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Alfonso M. Becker.
Alfonso M. Becker.

¿Qué espera usted del nuevo año 2020?

Por Alfonso M. Becker
“Hay un tiempo señalado para todo; tiempo para llorar, y tiempo para reír...” Eclesiastés
Debo advertir que es llamado 2020 por genios de infinita paciencia explicando augurios políticos nefastos sobre un desconocido ciclo que comienza, justamente, cuando acaba el anterior.

Lo curioso, desde la filosofía es que la gente común no celebre el viejo amor y -sin embargo- salte de alegría con ansiedad por recibir al nuevo… El arte de amar para un nuevo periodo es una gran aventura de conocimiento y la tenebrosa oscuridad del fin de año está llena de literatura galante.

Salen los vampiros y las hembras sienten el miedo en las ingles y el fuego que enciende las primeras brasas en el más profundo rincón de los corazones femeninos. La noble pareja mira al cielo y contempla el resplandor de un año que, hablando con propiedad y conocimiento, ni ha nacido ni está por nacer…

Pero todo pronóstico que se precie desata la escritura de los ignorantes hambrientos de presagios descritos sabiamente por Aristóteles, trepando y medrando en las oscuras cuevas de la sexualidad furtiva.

Es el milagro de no entregarse, con el corazón muerto, al hastío eterno de la carroza fúnebre del matrimonio. La aventura de mirar al otro lado y contemplar la belleza del objeto deseado; el único que puede proporcionar goces divinos. Qué vergüenza, Dios mío… ¿Cómo se puede desear, con tanto frenesí, el primer pecado del nuevo año?

Todo fenómeno erótico explica perfectamente la política, desde Aristóteles; y esos eventos nos trasladan al paraíso de un futuro sexual desconocido. ¿Dónde están los amores imposibles de ayer? ¿Qué nos depara un nuevo mañana en el terreno der la felicidad?

El fenomenal augurio de un amor que se desvanece; la experiencia más triste de nuestra existencia, el arrebato del poco tiempo que te queda para conocer aquello que no pudiste experimentar…

Pero nunca es tarde para amar y hacerte amable. Te lo repitió miles de veces, Charles Baudelaire, cuando eras joven; el amor más puro suele ser el más desvergonzado, el más perverso y el que provoca auténticas galernas en el monte de Venus.

Los echadores de cartas latinoamericanos se han adueñado del periodismo amarillo más nauseabundo en los Estados Unidos, no son pocos los charlatanes de la gran feria de las vanidades que vomitan sus peroratas sobre lo que enseñan o dejan entrever las grandes y respetables prostitutas del espectáculo global más grotesco en la Nueva Sodoma y en la novísima Gomorra...

Ellos son las principales cotorras mediáticas para graznar la vacuidad de su discurso señalando un año nuevo tan vacío como su cerebelo… Como decía el notable erudito británico Henry Morley, escribiendo en la Fortnightly Review, esta basura medradora llegó a Estados Unidos arrojando a las ruedas del autobús al primero que intente hacerle sombra… Incluso sin pretenderlo.

Afortunadamente, el periodismo de calidad, se cuida como un tesoro en la república estadounidense. La democracia los necesita. Como dicen en la Escuela de Chicago: los charlatanes siempre acaban en el “pantano”. Algunos incluso con un balazo en el cuerpo porque la mafia del sector inmobiliario, no perdona...

El que trabaje en la mancebía de las grandes marcas de la farándula y sus aberrantes secretos de alcoba, para el 2020, no tiene patente de corso para llamarse periodista por medrar como un vulgar alcahuete del tres al cuarto…

Como decía Gabriel Harvey: “el que quiera medrar como una traidora sabandija, levántese a las cinco de la mañana; el que ha medrado, puede dormir hasta las siete; el que no tiene ambición de medrar y de hacer daño, puede dormir hasta el mediodía” ...

Sin embargo, lo peor de todo es que los vulgares proxenetas salidos de las alcantarillas de la farándula más patética, se atrevan a dar lecciones a los demás sobre geopolítica, disfrazado de judío experto en matemáticas…

Me dijeron mis amigos periodistas de Puerto Rico, analizando el 2020, que los farsantes cubanos se mueven en el mercadillo de las bragas de alcurnia y de las fragancias insoportables de los arrabales floridanos, presumiendo de un nombre que ni es judío ni pertenece a la historia hebrea, sino a la plebe esclavizada por el castrismo; chusma con pretensiones de pasado y ambición desmedida de futuro.

Todos los patéticos mercachifles de bienes raíces venden humo… Pero cuidado, el filósofo estadounidense te advierte, sabiamente, que medran como las plagas en la jungla económica de los Everglades; lo hacen con artimañas despreciables y dejando cadáveres y ruina a su paso…

Quien desee medrar en el Caribe, durante el 2020, a la sombra de protectores supuestamente soberbios, no debe mentir, sobre culturas que no conoce, o acreditaciones de las que carece; por la cuenta que le trae, es mejor que imite al tamarindo brotado junto al mar…

Porque la furia de un huracán lo barrerá de la comunidad estadounidense y lo devolverá a su verdadera condición. El filósofo norteamericano de la escuela de Boston te aclara que no hay nada más indigno y repugnante que un escalador que pisotea a los que le siguen en la cuerda...

