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Washington espera lo peor...

Por Alfonso M. Becker
viernes 16 de junio de 2017, 22:00h
“Una China en auge y hostil se dirige, en rumbo de colisión, hacia los Estados Unidos” Zbigniew Brzezinski
La capital del imperio es como una bella ciudad europea que recoge toda la inspiración de Roma, de Atenas, de París y de Londres… Incluso me atrevería a decir que Capitol Hill tiene algo de Madrid; el paisaje indeterminado de la historia común y del legado de un viejo imperio español que dejó su impronta por todo el continente americano, desde el Canadá hasta la Tierra del Fuego… Algo de condescendencia se interpreta en muchos Estados norteamericanos haciendo una humilde lectura de nuestras huellas aventureras españolas por aquellos parajes; hasta la toponimia debería ser objeto de reverencia en la más grande y hermosa república de toda la historia de la humanidad.

Thomas Jefferson, el autor de la Declaración de Independencia Americana y del Estatuto de libertad Religiosa de Virginia, se quejaba de todos los proyectos urbanísticos y los atacaba y criticaba sin piedad… porque -según él- sacrificaban la simplicidad republicana en favor del esplendor monárquico… La tarea de gobernar no necesitaba otra cosa que una construcción utilitaria, pues todo lo demás, en lujos y oropeles, es una invitación para los corruptos. Su “tending toward monarchy and away from republican simplicity” fue una suerte de grito populista cuando nacían los Estados Unidos de América…

Pero esta América estaba llamada a ser tan plural, tan políglota, tan multicultural y tan variopinta, que sorprendió a todo el planeta: en sus escuelas públicas se dan clases en más de cien idiomas. Es verdad que las minorías utilizan sus lenguas maternas porque los mexicanos quieren seguir siendo mexicanos, los árabes quieren seguir siendo árabes y los chinos quieren seguir siendo chinos… El verdadero muro para resguardar su identidad cultural nunca fue construido por U.S.A.; no ha sido construido por Donald Trump, sino por las minorías… Un grave problema cuando el antiamericanismo se extiende entre los países “enemigos” de Estados Unidos y, en el Homeland, los negros, hispanos, asiáticos y todos los desheredados de este mundo que acogió la estatua de la Libertad, hacen causa común para destruir al imperio americano...

Hace diez años que la gente común se pregunta qué diablos está pasando… Todos han podido comprobar cómo la élite política o “stablishment” de Washington se ha movilizado contra Donald Trump con mucha mala leche… Los medios de comunicación de esta maléfica y perversa mainstream, con The New York Times y The Washington Post a la cabeza, capitanearon un ataque cruel que pasó a convertirse en una auténtica caza de brujas contra el presidente de los Estados Unidos, contra su familia, contra sus negocios, contra su equipo de Gobierno y contra todo el que lo defienda… Lo han hecho y lo siguen haciendo con una violencia desmedida… ¿Por qué?

La clase privilegiada estadounidense, esa que vive en el corazón del imperio que en nada se parece a la América profunda, patalean como aristócratas enojados cuando le llevan la contraria los plebeyos del vulgo sin título de Harvard University... Gran parte de ellos, de esta élite, tienen una docena de títulos universitarios y centenares de máster que los hacen especialistas y expertos en cualquier cosa de la que tengan que hablar o algo que tengan que hacer… Hay un auténtico furor patológico por los títulos. Una titulitis agresiva y galopante. Un síndrome político y social que ya es bochornoso. Lo importante es el currículum… Eso debe tenerlo en cuenta el lector para saber cómo es esta gente… Aunque el personaje sea una puta ignorante de reconocida bajeza o un imbécil fantoche de poderosa familia, incapaz de articular una palabra coherente o mantener una conversación inteligente sobre política...

Ese establishment es el que verdaderamente tiene el poder en los Estados Unidos y el “espectáculo” Trump no estaba en el clásico guion escrito por estos poderosos 100 senadores, señores feudales que unidos a 435 diputados, forman esa “casta” gobernante
de 535 “privilegiados” con derecho de pernada que suelen emitir “barbaridades” como discurso, cuando sus asesores no están cerca… Con razón decía el reverendo Richard Halverson, pastor de la Iglesia anglicana y capellán del Senado U.S.A. hasta su muerte en 1995: “Padre en el cielo, con gratitud infinita te alabamos por el increíble sistema político que hemos heredado de nuestros antepasados. Es lento, tedioso, ineficaz; acaba con nuestra paciencia, nos destroza los nervios, nos frustra, nos irrita y nos deja exhaustos; pero no lo cambiaremos por ningún otro sistema….

Hay tres cosas de las que la gente común, en Estados Unidos o cualquier parte del mundo, nunca tendrá “profundo conocimiento” aunque su cerebro sea una mezcla de Albert Einstein, Isaac Newton, Stephen Hawking y el mismísimo Dios que hubiese bajado de los cielos para explicarlo: El Congreso, Hollywood y Las Vegas…

En esas tres cosas todo parece democrático, transparente como un cristal, y todo el mundo puede echar un vistazo porque todas las puertas están aparentemente abiertas de par en par para que el que lo desee pueda entrar y ver… Pero no verá ni entenderá nada aunque usted sea premio Nobel en ciencias ocultas porque las tres “cosas” funcionan como una hermandad impenetrable, o fortaleza feudal que guarda muy bien sus secretos a los insoportables curiosos.

Incluso se suele decir que las tres entidades son la misma cosa… La misma fábrica… Y todas hacen su trabajo con un mismo fin...

En este “archipiélago” de tres paradisíacas islas en las que un excéntrico millonario como el neoyorquino Donald Trump ni siquiera puede veranear, porque no es socio del club y tiene prohibida la entrada; todos se conocen y nadie conoce a nadie… Pero ya se comenta y se difunde que la guerra es inevitable para la supervivencia de los Estados Unidos. No solo contra los asesinos del Islam… Hay más gente… Este mundo es muy violento y peligroso.

Los chinos han colocado a Korea del Norte como “anzuelo” para que Washington “pique” … Y si el Pentágono no muerde el anzuelo -haga algo o se quede quieto- recibirá un “pepinazo” nuclear de Kim Jong un… Son muy pocas las cartas a jugar por Capitol Hill.

Y todas ellas son apocalípticas.
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