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Alfonso M. Becker: Lo que faltaba... una mujer

Por Alfonso M. Becker
domingo 06 de diciembre de 2015, 00:59h
Ese era, exactamente, el titular en primera página del Sex Morning Journal de Fort Lauderdale. Estaba redactado el artículo, además, en español... para que le doliera más a la recién elegida sheriff del Condado de Broward: Dulcinea Huge Tits, soltera y sin compromiso, de origen español y la más guapa de entre todas las mujeres que se habían visto nunca en la península de Florida.

Quizás el hecho de que año anterior había sido elegida Miss "Pompi" de Pompano Beach y Glándulas Mamarias del Año por la Asociación de Pediatras de Coconut Grove, había propagado la malévola envidia entre las demás concursantes del evento de belleza cuyo principal patrocinador era un hombre de paja que trabajaba en secreto para Donald Trump, promocionando y reivindicando la belleza anglosajona y Adventista del Séptimo Día...

Estaba clarísimo que la nueva sheriff lo tenía todo en su contra por ser hispana, y todas las apuestas indicaban que no duraría cinco minutos en su cargo; porque a nivel popular todas las sospechas y comentarios giraban en torno a lo mismo: "algún pez gordo se la está tirando porque ese prodigio sexual de mujer no sabe hacer la O ni con un canuto"...

"Claro, así quién no, con esas tetas consigo yo la presidencia de los Estados Unidos"... "Solo una pendona española puede hacer una carrera tan meteórica"... "Pueden más dos tetas españolas que dos carretas del Far West"... Los titulares de los periódicos eran aún más hirientes: "Lo que faltaba... una voluptuosa mujer es elegida para acabar con la delincuencia sexual", "Policía sexi pretende imponer el orden en la machista Little Havana", "Dos tetas y un destino", "Erotismo policial en Broward", "La nueva sheriff apunta con sus dos tetas al crimen organizado"...

Y así tuvo que enfrentar su primera semana de trabajo. Dulcinea Huge Tits estaba tan tranquila en su oficina leyendo un pasaje del Quijote cuando recibió la llamada de su ayudante: -Jefa, tengo a un encapuchado del Ku Klux Klan, subido en el techo de un coche, gritando a través de un megáfono que hay que matar a todos los negros del planeta Tierra y a los del planeta Marte si los hubiere... Está armado con un fusil de asalto... -¿Estás seguro de que no es un molino de viento? -preguntó, riendo, la sheriff. -¿Molino de viento? No entiendo jefa -contestó el ayudante afroamericano de la sheriff Huge Tits. -Tienes que leer más el Quijote -sugirió la jefa- Voy para allá, mantente a una distancia segura. Cuando la flamante sheriff Huge Tits llegó a la escena de alteración de orden público, ya estaban allí la Coconut TV y otras cadenas de televisión de Miami preparando titulares hirientes para socavar el prestigio profesional de Dulcinea mientras los presentadores de la prensa aseguraban que ante un caso como este, la servidora del orden no sobreviviría... Dulcinea cambió impresiones durante unos minutos con su ayudante: -Es un molino de viento... -dijo pensativa la sheriff- no hace falta que pidas refuerzos, no es lo que parece a simple vista...

La sheriff caminó con decisión hacia el encapuchado armado y le dijo: -Oye, guapa, baja del coche si no quieres que te baje a hostias... Ese coche es una propiedad privada y estás abollando el techo. Pero lo que más me cabrea es que ese es mi coche, lo aparco aquí porque me gusta tomarme un café en ese bar de enfrente... ¿Lo pillas, loca del demonio? -¿Me llamas guapa a mí, tetona de la bazofia policial -dijo el encapuchado en tono amenazante- racista, capitalista e imperialista? ¿Llamas guapa a un tío peligroso que es capaz de matar a 300 negros, gallinas de mierda, que están mirando este espectáculo de terror, cagados de miedo?, ¡ Acaso no ves que soy del Ku Klux Klan, idiota sex symbol ! Dulcinea Huge Tits se subió al techo del coche, se colocó frente al encapuchado y le pegó tal tortazo que no solo le quitó la capucha al delincuente sino que lo lanzó al suelo de cabeza dejándolo traspuesto...

Después saltó sobre él y lo esposó con las manos a la espalda. En esto llegó el ayudante y exclamó: -¡Este hijoputa es un negro! -Efectivamente -dijo la jefa- pero trátalo con cariño que es un negro mariquita que buscaba el suicidio... El fusil M-16 es de juguete. Ya te dije que me parecía un molino de viento. La prensa no trató a la nueva sheriff como realmente merecía. Los titulares no pasaron de un "Así cualquiera, era mariquita", o bien "Un afeminado se burla de la sheriff del Condado", "Sheriff femenino le pega un tortazo a un negro y casi lo mata", "La nueva sheriff podría ser la causante racista de una insurrección afroamericana en los Estados Unidos"...

