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La Bayadera, exigente espectáculo montado por Alina Abreu en el TN

Por Arismendi Vásquez
miércoles 25 de octubre de 2017, 19:42h
La Bayadera
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La Bayadera (Foto: David Soto)
El éxito de La Bayadera, ballet presentado el fin de semana pasado en el Teatro Nacional por el Ballet Clásico Alina Abreu y la Fundación ProDanza, es una fiel demostración de que cuando se aúnan grandes esfuerzos con buena voluntad, se pueden realizar obras extraordinarias, como lo es este deslumbrante espectáculo danzistico, cuyo difícil montaje ha sido un gran reto para los más prestigiosos y exigentes coreógrafos y productores del mundo.
La Bayadera
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La Bayadera (Foto: David Soto)
Alina Abreu merece un cálido reconocimiento, por atreverse a montar esta gran producción en un país con escasa tradición sobre el género, sentando con ello un precedente en la historia del ballet dominicano de alta calidad.

Este impresionante montaje tiene música de Ludwig Minkus, basado en dos dramas del poeta indio Kālidāsa y libreto de Serguéi Judekov y Marius Petipa. La danza clásica o ballet es una forma de contar una historia utilizando el movimiento del cuerpo.

Merecen destacarse los roles principales de Alexander Duval, primer bailarín del BCAA, como el guerrero Solor; Lisandra Toro y Alison García, primeras bailarinas del BCAA, quienes encarnan respectivamente a Nikiya (la Bayadera), y a Gamzatti (la hija del Rajá), quienes logran dominar su respectivo rol en este gran montaje, tras largos meses de ensayos practicando diariamente relevé, attitude, piqué, acelerando, fouetté, arabesco y otras técnicas básicas para lograr destreza en este difícil arte de la danza clásica. El ballet es uno de los bailes que requiere entrenamiento desde una edad temprana, sobre todo si se quiere llegar a ejecutar profesionalmente.

También cabe destacar el trabajo realizado por Pablo Pérez, como Grand Brahman; Sebastián Núñez, como el Rajah; Laura García-Godoy, como La aya; Darel Pérez, como Magdaveya; Camila Hernández, como Tara, ídolo de Oro, e Ileana Hernández, como la tinajera.

La escena I del segundo acto, constituye el núcleo coreográfico del espectáculo, (coreografía creada por Marius Petipa e incorporada por Alina Abreu), con la participación de 40 bailarinas vestidas de tutú, donde Solor, desesperado por la muerte de la hermosa Bayadera y bajo la influencia del opio, ve a Nikiya en el “Reino de las sombras”, muerta y multiplicada su imagen por sus espectros.

Breve historia de La Bayadera

En el siglo XVI los portugueses llamaban bayaderas a las bailarinas sagradas de La India, heroínas de nombre misterioso y sugestivo con una mezcla sutil de exotismo y sensualidad.

En 1877 el célebre coreógrafo Marius Petipa crea el ballet La Bayadera, en San Petersburgo, basado en la historia presentada 20 años atrás, con coreografía de su hermano Lucien Petipa, que narraba la rivalidad entre Sakuntala, la Bayadera, y Hansatti, la favorita del Rajah, que pretendía aniquilarla.

En su primera variación, Nikiya (antigua Sakuntala), la Bayadera, espera a Solor, el noble guerrero que ha conquistado su corazón. Por ese amor prohibido está dispuesta a sacrificar su vida como bailarina. Toda la fuerza dramática de esta escena está basada en las emociones cambiantes de la Bayadera.

El aporte más decisivo de Petipa al mito de La Bayadera, es sin duda la extraordinaria escena de la sombras en el tercer acto, en el que las almas de las bayaderas difuntas descienden del Himalaya formando una majestuosa procesión. La belleza musical y visual de esta escena, es deslumbrante.

Tuvo que pasar casi un siglo antes de que la Opera de París presentara a su vez esa fascinante partitura coreográfica. El autor de este redescubrimiento es Rudolf Nureyev. En 1961, durante una gira del ballet Kirov, el público parisino descubrió al joven bailarín en el tercer acto de La Bayadera.

En 1974, trece años más tarde Nureyev escenifica para el ballet de la Ópera de París ese mismo acto, llamado “el reino de las sombras”, con la primera bailarina Noëla Pontois. En otoño de 1992, Rudolf Nureyev, ya gravemente enfermo, pudo por fin realizar su sueño: montar el ballet en su totalidad, cuyos ensayos no pudo dirigir, debido a que ya estaba muy enfermo y débil. Pero a pesar de sus desfallecimientos, nunca perdió su mirada y su entusiasmo. Eligió a Isabelle Gérin, para representar a la Bayadera, junto con Elisabeth Platel y Laurent Hilaire. Isabelle se entregó en alma a su rol, ya que estaba consciente que luego de este montaje no volvería a ver al maestro. Después del espectáculo, Nureyev no volvió más.
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