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Nada será como antes
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Nada será como antes (Foto: Alfonso M. Becker)

Nada será como antes...

Por Alfonso M. Becker
jueves 21 de mayo de 2020, 11:09h
Del mísero soporte de las letras se extrae el jugo de las grandes ideas para bebida común de los pensantes en los espacios reflexivos del paisaje más solitario de todos; el de la falsedad y el de la mentira política, linterna social dirigida por dramaturgos de salón de té, al servicio de la oficina.
No hay -ni habrá jamás- elucidarium ni para los más alfabetizados del rebaño; no hay nada en el pesebre del ganado para alimento del alma,
la cabra enloquecida se ha convertido en chivato de ventana; sigue aplaudiendo el borrego soplón desde su balcón a los míticos héroes del cómic.

Séneca no exageraba en sus advertencias, la muchedumbre del siglo XXI, traumatizada por los bebedizos ideológicos, va delante hacia ningún sitio en concreto, influenciada por los rumores públicos; la suelta de globos, el sondeo especializado y el pánico al meteorito.

Las amenazas de los cobardes desde el púlpito policial de su agonía, muestran la verdadera cara de la varianza; la desemejanza media de la Filosofía Moral y las desviaciones cuadráticas de la corrupción política en un espectáculo aberrante donde el valor medio de la democracia es la absurda opinión de un mancebo con delirios.

Hasta la sabiduría popular entiende que los ignorantes de academia de recuperación para el verano, carecen de talento por definición; principio de incompetencia de Laurence Johnston Peter, que se aplica en los equipos de Gobierno mientras el líder de la suprema demagogia manipula a la masa en estampida.

Las cuotas de la diversidad, para que haya de todo, variedad aberrante de monstruos sociales que nunca incluyen a los altamente educados, ni a los inteligentes. Los agoreros del incierto futuro para la plebe y la chusma no quieren competencia de poder. Todos ellos se divierten con la estampida.

Pero la Washington State University fue testigo de prestigio para la formulación del Principio de Peter. El idiota sabe que, rodeándose de tontos, nadie le quitará la silla…

Porque todos bailan al son y en los tiempos marcados por su guapo líder supremo. Es el dantesco infierno que ha preparado la opinión dominante, aprovechando la pandemia, en la perpetua orgía de los palacetes mundanos.

El papagayo, la cacatúa y el loro repiten incasables la consigna: «Mala es la caída; pero la recaída es mucho peor» No están capacitados para entender a Santo Tomás de Aquino; y mucho menos a Maimónides.

¿Es que nadie lee a Santa Teresa? Qué lástima que no esté aquí… Más que nada para que su brazo incorrupto golpee la cabeza del asqueroso líder, y lo machaque…

La inteligencia es un tesoro escaso y ciertamente difícil de encontrar entre los advenedizos de la política; porque implica originalidad y un alejamiento vitalicio de la letanía liberadora de masas oprimidas.

Pero no hay nada de eso en un descerebrado manipulador que se siente poderoso viviendo a costa del erario público; el mentiroso de la política es tan repugnante como la entera falsedad de su semblante.

No puede plagiar nada de la educación latina; porque no ha leído a Marco Aurelio, luego no podría entender que para hacer el bien solo hay que hacer como la vid, que da su fruto sin presumir y nada pide en recompensa.

El político ignorante y corrupto, odia -en el fondo y en la forma- la crítica y sobre todo odia la inteligencia. Los consejeros de oficio le advierten que, efectivamente, la inteligencia implica no solo originalidad, sino que se le debe cierto respeto…

Más que nada porque la originalidad es una cualidad artística que desemboca siempre en el paisaje de la rebeldía. Cuanto más inteligente es un ciudadano, más rebelde se manifiesta contra el monigote supremo, contra el dictador en ciernes que se adivina en la mueca de su sonrisa.

Pobres borregos… han olvidado que en eso consiste la democracia y el liberalismo económico. Solo un asno con credenciales de partido, se presta a ser comisario político.

Quizás una de las pocas “verdades”, contundentemente enarboladas por los filósofos de la buena filosofía sea que la verdad en política no existe y por tanto, que ningún político dice la verdad. Todos mienten. Todos son embusteros profesionales…

Los papagayos de la prensa del sistema (palmeros del stablishment) también tienen que mentir y -además- como si fuese el más apestoso aparato de propaganda… ¿Cómo tratar, entonces a esta gentuza? -se pregunta un alma inocente…

Bueno… pues hay que tratarla con filosofía; con la mejor Filosofía Política, exactamente. El embuste y la falsedad han sido contemplados siempre como una herramienta indispensable entre los políticos, incluso mentira necesaria y totalmente justificable si se quiere trabajar en el oficio de la gobernanza, guardando la silla, eternizándose en el poder, y ganando una pasta...