La hispanofobia era evidente y ninguna autoridad federal salió en su defensa porque todos los políticos estadounidenses iban a lo suyo, con sus aberrantes discursos, en busca de votos. Pero Dulcinea siguió con su trabajo porque, como dijo don Quijote, hay que confiar siempre que con el tiempo se conseguirían dulces salidas a todas las amarguras y dificultades. Así tuvo que afrontar una semana y luego un mes... Su mala prensa le precedía por donde iba...

No pensaba rendirse como tampoco pensaba vestirse como quisieran los mass media. Lo único reglamentario en su uniforme era llevar su insignia y su arma como lo hacía cualquier sheriff masculino vistiendo como le daba la gana porque era hombre... Le gustaba ponerse guapa como a cualquier mujer y mucho más siendo soltera y con ganas de conocer al hombre de su vida, casarse y tener una familia. Dulcinea Huge Tits medía casi dos metros de altura, era rubia, de ojos azules y si bien sus medidas no eran la de una top model de esta época, si era una bendición del cielo para que los ojos de los hombres quedaran deslumbrados para siempre ante semejante belleza y divina proporción de su esplendorosa anatomía.

Todo en su bendito cuerpo era tan grande, tan bello y tan hermoso como sus ojos celestiales de felina mirada femenina, y su boca sensual que pedía a gritos ser besada por multimillonarios del petroleo, directores de cine, príncipes e incluso reyes y ¡por qué no! por un hombre normal y corriente, medianamente guapo y con un sueldo fijo porque no estaban los tiempos para casarse con cualquier mendigo. Y menos con ese cuerpo tan exuberante y tan lindo... Un día se puso guapa para ir a tomarse su cafelito en el bar de Liberty City, barrio negro de Miami donde aparcaba su coche. El camarero la saludó y atendió, como siempre, en la barra y le puso su café con leche y un pastelillo de coco, solo que aquella vez el camarero tenía la cara blanca como un muerto...

Un muerto de miedo... Dulcinea llevaba puesto un precioso vestido de seda negro con encajes de bolillo, tan cortito, que dejaba a los ojos de toda la humanidad masculina sus dos hermosos muslos blancos cubiertos por unas sugerentes medias negras de redecilla... Llevaba la cabeza tocada con una boina negra donde estaba puesta la estrella de sheriff. También llevaba la pistola reglamentaria y otra placa en el cinturón.

Estaba tan guapa y tan relajada que se echó sobre el mostrador para ponerle azúcar al café y moverlo con la cucharilla. En esa posición de descanso, el culo lo tenía en pompa y se le veían claramente las bragas negras transparentes de lencería Christian Dior women's underwear, la exclusiva boutique de las mujeres más guapas y hermosas de Miami... Notaba un ligero frescor en la entrepierna, como si le entrara una corriente de aire por sus partes clandestinas que elevaba su vestido como al de Marilyn Monroe... El camarero estaba a punto de desmayarse.

Pero Dulcinea pensaba en el fresquito que le estaba entrando por su parte más íntima... y no era una corriente de aire sino el bastón de oro de Malcolm Bad Milk, jefe de la mafia afroamericana conocida por los Killer Panthers de Liberty City que le levantó el vestido para a continuación, el sinvergüenza, abarcarle todo su pubis con la otra mano. A la sheriff Dulcinea Huge Tits le dio un sobresalto y solo le dio tiempo a desenfundar su pistola pero no pudo volverse para ver al atacante porque cinco miembros de la banda la agarraron y la desarmaron, le rociaron la cara al camarero con un spray que le provocó un soponcio, y mientras, el peligroso delincuente le seguía sobando el monte de Venus...

¿Qué podía hacer la indefensa sheriff del Condado de Broward cuando el más peligroso asesino, traficante de mujeres de drogas, de armas y de películas porno, le estaba toqueteando el botón de la felicidad? ¿Qué había hecho ella en esta vida para merecer aquello? ¿Cómo se atreve un delincuente a cometer ese acto de barbarie a una agente de la ley?, ¿Si Dios existía por qué no impedía aquella masacre contra su cuerpo?... Esas eran las grandes preguntas filosóficas que se estaba haciendo cuando los ojos se le cerraban con un calambre muy extraño y el jefe de la mafia le besaba el cuello y le lamía la oreja... Entonces se le abrió la puerta de la sexualidad que todas las mujeres tienen en el oído externo y las palabras más eróticas que había escuchado nunca, rebotaron en su tímpano: "Quiero que seas mi mujer", "Vas a ser la reina de Miami", "La mujer más feliz del mundo", "La más guapa y mejor vestida del planeta", "Serás Miss Universo o mataré a Donald Trump", "Serás mía y de nadie más, te lo juro por mi madre"...

