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Hablemos de Educación: no estamos conformes

Por Antonio Sánchez Hernández
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viernes 05 de abril de 2019, 06:06h
Decía con su orgullo de trotamundo argentino y belga, cuando hablaba de su hermosa novela Rayuela: “Hay Magas en todas las ciudades del Tercer mundo, solo hay que salir a la calle y escuchar al prójimo atentamente”. Julio Cortázar.

“El talento es como una especie de memoria que les permitirá llegar a acercarles a esa música confusa, oírla claramente, anotarla, reproducirla y cantarla”. Marcel Proust.
Hablemos de educación. No estamos conformes. Cuando Inglaterra realizó la primera revolución industrial del mundo en su industria textil, hace dos siglos, contaba con un 40% de analfabetos y un 70% de familias pobres. Pero su elite intelectual era ya exquisita: tenían escuelas económicas, filosóficas, musicales, científicas, sociológicas y artísticas de renombre mundial. Esa elite intelectual hizo la diferencia e Inglaterra se convirtió en el país más importante y próspero del mundo en el siglo X1X y uno de los principales del siglo XX y XX1.

Cuando Rafael Trujillo murió ajusticiado en 1961, la población universitaria en República Dominicana era apenas de tres mil estudiantes. Entonces las escuelas técnicas medias eran casi imperceptibles. Ahora en el 2019 es de medio millón de estudiantes universitarios, repartidos en 40 universidades e institutos y 19 centros regionales de la UASD y decenas de escuelas de técnicos medios dispersos en toda la geografía nacional. Ahora mejorar la educación es posible y además recomendable.

Ahora, en el 2019 por cada técnico medio egresado del Infotep hay cuatro egresados de las universidades y debe ser al revés: deberíamos tener cuatro técnicos medios por cada egresado universitario como lo muestra la experiencia de Europa y de los Estados Unidos. Ahora lo más importante en R.D. es mejorar la calidad de la enseñanza a nivel básico y secundario, insertando profesores de mucho nivel académico, preferiblemente universitario, para crear grandes cantidades de técnicos medios, utilizando para ello la tanda extendida, con buenos salarios, para lo cual existe el dinero disponible con el 4% del PIB destinado a la educación: 140 mil millones de pesos.

Podríamos contratar a los profesores universitarios y a los mejores egresados de las escuelas de técnicos medios tipo Infotep, y ubicarlos a través de la tanda extendida, con buenos salarios, para aprovechar sus destrezas laborales,(ciencias básicas: química, física, matemáticas, biología), las destrezas artísticas, las destrezas musicales, las destrezas idiomáticas y las destrezas deportivas de nuestros catedráticos universitarios y de los técnicos medios, para elevar la calidad de la educación preuniversitaria y así formar buenos y mejores estudiantes a nivel primario y secundario. Por cada egresado universitario en R.D. debemos producir cuatro técnicos medios. Ahí está la clave de una mejor calidad de la educación dominicana. Tanda extendida real con profesores de alto nivel profesional en los ciclos primarios y secundarios. El dinero existe en el actual presupuesto de la Secretaría de Educación.

No estamos conformes. La escuela de Hostos fue la mejor experiencia dominicana en la educación pública, donde estudiaban juntos los hijos de los ricos y los hijos de los pobres, y fue una gran experiencia en nuestro país con más de sesenta años de vigencia en el tiempo. La escuela pública de Hostos duró seis décadas, dos generaciones de 30 años. En R.D. hasta 1953, la escuela pública hostosiana era muy buena para su tiempo histórico y produjo un enorme impacto positivo en la educación primaria y secundaria hasta esa fecha. Cuando Trujillo, por razones polítiqueras de Poder la erradicó, con Joaquín Balaguer como lazarillo, clavó un afilado puñal en el corazón de las generaciones futuras, que todavía no habían nacido y que viven ahora en el presente 2019. El dominicano promedio tiene apenas un nivel educativo de un deficiente sexto grado de primaria.

Recordemos la escuela pública de Eugenio María de Hostos.

Todavía se recuerda la calidad y seriedad de esa escuela pública dominicana que unía la teoría con la práctica. Ser maestro era un honor. Por ello, los maestros de la escuela pública hostosiana eran reconocidos y abnegados educadores. Entonces, con un país de abrumadora mayoría rural (70%-80%), práctica y teoría estaban unidas en las escuelas rurales y urbanas del país, a través de los huertos escolares y de las escuelas de artes manuales. Dos esquejes de yuca más dos esquejes de yuca eran cuatro esquejes de yuca. Vamos a sembrarlos. Teoría y práctica funcionaban perfectamente en las zonas rurales, entonces la mayoría de la población dominicana. Lo mismo sucedía a nivel urbano en las escuelas de artes manuales.

