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 Audrey Hepburn y Hubert de Givenchy
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Audrey Hepburn y Hubert de Givenchy

¡Detrás de toda gran mujer, está su estilo!

Audrey Hepburn y Hubert de Givenchy
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Audrey Hepburn y Hubert de Givenchy (Foto: Audrey Hepburn y Hubert de Givenchy)

Con los años he aprendido que un vestido no determina la elegancia en una mujer, sino la forma, la manera y la disposición que ella asuma al llevarlo en la ocasión que sea.

A través del tiempo permanecen en las páginas de la elegancia, figuras imperecederas cuya gracia y distinción ha sido el punto focal de su trayectoria; personalidades convertidas en íconos inolvidables de generación en generación.

Jackie Kennedy
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Jackie Kennedy
Grace Kelly.
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Grace Kelly.

Las huellas de Audrey Hepburn están ahí; la sombra de Grace Kelly aún alumbra las calles de Mónaco; Jackie Kennedy sigue siendo referencia estilística obligatoria, y más reciente aún, no se termina de enterrar a Diana de Galés, que decidido convertirse en una hermosa criatura cuyos sueños fueron truncados por la fatalidad de un lamentable accidente automovilístico y hoy sus vestidos caminan por el mundo como homenaje eterno a cada instante que vivió. Como ellas podría citar a tantas, que no cabrían en este espacio y a todos nos consta, que es así.

La vida moderna no solo nos trae herramientas para facilitarnos la labor, sino que además nos aporta nuevos oficios y carreras que asumen la tarea de complementar el gusto personal de las figuras que gustan de los consejos y recomendaciones, que a través de sus servicios, ofertan los que estudian y combinan estilos.

Estos profesionales conceden sueños a sus clientes, sin crear nada nuevo, sino retomando -en sus computadoras, tabletas y teléfonos celulares- imágenes que, en otras figuras son referencia de éxito. Entonces, me pregunto ¿Vale la pena para un diseñador crear intensamente? ¿Invertir dinero en producir? ¿Pagar estrategias publicitarias? ¿Altos impuestos? ¿Cargas y exigencias laborales? ¿Luchar porque su nombre sobreviva en medio hostil?

Es urgente revisarnos, identificar roles y saber qué es un estilista y qué es un diseñador. Ahí es, como dice el refrán campechano: “Donde la mula tumba a Genaro”.

Mi experiencia me indica que es difícil superar esa mutualidad entre el diseñador y cliente, sobre todo cuando estas alcanzan el estatus de musa en las visiones míticas pero que con ellas se hacen reales para todo el que diseña y construye obras para vestir.

Es imposible hablar del vestido sencillo negro (LBD) sin mencionar u olvidar a Hubert de Givenchy, que inmortalizó a una esfinge viviente, actriz de la gran pantalla, llamada Audrey Hepburn; ambos superaron las barreras del tiempo y la vencieron.

Es difícil arrancar a Cleopatra de su imagen de belleza, su estilo, sus cremas, maquillajes y abalorios en oro con los que complementaba su manera de vestir… Pero se habla de ella, nunca de quien le creaba esas piezas.

Siempre, en todos los tiempos, conocemos casos de personas que buscan intensamente ser protagonistas, imponerse, quitar del medio a otros y actuar como efecto huracán, borrando a los demás o acaparando todo lo que se mueve a su alrededor en cualquier ámbito -arte, política, farándula, sociedad.

El único objetivo de estas personas es autocrearse una aura indispensable para sonar por encima de los demás, sumando sus acciones a nombres poco importantes u anónimos, o peor aún, descartar que la experiencia tenga importancia, aun cuando de crear moda se trate.

"GraceToda sociedad tiene códigos propios para vestir y para vestirse que no podemos cambiar a voluntad sin antes investigar y aportar con razones históricamente convincentes el porqué de estos cambios ante protocolos constitucionalmente establecidos, como por ejemplo los códigos legislativos de un país.

No podemos pensar que el mundo gira en nuestro propio eje porque eso es totalmente falso y deja de tener sentido tan pronto se descubre que tu argumento es personalista y superficial, cuando la realidad es otra.

Decía siempre, uno de mis maestros más recordados, Alfredo Morales: “podemos engañar una parte de la humanidad una parte del tiempo, pero no podemos engañar a toda la humanidad todo el tiempo” porque se agotan los argumentos y las cosas caen por su propio peso, sin darnos cuenta.

Esas figuras o especies no llegaron solas, surgieron con la evolución de los medios de comunicación, cuando los diseñadores no podían producir y prestar ropas para que los productores invirtieran en luces y otras cosas sin querer pagar el costo de vestir a sus figuras.

Aparecieron como facilitadores, como personajes que resolvían el problema buscando en las tiendas, gestionando favores entre diseñadores que deseaban sonar y alcanzar fama sin medir consecuencias del mañana, solo el resultado del presente y más nada.

Otro punto a destacar es el caso de las redes sociales, cuya evolución ha brindado argumentos a influenciadores y a una gran cantidad de personas que se erigen “modelos a seguir” y, las nuevas generaciones, deciden y las eligen como sus mejores opciones, resultando muy difícil y titánicamente imposible ir contra esa corriente populista.

Esto sucede no solamente en la moda, también en la música, el canto y hasta en las artes plásticas. Cito el caso, sin mencionar su nombre, de un reconocido concurso nacional de arte donde, de 28 obras seleccionadas, solo dos eran pinturas, todo lo demás eran instalaciones, vídeos e intervenciones arquitectónicas. Esto puede ser una voz de alerta para el arte pictórico, disciplina de los grandes Maestros.


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Reconociendo que los gustos cambian y que generaciones nuevas ocupan otros planos, estoy más que claro y no hay dolor en mis palabras, ni nostalgia en mis acciones, pero sí alerta en mi opinión, porque entiendo que no todo está evolucionando como debe ser.

Por suerte, ser educado aún tiene importancia, ser culto tiene valor, tener dinero no compra estilo y sigue siendo importante la selección del código correcto a la hora de vestir. Y para muestra, más de mil botones, que como las rosas, se habla más de su belleza, que de sus espinas.

Aunque hoy los protagonistas sean otros, la historia está escrita. A los Apóstoles, aún los conocen por sus hechos, tal como un día lo dijo Jesús.

Cuando las clases no están unidas, sin distinguir edades, sino valores, será imposible asumir derechos y evitar ser desplazados del oficio por quienes vienen con mucho ímpetu, deseos de que sus rostros se reconozcan y con la firmeza de imponerse a como dé lugar, llenando a voluntad el arte de influir sobre figuras importantes y, contra eso, todo será mucho más difícil, pero no solo para mí -que solo espero vivir en salud-, sino para todos los que aún sueñan con habitar en la tierra de las oportunidades…

¡Se hace urgente, delimitar qué somos y quién es quién!

Jackie Kennedy
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Jackie Kennedy
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