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Pancho, poema para un muerto con ojo tuerto.
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Pancho, poema para un muerto con ojo tuerto.

Poema para un muerto con el ojo tuerto…

Por Alfonso M. Becker
La llamo vida en su más afortunada expresión. Sé que es oficio conveniente, aprender a morir durante toda esa vida, pero cuando es un amigo el que muere, entra en nuestra cabeza y ya no puede irse. Cuando estaba vivo era algo exterior que obraba sobre nuestros sentidos y hasta mendigaba nuestros afectos. Ahora es peor y nadie sabe por cuánto tiempo. La sombra invasora del olvido siempre nos acecha para ahogar nuestra memoria. Pero hay cosas que difícilmente se olvidan. Dicen que es bueno que sigan viviendo en nosotros.

El tiránico protagonismo de la muerte se acerca, poco a poco, a los seres más bellos que te acompañan en el exiguo paseo por la vida. Todo el drama deriva en estulticia y embotamiento. Se acaba el tiempo y no tienes derecho a suplicar una prórroga o un tiempo muerto… y mucho menos pedirlo antes de llegar a puerto, delante de un muerto que además es tuerto.

No hay principio de unidad en la lírica más allá de la piel del muerto. Toda la belleza poética del cadáver es completamente ajena a la descomposición real de su maltrecha economía. Es por eso que la exploración de lo real en la triste y -a la vez- hermosa república de su anatomía, le dejaría bien claro a cualquiera que the deep state isn't what you think… No hay profundidad donde nunca hubo perspectiva… El estado de la despedida entre dos seres mudos. Nada hay más profundo que la tumba...

Le gustaban los idiomas. Si apenas dominaba su lenguaje, lo foráneo era fuente de la noche que le extrañaba y hasta le parecía un juego. Yo en francés le he dicho barbaridades, torcía la cabeza y asentía… Todos los sumamente inteligentes son así… En la montaña hace frío hasta en primavera.

No existe un cielo específico configurado en grandes hiladas por ningún todopoderoso que se haya dignado en perder su precioso tiempo de omnipotencia con un ser metafórico tan pequeño y tan destartalado. Si en la montaña consideramos todo como un objeto, se puede decir que ahora que ha muerto mi amigo puedo beber cerveza hasta caer al suelo sin sentido y sin que me aturda o conmueva con su presencia pidiéndome un trago. Era como un maldito mueble de la naturaleza con sentimientos encontrados muy parecidos a la tristeza por abstinencia. Era guapo y lo sabía...

Ahora puedo decir, triste y cabizbajo, que me he librado de su tosquedad dando siempre manotazos y sugiriendo pesadamente que lo invite… Pero me ha destrozado el alma porque me he quedado sin un gran amigo.

No, no, y no… No es real ni verdadera esa pesadilla oscura que maneja los hilos en el proceso de descomposición de la belleza. Una vez muerto, Dios, no existe para el que se va de este mundo para siempre, supongo… Era ateo… o quizás, para ser más exactos, habría que decir agnóstico porque no perdía un solo minuto de su vida en demostraciones bizantinas que -según él- intentaba robarle la estupidez humana. No parecía humano, todo hay que decirlo. No podía ser tan vulgar… Todo lo más, humanoide…

Todas las formas de la naturaleza siguen ahí en el fondo, todos los objetos de belleza le rinden pleitesía, todos los pajarillos revolotean sus restos en esta tierra; la realidad vista o vislumbrada por su ojito noble y su otra mirada torcida… Era tuerto y de una belleza conmovedora. Vuelan los azules con un trino que nunca supe percibir, sordo como una tapia. Extraños gorriones picoteando gusanos en las ramas del castaño, los herrerillos capuchinos haciendo posturitas en los álamos, y los picogordos acicalando sus alas en los singulares trampolines de los robles; lúganos que saludan el cuerpo inerte de mi entrañable amigo, bailan obligados sobre una rama doblegada por el viento.