De 1953 en adelante la educación pública y privada es más que nada, teoría sin prácticas, a pesar de su actual y hermosa modernidad en algunos liceos privados, que en R.D. tienen calidad internacional. Y que, por lo tanto, cobran en dólares, creando niños excepcionales y bilingües.

No estamos conformes. De 1953 para acá la educación pública ha ganado en cobertura y ha perdido completamente su calidad. Hasta 1953 en la escuela pública hostosiana, el niño cantaba, estudiaba música, aprendía un idioma extranjero, hacía deportes como asignatura, aprendía español sin faltas ortográficas y sin comerse las palabras, adquiría habilidades manuales (plomería, electricidad, talabartería, trabajos en maderas) en las escuelas de artes manuales en los pueblos y además aprendía a sembrar y a cosechar en las escuelas rurales.

80 años después, en el año 2019, con apenas un 10% de analfabetos, los estudiantes de las escuelas públicas y gran parte de las escuelas privadas dominicanas no adquieren las destrezas y habilidades necesarias a lo largo de sus ciclos educativos que los faculten para ser elementos claves para el desarrollo dominicano: el aprendizaje es casi siempre teoría sin práctica, sin tecnología aplicada. El resultado ha sido una comunidad dominicana cosmopolita por historia, autocrática por origen e ingenua y desfasada por formación.

No estamos conformes. Nuestras escuelas públicas y buena parte de nuestras escuelas privadas crean ahora ciudadanos conformistas, incapaces de dialogar, ciudadanos para el monólogo. Se precisa estar muy desesperado y ser muy diletante para abandonar el campo buscando una visa como tabla de salvación. Ser muy autoritario para no reclamar una escuela que una teoría y práctica, como la hostosiana. Y muy ingenuo para migrar a la ciudad y al extranjero, abandonando la tierra y su sitio, ese poderoso activo económico y cultural donde se forjó nuestra nación y convertirse en ave de paso, como Proyecto de vida, como mucho un dominicano ausente, que es lo mismo que un desterrado económico y un proyectil perdido del futuro, casi siempre sin destino trascendente, como ya lo dice la historia reciente de nuestras masivas emigraciones. Tenemos ya una población 2,5 millones de exiliados económicos.

No estamos conformes. El descuido de la educación ha sido grande. De cada diez niños que se inscriben ahora en el primer curso del nivel primario, tan solo cuatro de ellos terminan el sexto curso y los otros seis restantes desertan, formando una generación NINI: ni estudian ni trabajan, candidatos a cualquier cosa, menos a ser hombres de trabajo. Sólo uno de los diez llega a la universidad. Por eso la educación primaria y secundaria es un derroche de dinero, actualmente no sirve o sirve muy poco para apuntalar nuestra nacionalidad en este período de apertura y globalización: la cantidad ha sustituido a la calidad.

Guardando las distancias y la época, la educación hostosiana tal cual era impartida, coincidía en mucho con el entorno social de su época. En efecto, en la primaria rural de Hostos, el niño egresaba apto para producir alimentos agrícolas, ganaderos, avícolas, apícolas y pesqueros y no necesitaba abandonar el campo en edad adulta. Los niños sentían que la escuela rural era un lugar donde aprendían a trabajar la tierra, a conocer la importancia del agua, a respetar su entorno ecológico, a diferencia de hoy, donde siente que pierde seis años de estudios sin ninguna aplicación y termina enrolándose en un vulgar motoconcho, que de vulgar lo tiene todo: ¿Aritmética para qué? ¿Botánica para qué? ¿Geografía para qué? Para nada.

Nuevas tecnologías.

Hoy como ayer para mejorar el campo precisamos de huertos escolares y de nuevas tecnologías. Se educaba bien hasta 1953 en huertos escolares que unían sus asignaturas al medio ambiente que le rodeaba. Volvamos a los huertos escolares si queremos tener campesinos educados con amor a la tierra. La dictadura de Trujillo cerró esa puerta: la democracia la puede abrir, mediante el uso de energías renovables para los productores secar el café, arroz, cacao y cultivar otros cultivos y operar otras nuevas tecnologías, con nuevas presas que contribuyan a enfrentar mejor el actual cambio climático, evitando las sequías.

