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Abigail Mejía, y el juego terrible y eterno de la guerra

Abigail Mejía, y el juego terrible y eterno de la guerra

Por Ylonka Nacidit-Perdomo
lunes 24 de agosto de 2015, 19:45h
“Yo he visto la guerra, he presenciado toda la tristeza de la lucha, he contemplado el dolor de las heridas en las frías salas de hospitales y he visto los muertos en los campos de batalla…
Pero más que todo esto, me ha horrorizado la crueldad de la guerra despierta, cómo remueve el fango en nuestras almas; cómo nos habitúa con el sufrir ajeno, hasta casi la indiferencia… y sobre todo ¡cómo penetra el odio en los corazones!
Si, con la barbarie de la guerra surgen los atavismos bestiales borrados de nuestra selección.
¡Qué horror! Si dejáramos hablar a los corazones, no habría guerra, no habría enemigos”.
CARMEN DE BURGOS


Abigaíl Mejía Solière (1895-1941), una de las más notables intelectuales dominicanas del siglo XX, escritora, feminista, polígrafa y humanista, viaja junto a su madre Carlota Solière de Wint Vda. Mejía, y hermanos, a Barcelona en 1908. Su padre Juan Tomás Mejía Cotes, Ministro de Justicia, Fomento e Instrucción Pública del gobierno de Ulises Heureaux, opuesto a las enseñanzas hostosianas y uno de los intelectuales que iniciaron la polémica positivistas-católicos, había fallecido el 1º de octubre de 1906.

No obstante, Ana Emilia Abigaíl, realiza su Primera Comunión en la iglesia del Colegio de las Religiosas de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, el 15 de mayo de 1909, donde había ingresado en 1908. Fue alumna de María Montesorri, graduándose de Maestra en la Escuela Normal de Maestras de Barcelona.

Cuando estalla la Primera Guerra Mundial, provocada por el asesinato del archiduque austriaco Francisco Fernando de Habsburgo, y de su esposa morganática, la condesa Sofía Chatek, duquesa de Hohenberg, a manos de un estudiante nacionalista serbio, el 28 de junio de 1914, Abigail se encontraba residiendo en París, en la 20, Rue des Amandiers. Aprovechando la neutralidad de España se traslada a Barcelona en compañía de su madre y hermanos, donde inicia su labor docente en el Colegio Ibérico, dándole clase a párvulos, y se dedica al estudio de la fotografía artística, a las investigaciones sobre monumentos antiguos romanos, a hacer recorridos por ciudades y museos catalanes. En Dos Rius y San Felipe de Llobregat se encontraban, además, familiares suyos.

En la ciudad condal mediterránea, Abigaíl Mejía adquirió el tono académico de su producción ensayística, histórica y literaria, participando de los foros culturales donde se expresaban opiniones en torno a cuestiones de género y las viejas ideas sobre las diferencias y los criterios estereotipados sobre la capacidad propiamente intelectual de la mujer. Era la época de acercarse a la conciencia de que una no deber estar a “expensas” del otro sexo. Allí, muere su hermana menor Elena Elisa (n.1898), en noviembre de 1914, a causa de una epidemia, siendo sepultada en Monjuich.

Luego de que Alemania le declara la guerra a Francia, en agosto, y ocurriera la Primera Batalla del Marne, en septiembre, Abigail reflexiona: “Una tarde triste, siguiendo a un día de batalla. Es cerca de Lizy, en la llanura del Marne. Un campo aún más triste, porque está cubierto de cadáveres. Aquí agonizan unos hombres; otros duermen el sueño del cual no se despierta; más allá se ve un soldado sin brazos; por este otro lado una pierna sin poseedor... por todas partes horror y sangre y aquellos humanos causantes de todo eso, en tiempo de paz arrojan de su sociedad a los asesinos, y se creían manchados si su mano tocase la del verdugo...”. [1]

Mejía escribe en Barcelona un artículo titulado: “España, sí (carta a una francesita que me pidió mi opinión de los españoles en la guerra europea” [2] que, luego publicaría en su libro Por entre frivolidades, en el cual expresa su opinión sobre la neutralidad de España.

