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Fernando Jáuregui
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¿Los problemas? Siguen ahí, como el dinosaurio de Monterroso

Por Fernando Jáuregui
martes 05 de agosto de 2014, 14:40h

Por Fernando Jáuregui

Mientras Mariano Rajoy, en La Moncloa, y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, en Ferraz ofrecían, separados por apenas kilómetro y medio, sus respectivas visiones sobre lo que está ocurriendo en España, millones de personas abandonaban sus hogares para iniciar unas vacaciones que no todos los españoles podrán tomar, pero que muchos, por fortuna, toman. Si el diagnóstico forma parte esencial, e irremisible, de la solución, convendría pensar en que hay distintas soluciones, porque muy diversos son los diagnósticos, sin ir más lejos en el Partido Popular y/o en el PSOE, como bien pudo comprobarse este viernes.

El curso político, de excepcional intensidad, se cierra tras unos meses en los que en España han cambiado el jefe del Estado y el líder de la oposición, el máximo representante del poder judicial y los directores de los periódicos más importantes. Eso, por poner apenas unos ejemplos. En Convergencia Democrática de Catalunya, y en su coligada Unió Democrática, el terremoto era ya perceptible incluso antes de que Jordi Pujol lanzase al mundo su confesión de que es un corrupto, y no de los de la última hornada, precisamente. Y la izquierda entera se agita con la irrupción de los votos de 'Podemos'. Lo único que ha permanecido inalterable ha sido el talante imperturbable del presidente del Gobierno y, claro, su equipo. De no haber sido por las elecciones europeas, incluso el titular de Agricultura, Miguel Arias Cañete, seguiría sentándose en su lugar predeterminado en el Consejo de Ministros.

-A Rajoy no le gustan las sorpresas-

Que a Rajoy no le gustan los cambios, ni las sorpresas, lo dice él mismo. Dentro de cinco meses se habrán cumplido los tres años de su estancia en La Moncloa, y nadie podría decirlo que no ha hecho nada, porque sí ha hecho cosas, desde una reforma educativa hasta una frustrada reforma judicial (bueno, casi todo lo que ha emprendido Ruiz Gallardón, comenzando por la reforma de la ley del aborto, se ha ido frustrando). Pasando, claro, por una reforma laboral y una batería de medidas económicas que no han dado mal resultado, pero que, en todo caso, no han tenido unos efectos tan buenos como el no moverse a la hora de atender, por ejemplo, las exigencias de que España pidiese el rescate económico a Europa. Comparar hoy la prima de riesgo con la de hace dos años resulta, sin duda, espectacular, y tiene razón el presidente para sacar pecho.

LO que ocurre es que Rajoy todo lo fía a esas sin duda mejores cifras económicas y a la mayoría absoluta que logró el 20 de noviembre de 2011. Hace, pues, al ritmo que van las cosas -excepto, ya digo, las de Rajoy-, una eternidad. Y ocurre que, en política, los ritmos son diferentes al mero, seco, manejo de las cifras de la economía. Hay malestar en las autonomías, hay irritación con ciertos ministerios, hay ansia de conversación, de acercamientos, de pactos. Claro que nadie esperaba que Rajoy y Artur Mas apareciesen juntos a la salida de su encuentro en La Moncloa; pero el presidente perdió, pienso, una oportunidad dejando todo el protagonismo al presidente de la Generalitat en su tumultuosa comparecencia ante los medios en Blanquerna. Como creo que perdió otra oportunidad renunciando a dar personalmente su versión del encuentro con Pedro Sánchez, dos días antes. Y es que si hay algo que horrorice más a Rajoy que los cambios y las sorpresas, eso es una rueda de prensa; no es que se sienta demasiado importante como para comparecer cada dos por tres ante los periodistas; es que los periodistas le provocan erisipela. Y eso, es de temer, no va a cambiar.

Confieso que respeto a Rajoy, aunque esté lejos de admirarle. Le veo como el capitán del barco que, con el chubasquero puesto, permanece en el timón en medio de la tormenta. No hará una maniobra arriesgada y espera a que escampe. O a que el mar se seque, de puro aburrimiento. Lo que ocurre es que, a veces, no escampa a tiempo. Y, cuando usted y quien suscribe volvamos de vacaciones, nos encontraremos como el protagonista del meteórico cuento de Monterroso: el dinosaurio va a seguir ahí, entre otras cosas porque nadie se lo ha llevado a otra parte, ni lo ha cazado, ni lo ha hecho desaparecer como por arte de magia. Y el dinosaurio son los preparativos de una Diada que Artur Mas prevé "espectacular", según nos dijo a quienes le escuchábamos el miércoles en Blanquerna. Y luego está el hito del 9 de noviembre; se ignora qué tiene previsto el timonel para que una parte de la tripulación deserte, violando, eso sí, la legalidad. Pero el barco no avanza solamente invocando una legalidad que otros, y no los nacionalistas catalanes precisamente, quisieran reformar.

-'Lo' de Pujol, una suerte?

Ni avanza a meros golpes de suerte,. Y convengamos que 'lo' de Jordi Pujol, que los gobiernos centrales de España conocían perfectamente, y callaron completamente, desde los tiempos de Felipe González, ha sido un golpe de suerte para Rajoy en la víspera de su 'cumbre' con un Mas tan desorientado por el 'affaire' que no se le ocurrió cosa mejor, para tratar de minimizar las andanzas del ex president, que comparar su caso con Gürtel, con Bárcenas, con los ERE y hasta con Urdangarín.

Fue el mismísimo Rajoy quien habló de 'regeneración', que es palabra que acabará poniéndose de moda. Hasta ahora, solo ha hablado de la elección del alcalde más votado, que es algo que le conviene y que no tiene por qué significar una regeneración de la vida política. Pero ahí queda, aparcado para septiembre, o para juliembre, tanto el desarrollo de ese tímido afán regeneracionista como otras reformas, la de las administraciones públicas sin ir más lejos. O la transparencia, o la reforma de los partidos. O una verdadera reforma fiscal, que la anunciada hace un mes parece algo claramente insuficiente.

Así que lo que nos vamos a encontrar al volver de vacaciones, una vez superado este mes de julio de infarto, va a ser más o menos lo mismo que hemos dejado atrás en un curso político -que comenzó en marzo, con la muerte de Adolfo Suárez, algo que a todos nos provocó un 'revival'?verdaderamente apasionante. Y que tendrá consecuencias. Pero ya digo: la cosa será allá por septiembre, que ahora nuestros máximos representantes, saliendo del paso con dos ruedas de prensa en las que se miraban de reojo, también se nos marchan de vacaciones.

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