No estamos conformes. En la primaria urbana actual, el niño aprovechando la tanda extendida, puede recibír destrezas urbanas, propias de esta época, en escuelas de artes manuales y técnicos medios, tipo Infotep: mecánica, plomería, electricidad, albañilería, trabajos en madera, carpintería, talabartería etc. Pero además a través de la misma tanda extendida, se le puede enseñar a los niños música, artes, idiomas extranjeros y se puede practicar deportes en las escuelas. Solo hacen falta dos cosas: planificación escolar y buenos maestros, bien pagados con alto nivel académico: profesores universitarios y técnicos medios. Para eso hay presupuesto: el 4% del PIB: 140 mil millones de pesos, si no hay corrupción y desvío de recursos. Objetivo paradigmático: por cada egresado universitario debemos preparar cuatro técnicos medios para evitar el desempleo en edad joven.

No estamos conformes. El mundo ha cambiado, ahora los países desarrollados son tecnología pura: microelectrónica, biotecnología, aviación civil, telecomunicaciones, computadoras más el software, robótica, materiales nuevos, turismo. Y la escuela dominicana, quiere, pero no puede adaptarse a estos cambios mundiales, por falta de calidad y de buenos maestros con nivel académico. Y de lo que se trata es de crear una escuela nueva para el trabajo, de adaptarla al nuevo milenio, donde la tecnología juega ya y jugará en el futuro, el papel más importante.

No estamos conformes. Hostos con su escuela de educación para el trabajo, durante seis décadas creaba agricultores de vocación. Ahora, sin huertos escolares se crean campesinos migrantes, sin amor a la tierra. Por eso el campesino joven abandona la tierra desde 1960 en adelante, en un viaje sin retorno. Los últimos aguacates los venderá en la 27 de Febrero antes de irse en yola para Puerto Rico, New York o Europa. Y en las ciudades el estudiante, con formación libresca, teórico sin prácticas, sin escuelas laborales de artes manuales en la escuela primaria y media, sin un bachillerato técnico para el trabajo, sin nada que lo afiance laboralmente, siente que pierde su tiempo útil. Y se quiere ir del país, masivamente, como lo dicen todas las encuestas. Actualmente el 30% de la población pobre de R.D. quiere emigrar del país.

Por cada egresado de la universidad debemos formar cuatro técnicos medios, como lo dice la experiencia mundial en los países desarrollados. Cuando concluye el bachillerato, ese alumno no sabe trabajar, se juzga a sí mismo como un joven sin las destrezas necesarias. Y entonces se inscribe en la universidad, porque considera que no sabe hacer nada y que no tiene espacio en el mundo laboral. Y ahí, utilizando su propia terminología va a "coger lucha", a buscar un diploma universitario cueste lo que cueste, sin importar los medios y los fines. ¡Cuántas togas y birretes sin destino!

No estamos conformes. El Plan Decenal vigente en la escuela pública dominicana nació como una respuesta a estos desfases entre teoría y prácticas educativas. Contiene un planteamiento de integridad. Responde a una vocación amplia de nuestros estudiantes y profesores: si se leen atentamente sus postulados esenciales se observará que este Plan Decenal persigue la formación de múltiples destrezas educativas: destrezas laborales, artísticas, musicales, idiomáticas y deportivas. Es el preludio y la solución de la actual tanda extendida. Que así sea, pues el desarrollo de esas cinco destrezas en cada estudiante refleja las diferencias educativas entre los ciudadanos libres y los consumidores obligados, sin importar el mundo en que vivan.

Por vía de la tanda extendida, adecuemos además el Plan Educativo de nuestro país al mundo de la alta tecnología a través de la microelectrónica, biotecnología, telecomunicaciones, turismo, aviación civil, computadoras mas el software, robótica, materiales nuevos etc. y con ello la estructura económica nuestra con el mercado mundial de la educación. Busquemos un peldaño de calidad internacional en nuestra educación. Contratemos nuestros profesores primarios y secundarios en las universidades y escuelas de técnicos medios a través de la tanda extendida, que es un gran acierto educativo, lo más potable en nuestra educación, de los últimos veinte años.

Recuérdese que nuestra economía real actual en R.D. se basa en el turismo, las zonas francas, la industria de la construcción, las remesas, las telecomunicaciones y la agricultura. Ellos son los seis motores de nuestro alto crecimiento económico de R.D. desde hace dos décadas. Pero, debemos preparar técnicos medios y egresados universitarios, en una proporción de cuatro técnicos medios por cada egresado universitario, priorizando la calidad de esa mano de obra, de esos seis sectores claves de nuestra economía real. Claro que podremos lograr grandes éxitos económicos si lo planificamos correctamente y pasar en dos décadas, en veinte años, de un país pobre, todavía subdesarrollado, a un nivel de desarrollo alto, superior, propio de una economía de país desarrollado. En dos décadas podemos ser un país desarrollado en el mundo actual.

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