Al concluir la guerra, Abigaíl permanece en Barcelona, residiendo en la calle Lauria Número 36. Inicia sus colaboraciones en El Hogar y la Moda en 1914, El Cine en 1915 y en el periódico La Vanguardia, en 1921, con el artículo “El Caso de Santo Domingo” y “Más sobre el caso de Santo Domingo, Un pueblecillo que no se resigna”, siendo la primera intelectual dominicana de la cual se tienen noticias, que publica en la prensa extranjera opiniones sobre la guerra del 14, y contribuye a denunciar internacionalmente la intervención militar norteamericana a la República Dominicana en 1916, haciendo una defensa de la soberanía nacional, trascendiendo su rol de escritora las fronteras.

El 24 de enero de 1920 en una velada realizada en el Teatro Colón de Santiago de los Caballeros, Abigaíl Mejía pide el “fin del cautiverio” de la Patria. Y, en ocasión de la visita del poeta y autor dramático español Francisco Villaespesa (1879-1936), a raíz de la petición del senado español a favor nuestro, por la invasión norteamericana, Mejía pronuncia las palabras de bienvenida o Salutación a la manera de aquélla “ciudad alegre que vivía confiada sin pensar en el día de su asolamiento y ruina...” de que habló el profeta y a su patria aplicó el ilustre Benavente. Confiada y alegre, gozaba de su libertad y de su sol, sin ocurrírsele pensar que esto fuera solo patrimonio exclusive de las grandes naciones. Deslumbrada con los ardientes fulgores de su sol, que cada día aquí nace, lo mismo para los grandes que para los pequeños, creyó que la libertad era también así… Hasta que unos humanitarios Caballeros la sacaron de su error. Todo el mundo calló ante el atropello: era costumbre tradicional. Pero entonces una voz, una voz sola se oyó que clamaba en el desierto; la misma voz misericordiosa y suave que, tocada de quijotismo sublime, se alzaba siempre en demanda de !piedad para los prisioneros de guerra!, !piedad para las mujeres!, !piedad para los niños!, !piedad para los condenados a muerte!, en esa pasada guerra europea !La voz de España, de nuestra Madre España, siempre hidalga!”.

Cuando las tropas norteamericanas abandonan la República, luego de ejecutarse “El Plan Hughes-Peynado”, Abigaíl regresa a Barcelona [3], donde continúa su vida intelectual, siendo una de la más distinguida mujer de las letras latinoamericanas con residencia en esta ciudad literaria y artística, a donde concurre asiduamente a las librerías Pons y Castells, y a la Universidad, donde colabora en las jornadas americanistas que impulsara el rector doctor don Eusebio Díaz.

En España, Mejía publicó en El Día Gráfico de Barcelona sus crónicas de viajes por Madrid, Toledo y el Escorial. Tuvo amistad, así como intercambio epistolar con Concha Espina, a quien invitó a la República Dominicana. Compartió con Clara Campoamor, Leonor Serrano y Carmen de Burgos, llamada por Petronila Angélica Gómez pacifista, que “cae, en envuelta en gloria, esta formidable columna del feminismo, lanzando al viento, en sus últimas palabras la memorable expresión con que selló su obra de confraternidad humana: Muro feliz porque muero en España Republicana”. [4]

Abigail Mejía regresó a Santo Domingo en 1925. Fundó el Club Nosotras en 1927 junto a mujeres intelectuales, artistas y Maestras Normales, y la Acción Feminista Dominicana (AFD) en 1931, para impulsar una liga de mujeres votantes, que impulsara una reforma a la Constitución Política de la República, que proclamara la igualdad jurídica en derechos de la mujer y el hombre.