Los buitres y los milanos nunca le gustaron, creo que los contemplaba como si fuesen monstruos de mal agüero; y las cigüeñas negras le aterrorizaban… Cosas de poeta… ¡Ojo, que no es cualquier muerto el que estaba tuerto! Tampoco es un tuerto cualquiera encontrado muerto. Son dos cosas bien distintas y un solo Dios verdadero. Todo sea dicho en favor de un personaje muy querido, que todo sea para mayor gloria y loor del gran compañero extinto.

Era un genio el que yace tras sus últimos suspiros sobre el bello paisaje de la montaña. Qué mejor marco para una muerte tan literaria. Para un animal tan racional que ha sido tan bueno y noble. ¿Ha intentado alguien traducir la canción de los pájaros y explicarla con la mirada de un solo ojo? … Él lo hacía y me echaba una ojeada lírica, y me decía: ¿Qué, socio, te parece bonito? Y yo bebía una jarra de cerveza observando aquellos prodigios de un tranquilo amanecer iluminado por los primeros rayos de sol, tratando de disimular un silencio que se hacía eterno ante el canto fúnebre de su tierna mirada perdida.

Sonaba aquella mañana como si fuese la última; en el alba se agitaban los árboles y se respiraba la paz que nunca se encuentra en los enjambres maléficos de una urbe contaminada por tanto inculto despreciable y por tanto hijo de perra suelto... Se olía el café y las tostadas por el humo de las chimeneas más cercanas y esa era la hora para pasear por el bosque un buen rato, antes de preparar la comida. Siempre era así...

No exagero al decir que, a cualquiera que lo observara, mi fiel amigo, le parecería un sabio. Siempre ocurrente, genial y distraído. Muchas veces me he levantado a su hora solo para contemplar, desde la ventana, los primeros milanos negros revoloteando sobre la cabaña. Cómo olvidar eso… La naturaleza simbólica de su adiós me saca las lágrimas mientras el viento de la montaña congela mi rostro y me obliga a mirar a los pájaros que huyen para buscar refugio… Repito varias veces que hay que saber morir de cara y sin amargura.

Él los observaba, aquí y allá, a uno y a otro pajarraco… No se le escapa ningún ratón de campo. Estoy seguro de que aquellas observaciones tan atentas, inteligentes y sabias, eran un producto evolutivo de exquisita intelectualidad. Vivió sus últimos momentos en todo su esplendor. Tuvo una vida de tranquilos deleites y no dejó un solo día de soñar que lo dejaban solo y abandonado… Siempre supe que tenía pesadillas. Yo sabía que fue depositado al nacer en algo así como un estercolero y que, hasta donde pudo, se hizo así mismo… No he conocido a nadie tan paciente, tan atento, tan bondadoso y tan bueno.

Se ha ido de este mundo en mis brazos. La salida de esta vida debería representarse como una madre que adormece a su pequeño. Pero se tuvo que conformar conmigo, un ser vivo tan debilucho como él… Se fue sin reputación alguna, sin fama, sin gloria y sin honores merecidos. Honores extraordinarios... eso honores que mi amigo deseaba para mi… Seguramente por los mimos y atenciones que yo le daba. Me adoraba por el mero hecho de haberlo cuidado. Dada su alma noble, ni siquiera intuía que lo hice por puro interés.

No hay campanas de fuga en la alta sierra. No existe anuncio al mundo de su partida ni esquela hacia la amarga memoria. Divino refugio se suplica siempre para los seres amados a la espera de que existan padres eternos que te acojan. Es poco el consuelo cuando la vida se acaba.

Fue un privilegio tenerlo a mi lado. Au revoir, mon ami, pour toujours, je ne t'oublierai jamais. Pancho fue un gran perro; un amigo entrañable, la mejor compañía en los peores momentos y en las horas más bajas de mi existencia...

Cavé con mis manos un agujero en la montaña para que cupieran sus delicados huesos y así pudiera dormir el sueño eterno olvidado. El alma de uno se agrieta bajo la naturaleza de lo finito cuando das tierra a lo que es tuyo, y de la tierra...

Y esa tierra quedó húmeda y apelmazada por lágrimas derramadas sobre su humilde tumba.
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