Se decía en mis tiempos jóvenes: «Miente hasta el Papa de Roma» ¡Dios Santo! ¡No! ¡Hasta el Papa argentino mintiendo como un bellaco! ¡No! ¡La Iglesia se hunde!

Todo lo contrario, que no cunda el pánico, no hay que llevarse las manos a la cabeza porque, como bien dijo, Robert Harley, Primer Conde de Oxford y speaker en la Cámara de los Comunes: «El Vaticano ha hecho el más grande favor que puede hacerse a todos los gobiernos del mundo» …

¿Qué favor nos ha hecho ese tipo de Roma a nosotros que somos fervientes seguidores de la iglesia anglicana? ¿Se puede saber? -Preguntaron los comunes.

Y Robert Harley contestó:

«Ha mentido… dice que el obispo de Roma es el representante de Dios en la tierra...» «Si el electorado de cualquier país cree eso, nosotros podemos decir lo mismo»

Pueden imaginarse, en pleno siglo XVIII, a los parlamentarios británicos partiéndose de risa, pero sobre todo a la flor y nata de la literatura, con John Arbuthnot al frente; deberían los lectores tener en cuenta, además, que Inglaterra era, en este tiempo, la única democracia del planeta Tierra…

Luego le seguirían Estados Unidos y Canadá… Todo lo podrido de la gobernanza obedece a una falta de educación evidente para comprender que la libre expresión de las ideas es la máxima intención de afecto al idiota que gobierna; el bendito sentido del humor elevado a la categoría de arte.

Pero los mejores escritores y poetas ingleses, dedicados a la política, querían llegar más lejos, aún, en el arte de la mentira política y utilizaron la
transustanciación católica para rizar el rizo:

«Desde luego, si los católicos se han creído el milagro de convertir el pan y el vino, en el cuerpo y la sangre de Cristo, nosotros podemos hacer que los electores británicos se crean cualquier cosa para ganar las elecciones...»

«Queridos colegas: quien se trague lo del pan y el vino, puede digerir todo lo demás».

Transcribir los pensamientos sublimes a la exquisita tipografía de la casa. Eso es lo que hacían los políticos ingleses. Los grandes inventores de la mentira política moderna; pues los griegos nunca se quedaron atrás… En la Grecia antigua, nació todo en política. Hay que reconocerlo humildemente.

Pero el virus mortal, globalizado, lo ha cambiado todo… Ha conseguido que un vulgar excremento de rata, sea un gobernante. ¿Puede haber algo más democrático?

Ahora todos los políticos han quedado con el trasero al aire. Todos los ciudadanos, desde el más listo hasta el más tonto, contemplan con estupor que ninguno de estos farsantes parásitos dice verdad alguna, y lo que es mucho peor: desde que comienzan el discurso hasta que terminan, el falso “servidor del Gobierno” miente de forma aberrante, pecaminosa y repetitiva.

Como el día que nace de una noche tenebrosa, nace la mañana soleada llena de oportunidades para los sinvergüenzas con carnet de partido y otros periodistas obscenos… La historia del mundo es la historia de la corrupción humana y la de sus dictadores entrañables.

Nada será como antes…

La pandemia ha dejado claro a los corruptos gobernantes que todos los ciudadanos somos una peligrosa escoria humana a la que hay que encerrar, de vez en cuando.

Malditas sean sus estampas infernales, si no fuera porque Laurence J. Peter, Bill Dana y Norman Klein, autores todos juntos de «The laughter prescription», nos enseñaron a mofarnos de ellos con la sublime arma de la inteligencia.

Con el grandioso fin de destruir su perfecta inmortalidad, sencillamente porque son ratas de alcantarilla… Salvo casos de aberrante santidad, no hay gente honesta en la gobernanza de la plebe.

El estilo de vida positivo es el humor sano e imprescindible para afrontar a la ralea política que roba las arcas de nuestra patria. Es necesario comprender que nuestra irracional escalada de poder individual, besando traseros del stablishment, es una pérdida de tiempo que embrutece a los más cultivados.

Un raro y estrafalario talento hacia lo maravilloso me conduce a escribir sobre la corrupción de los partidos y la mentira política de las coaliciones.

Las nuevas patologías que el virus malicioso y asesino ha dejado entre la piara de cerdos apocalípticos que nos gobierna, es sin duda un signo de los tiempos.

La miseria y los piojos nos acechan. Parece que ha llegado el momento apropiado para que nos roben la cartera, nos torturen a impuestos, recorten las nóminas, o nos pongan de patitas en la calle...

Un sistema riguroso de crítica política de élite, debería contemplar el improcedente juego de vocablos «que te den, político del demonio». Sin embargo, Alexander Pope, gran poeta satírico inglés, sugería que dejar por escrito “político” podría dar mano larga a un juez cretino para enviarnos a una mazmorra..

Es mejor decir «go to hell, asshole»… Ningún listillo de la judicatura podrá decir jamás, que sabe a quién te refieres.


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