A Dulcinea le costaba trabajo reconocer que estaba húmeda por abajo y pegajosa y ensalivada por arriba... No podía sentirse sucia porque una hora antes se había metido en la bañera con sales de baño y pétalos de flores de azahar. Podría decirse que el haberse hecho una depilación brasileña el día anterior era, sin duda, algo premonitorio, una fuerza desconocida para ella y una serie de sucesos para su virginidad, porque la sheriff del Condado de Broward no conocía varón, no sabía lo que era un hombre haciéndose dueño y señor de su cuerpo.

Quizás era el destino o quizás Dios la estaba poniendo a prueba para que comprendiera el terrible peligro que era ponerse guapa en la selva del amor. Donde todas las fieras del sexo andan sueltas. Se sentía como ida, con los ojos cerrados y mordiéndose el labio inferior. Aquél hombre negro del hampa la tomó por la cintura, le volvió a colocar la pistola en la funda y la revolvió violentamente para darle un beso francés o quizás de otro país... porque no estaba muy puesta en geografía y ya no sabía ni dónde estaba. Cuando el camarero despertó, vio a la sheriff tumbada sobre una mesa, con sus largas piernas apoyadas en los hombros de Malcolm Bad Milk, y sus zapatos de tacón apuntando al techo...

Sus guardaespaldas vigilaban la puerta. Al pobre hombre, le dio otro desmayo y cayó al suelo como muerto. Don quijote: Amor y deseo son dos cosas diferentes... El caso es que Dulcinea Huge Tits se convirtió en otra mujer mucho más guapa y llamativa. Se transformó en una agente de la ley que no tenía igual en los cuerpos policiales. Todo le importaba un pepino. Los titulares de la prensa no le afectaban y cuando concedía una entrevista, podían preguntarle cualquier cosa y ella contestaba lo que le daba la gana, dando siempre en el clavo... Su trabajo cotidiano llamaba mucho la atención porque nunca se equivocaba en nada. Nunca cometía un error por muy grave que fuera la situación.

Actuaba con frialdad y cálculo pero con precisión matemática. Un día llamó a la puerta del domicilio de una mujer maltratada y golpeada por su marido. El individuo era un auténtico gorila que había dejado tuerta y medio paralítica a su esposa de tantas palizas. Ni siquiera lo detuvo pero sí lo empujó y entró en su casa para decirle a su esposa, al oído, que ese cerdo no volvería a ponerle la mano encima. Unos paseantes encontraron el cadáver del gorila maltratador colgado de un árbol del African Square Park, aquella misma tarde...

Otro día respondió a una llamada que describía un atraco a un banco con rehenes. Al llegar a la puerta salió un individuo parapetado con el director del banco al que encañonaba con un revólver. Se puso frente a ellos mientras su ayudante le cubría... Dulcinea sacó su pistola y le pegó un tiro en la frente al que parecía rehén. -¡Pero, por Dios, jefa! -exclamó el ayudante- ¡Ha matado usted al director del banco! -Es un molino de viento, idiota, el rehén es el que tiene el revólver que, además, está descargado. Es un viejo truco que se aprende leyendo el Quijote. Y fue matando y matando hasta que sumó el record de un centenar de peligrosos asesinos. Nadie se metía con ella, y cuando alguien lo hizo, apareció muerto sin que Dulcinea Huge Tits tuviera nada que ver con ello...

Su inmensa hermosura y belleza fue creciendo. Sus puntiagudos pechos no solo eran llamativos por su evidente poder erótico sino que en cada suspiro de Dulcinea, la placa de sheriff, emblema de protección y servicio a la comunidad, subía y bajaba dejando a todos con la boca abierta y con signos evidentes de babeo... Se pidió un año sabático que le fue concedido junto a una medalla al mérito policial. Se presentó al concurso de Miss Universo y lo ganó. Se quitó la corona y se la colocó en la cabeza a Donald Trump estropeándole el tupé.

Dejó el empleo de sheriff, se despidió de su ayudante y la última vez que la vieron fue navegando por la polinesia francesa en el yate de lujo de Malcolm Bad Milk con el que se había casado. Para Dulcinea, hacer el amor bajo las estrellas del océano Pacífico era sentirse como el valioso coral acariciado por las aguas. Calor y humedad en el alma. Frío y sequedad en el cerebro de una mujer hermosa. El temible jefe de los Killer Panthers de Liberty City, oteaba el horizonte con sus prismáticos dando un giro por toda la cubierta hasta que enfocó a la mujer más sensual del mundo: -Lo que faltaba... una mujer en mi barco... -dijo sonriendo. Dulcinea Huge Tits sabía, como don Quijote, que una cosa era el amor y otra bien distinta el deseo. Pero navegando encima de un molino de viento, totalmente desnuda, no existe mujer que pueda resistirse al impulso y a la excitación del hombre gigante y poderoso que la hace sentirse hembra.

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