En la era del periodismo corrupto, es de una extraordinaria complejidad adivinar cómo viviremos el nuevo año 2020… Mucho más complicado si intentamos hacerlo con la frívola e histórica mentira del vendedor de humo… la falsedad propia de aquel que no tiene inteligencia ni razón natural para expresar algo interesante.

Cuando el medrador no vale un pimiento, todo lo que gana, es también humo… La lucidez de nuestro sabio, Santiago Ramón y Cajal, lo dejó por escrito.

Recogida con sabiduría en la tradición aristotélica, el representar un nuevo año, como trozo de futuro incierto, nos convierte en auténticos desgraciados que ni siquiera sabemos apreciar el modo de ser de nuestra psique.

En la antigua Grecia te advertían que nuestra alma nunca, jamás, piensa sin sus fantasmas; y entre los ciudadanos griegos de hoy, masacrados económicamente por la élite de Bruselas, por esta “soberbia” Unión Europea que camina hacia el desastre, solo se reza para que se hunda el nuevo engendro europeo ideado por Alemania…

Los traficantes cubanos del Gobierno de la Habana ni siquiera saben que en Estados Unidos la democracia republicana presume de su infinita capacidad para sufrir molestias migratorias y poder hacer a América, grande otra vez.

Cicerón afirmaba que los idiotas y los necios eran muy infelices; en Little Havana (Miami) se señala a los nuevos embaucadores cubanos con pretensiones mediáticas por su notable incultura y por su ansioso oportunismo…

En Calle Ocho, SW 8th Street, por ejemplo, se hacen chistes sobre los nuevos sufridores, vendedores de humo… Para el 2020 la guerra en la jungla mediática del gran espectáculo floridano, será a navajazos. Habrá cadáveres...

Se sabe, se dice y se señala que los cubanos compiten en el famoseo barato de su vida cotidiana; vendiendo basura periodística por toneladas en el territorio de la farándula, al cual ni siquiera pertenecen.

Los viejos cubanos que juegan al ajedrez y hablan de política para el 2020, saben que los grandes manipuladores del espectáculo son los cerebros “vacíos” enviados por el clan Castro y algunos infiltrados bolivarianos…

Nadie que tenga educación puede, ni debe encontrar inocencia en la ignorancia del charlatán, porque el peor de sus pecados, de idiota supremo, es disfrazarse de judío para obtener el aplauso de nadie en concreto. Es algo ridículo.

En la selva espectacular de los Everglades, los medradores oportunistas inventan estrafalarios títulos y se autodefienen, como grandes ejecutivos que pretenden decir algo sin saber hablar ni escribir.

No habrá perdón en el 2020 para el pobre infeliz dedicado a medir el tamaño de un taparrabos y de lo que muestra o deja de enseñar su propietaria. Perdón periodístico, se entiende…

Ni siquiera perdón amarillo; porque en el frívolo paisaje mediático de la mediocridad, en el cieno de la vacuidad sexual, y en el delirio de todo lo que es banalidad para idiotas con pretensiones de comunicador, la ignorancia siempre sale a flor de piel.

Todos los viejos amigos me escriben con los amargos silogismos del tiempo que pasa de largo a las puertas del 2020, de la vida que muy pocos saben explicar, de las dudas razonables sobre el incierto futuro…

Mi gran amiga Rhina Ibert me pregunta si tengo algo que decir sobre el 2020… Como genial editora y mejor relaciones públicas, sabe que soy reacio a la recreación de las tradiciones adivinatorias del periodismo para jovenzuelos advenedizos.

Sé que soy inmodesto al decir que juego al póquer como un maestro, pero la cartomancia solo me acerca al enigma del futuro con la conjetura siempre imprecisa de encontrar indicios razonables para contarle algo brillante sobre el 2020…

Para comprender todas las anomalías y tragedias que se nos echan encima este nuevo año, debería releer, mi querida amiga, algunos paisajes del apocalipsis porque las guerras no se han detenido y se acrecientan por momentos…

Conociendo sus sensibilidades musicales y su alma de artista, le sugiero que, si estamos abocados sin remedio a la finitud y a la muerte, haga una lectura existencial sobre el 2020 como si se tratase del mismo año en que nacimos…

Seguro que hemos aprendido algo desde entonces.

Disfruta con la familia, come delicias de la cocina tradicional y bebe una copita de vino, ponte tus mejores ropas y adornos, vive intensamente con la gente que amas y con los que te adoran, porque el 2020 será el ciclo repetitivo de una sola verdad:

Solo somos, querida Rhina, futuros habitantes del She’ol, ese mágico lugar de los grandes artistas rebeldes y olvidados.

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