Sus grandes jornadas en las luchas por la emancipación y el reconocimiento de la ciudadanía de la mujer, han grabado su nombre en la eternidad y en el mármol imperecedero que sólo corresponde a los inmortales, como una de las más importantes pioneras del movimiento sufragista, a inicios de la década del 20, junto a Ercilia Pepín, Petronila Angélica Gómez y Delia Weber. Murió a destiempo, en la plenitud de su madurez intelectual. La muerte la salvó del desencanto total, de las ironías que trae la vida y de la traición de sus congéneres cuando se convierten en aves de rapiñas.

Su desgarrador pensamiento y su pesar sobre la guerra aun nos estremece, cuando escribe: “(...) en la guerra todo cambia; la matanza colectiva se prepara con orden, se dirige, se glorifica... y sin embargo, ¿acaso es menos grave que el crimen de un solo hombre, el asesinato de muchos por otros muchos? Las naciones han convenido en que sí... La muerte ha de dar vida a la victoria”. [5]

Leamos ahora su artículo “ESPAÑA, ¡SÍ! (Carta a una francesita patriota que me pidió la opinión de los españoles en la guerra europea)”:

Ma chére: Seguimos neutrales hasta ahora, pese a todo y quizá afortunadamente. Parece que Don Quijote está ya lúcido y se ha metido a persona formal: ya no embiste contra molinos de viento; ya no toma por ejércitos a lo que sólo son... rebaños de carneros, ni tampoco quiere ser redentor de galeotes forzados, temiendo encontrar luego, entre ellos, algún Ginés de Pasamonte.

Tú, que como la mayoría de tus compatriotas, no conoces de toda la literatura española más figuras ni más libros, que Cervantes y su«Quijote», sabrás cuan mal parado salía siempre de sus aventuras guerreras el pobre loco. Así es, que ha desistido de ellas. Y sin embargo, aquí inter-nos, te diré que con o sin razón, casi todas las simpatías de los españoles están a favor de vosotros los franceses;casi todos están

... pour les fils du Quatrevingstreize

dont la gloire est le seul tourment.

como decís en la «Marsellaise de l'Aviation».

Y te digo casi, así subrayado, porque un núcleo bastante de españoles (sin contar con los jaimistas germanófilos) piensa, sensatamente, con Dionisio Pérez, un desapasionado que dice fríamente, «no debemos ser partidarios de ninguna de las naciones beligerantes a las cuales debemos considerar tan extrañas a nuestra vida como hasta el presente les hemos sido nosotros a ellos». Dice también dicho señor, que Francia nunca ha tenido presente la hermandad de raza a ideas que sacan ahora a relucir los francófilos, y que para Francia «no hemos sido siempre nada más que un instrumento... » Pero esa es una opinión particular, de la que no hay que hacer caso...

¡Como me gustaría volver ahora a París para ver vuestras manifestaciones de entusiasmo... latino! Me hubiera agradado ver el hermoso espectáculo que daban los furibundos socialistas, fraternizando con los dignos militares que partían hacia el teatro de la guerra, y juntos cantando a voz en grito muy «armónicamente»:

C’est la tête a Guillaume,

C’est la tête qu’il nous faut!

«Es la cabeza de Guillermo, la cabeza que nos hace falta».

Permíteme que te advierta una cosa, ma vieille, y es que seguramente, en Berlín habrá idénticas manifestaciones «patrióticas» contra los franceses, a pesar de que a esos brutos no queréis concederles ningún sentimiento, ni el patriótico. Hasta a algún ocurrente germano se le habrá antojado pedir a gritos la venerable cabeza del bueno de Poincaré... No; pero, hablando en serio, te diré que acabaré por coincidir enteramente contigo y llamar bárbaros a los soldados del Kaiser, porque con su sistemática guerra a las catedrales y monumentos de arte, me van siendo ya antipáticos. Ayer fue Lovaina y su Universidad; hoy Reims, la magnífica catedral gótica; mañana quizá será Notre Dame, el divino templo cantado por la pagana pluma de Hugo el inmortal.

