ahora la escuela como espacio y su cotidianidad, los procesos pedagógicos como un conjunto, el currículo como documento mandatorio que orienta, el equipo de gestión del centro, el equipo docente, la formación inicial y continua, la formación docente en general. Es tiempo de repensar y reordenar, comencemos por volver a mirar los perfiles ¿Qué ciudadano aspiramos formar? ¿Cómo? y los enfoques de esta formación integral.

Por otra parte, viene bien asumir la formación continua centrada en la escuela, la comunidad de práctica de los docentes y la enseñanza basada en datos entre otras acciones que pueden sostener el cambio.

Estamos en un momento interesante detonado por la pandemia del Covid-19, que nos abrió abruptamente una puerta como oportunidad para revisar la educación y repensarlo todo.

Cerramos el año escolar 2020/2021 con logros significativos por encima de los obstáculos existentes: Un equipo de gestión organizando el proceso, trabajando en equipo, centrado en los aprendizajes, una mejor vinculación familia y escuela, los docentes desarrollaron nuevas habilidades tecnológicas, la evaluación de los aprendizajes basado en datos e informaciones, orientadores y psicólogos fortalecieron su rol y funciones con todos los actores con relación al aspecto socioemocional, tomándose en cuenta la situación de cada estudiante, un monitoreo continuo de parte del Ministerio de Educación a través de sus instancias.

Mientras en septiembre como una vez fue, se vuelve a la escuela de algún modo. Las familias y los estudiantes extrañan y esperan volver a ese espacio de socialización y de construcción social que es la escuela, allí donde la risa, el juego, el diálogo y los abrazos, existen. Todo pasa, todo queda…haciendo caminos…como diría Machado.