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Encuentro irremediable con el tango

Por Giovanny Cruz Durán
martes 24 de marzo de 2020, 17:45h
Lorena y Rolando en La Boca.
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Lorena y Rolando en La Boca.
Hace unos años hice un viaje teatral a la Argentina del tango. Específicamente al Buenos Aires de la calle Corriente, con sus cientos de teatros; la Baires de Borges y Cortázar, la que siempre está como posando para una foto.
Pedí a mi hija Fiora, quien organizó la presentación de “Quíntuples” (de Luis Rafel Sánchez, actuada por Carlota Carretero y yo) en Buenos Aires, que luego de concluir las presentaciones nos llevara a la pequeña capital del tango: La Boca.

Fuimos. La Boca esta allí, en su sitio acostumbrado: en la embocadura del río La Plata. Nos golpeó de una vez en plena cara.

Fiora informa:
—¡Ahí está la calle Caminito!— Ese Caminito de La Boca no es exactamente al que se refiere el tango:

“Caminito que el tiempo ha borrado,
que juntos un día nos viste pasar
he venido por última vez,
he venido a contarte mi mal.”

La Boca es un barrio porteño fundado por negros, indios, italianos, franceses y alemanes. Sus casas son de múltiples colores. Era un barrio pobre. Como la gente no tenía dinero para comprar pintura la robaba de los barcos. Las casas eran, entonces, pintadas de una amalgama cromática dictada por la oportunidad.

En un bar un viejo frente a mi canta tangos:

“Caminito que entonces estabas
bordado de trébol y juncos en flor,
una sombra ya pronto serás,
una sombra lo mismo que yo.”

Pedimos una botella de vino y disfrutamos. Otros ancianos, presentes en espíritus, nos cuentan sus historias:
—Entre los años 1850 y 1890 se desarrollan los primeros elementos estructurales del tango. El nombre proviene del vocablo tang, que en una de las lenguas habladas en el África significa palpar o acercarse.

En América la palabra signaba la fiesta de gente de color; 25% de la población de Baires lo era para la época que surje el tango. El baile del tango tiene un contacto directo con la “habanera” cubana.

—Las parejas de movían al ritmo del candombe, una forma de danza en la que la pareja no se enlazaba y bailaba de manera más marcada por el ritmo que por la melodía.

Rolando y Lorena (famosísimos bailadores de tango) se han parado a bailar. La atención es ceremoniosa. Estoy sobrecogido. El macho mira a la hembra y la domina; sin embargo, esta se aleja. Rápidamente Rolando la atrae hacia sí. Lorena desliza una pierna para inmediatamente recogerla. Pegándole la cara se recuesta sobre Rolando que la “arrastra” por el suelo. Celebro la ejecución de los llamados pasos básico y el ocho.

Aquí surgió el tango arrabalero:
—Hombres y mujeres con los cuerpos fuertemente abrazados. Condenados por la iglesia y prohibido por la policía por incitar al escándalo, el tango fue asociado con la lujuria y la diversión insana. Su prohibición obligó a bailarlo en sitios ocultos hasta principio del siglo XIX; por eso su ambiente de nostálgica pasión—, afirman los ancianos contadores de leyendas.

Rolando y Lorena parecen desafiarse. Ella arquea el cuerpo y da la espalda. Él la coloca sobre una de sus piernas. Ella sensualmente se desliza. ¡Magnifico nos parece el gancho realizado, aunque mejores la sacada y la barrida.

El tango es un sentimiento triste que se baila:

“Desde que se fue triste vivo yo.

Caminito amigo, yo también me voy.

Desde que se fue nunca más volvió,
Seguiré sus pasos. Caminito, adiós”

Los ancianos siguen contándome la historia:
—Amparados en la oscuridad de la noche, guapos y arrabaleros deslizaban sus sentimientos en lo profundo de un verso o bailaban abrazados a su ardiente compañera… o compañero…

Era común el tango bailado entre hombres. Precisamente en otro bar de Baires vimos dos parejas de hombres bailar un tango de salón. ¡Impresiónate aquel tango estilizado!

—Paralelo al baile surge la expresión oral de los malevos, de los chulos y los pendencieros: el lunfardo —me dicen los ancianos sabedores de historias. Algunos investigadores aseguran que se trataba del habla de los porteños. Empero, Borges sospechaba que la “lengua” lunfarda nunca existió y que solamente eran vocablos creados para cantar el tango.

“Caminito que todas las tardes
feliz recorría cantando mi amor,
no le digas, si vuelve a pasar,
que mi llanto tu suelo regó.”

—En 1910 algunos jóvenes ricos que venían a bailarlo a escondidas aquí en La Boca, lo introducen en París. Rápidamente se popularizó en el mundo entero. Aunque se resistió durante un tiempo Baires cayó, finalmente, rendida ante la danza inevitable. Pero fue preciso esperar 20 años más para que entrara en las casas definitivamente.

Lorena me pide que baile con ella. No puedo negarme. ¡Aquí estoy justo dentro de la historia!
Aquí te encuentras con ancianos como estos y te topas con toda las leyendas y nostalgias. Suena un bandoneón y ocurre la magia. Regresan Peñaloza, Filiberto, Gardel, Troilo, Manzi, Corsini, Magaldi y todas sus historias:

“Caminito cubierto de cardos,
la mano del tiempo tu huella borró.

Yo a tu lado quisiera caer,
y que el tiempo nos lleve a los dos.”

—¡Otra botella de vino! —demando. Mis hijas, Fiora y Renata, no aceptan. Dicen que debemos interrumpir la bohemia porque siempre es un poco peligroso la parranda en las noches de La Boca.

Ok. Iré al hotel, pero me escaparé. Todavía tengo que averiguar por qué Malena de Toledo dejó de cantar cuando le escribieron “su” tango:

“Malena canta el tango con voz quebrada,
Malena tiene pena de bandoneón.”

Contaré esa historia en otra entrega. Mientras… ¡Bravo por el tango, su lunfardo y Baires! ¡Que no se mueran nunca! ¡Qué al tango y a Baires jamás ocurra el… Telón!


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