¡Si los alemanes entraran en París! ... No quiero pensar lo que ocurriría antes de eso, pues sin duda empezarán por bombardear la ciudad del arte y caerían mil maravillas. ¡Oh, eso sería muy triste, muy triste!... Considera cuan doloroso es pensar que cada soldado que muere significa el dolor inmenso de una mujer, su madre: pues bien, más tristes y dolorosos aún son los ataques y la destrucción de obras de arte. Una madre puede volver a tener hijos, aunque le quede siempre el recuerdo de aquel que murió; pero Reims, no volverá nunca a tener su catedral como antes (arreglándola o no), y si destruyen a París, la ciudad-luz, orgullo de Francia, ¡cuántos años no se necesitarían para formar otro París esplendoroso y artístico como el actual! Vale más que desaparezcan los ejércitos teutones, antes que permitirles que cometan esa herejía, esa profanación, ¡ese crimen! Y... leyendo lo anterior, te habrás pensado que puesto que sufría ataques de germanofobia, me los debía curar con algunas dosis de francofilia. Te engañas: a veces también me da rabia contra los franceses por la indiferencia, rayana en el desprecio, que sentís hacia todo lo relacionado con estos pobrecitosafricanos de allende el Pirineo. ¡Pobre España! Dentro de casa, todos los españoles hablan mal y se quejan de ella; fuera, en pasando las fronteras, ya nadie habla de ella, ni bien ni mal. Una gran hermandad nos une a Francia (dicen por aquí), hermandad nacida de la comunidad de ideas, de la raza y del idioma: pues bien, todo eso que solo tienen privilegio de verlo los ojos españoles para proceder, en consecuencia, a la importación de obras literarias (algunas solo de nombre), ideas y costumbres gálicas. Y en cambio en Francia, nadie se preocupa de nada de lo de por aquí; en vuestras escuelas y liceos, según pude observar durante mi permanencia en París, hay profesores de alemán, inglés e italiano, y en cuanto al español... pa el gato. Como nadie lo quiere aprender, no hay necesidad de profesor... Es lógico y natural. Conste que hablo de colegios particulares, porque en la Sorbonne hay un catedrático que enseña nuestra lengua a los estudiantes de bachillerato que la han escogido, teniendo obligación de saber dos idiomas extranjeros. Fuerza es confesar que son pocos los que la escogen para completar sus estudios, pues casi todos prefieren el inglés y el alemán como más útiles... Tienen razón...

Escudriñando en vuestras bibliotecas particulares, nunca hallé en ellas un libro de autor español, a no ser (y por casualidad) el«Quijote». La mayoría de vosotros no conoce el glorioso nombre del autor de «Gloria», el ilustre Don Benito Pérez Galdós, el más grande escritor de España en la época actual. (Ahora ya 1o sabes, n´est ce pas? pero como si nones, ¿eh?) Si no conocéis a los más grandes, menos conoceréis a los pequeños.

¿Ves como tengo razón al lanzar contra los francos un «yo acuso» que quiere ser terrible como el de Zola?

Ayer estaba curioseando una literatura general para uso de los niños franceses, y vi que al final se trataba, en varias páginas, de la literatura extranjera y querrás creer, es decir, bien cierto que 1o creerás, que se habla de Portugal, Alemania, Inglaterra e Italia, y no hay un mísero puesto para España? Citar a Camoens, Goethe, Schiller, Dante y no nombrar a Cervantes, que no les va en zaga para nada, es imperdonable. Víctor Hugo, Merimée y Dumas, han estudiado y amado las cosas de España, porque fueron espíritus privilegiados, porque fueron grandes y supieron admirar lo grande y lo bueno, sin distingos, allí donde lo encontraron.

Y... voy a terminar esta filípica. Después de ese ligero desahogo antifrancófilo, que lo mismo hubiera sido antigermánico si conociendo mejor la vida y milagros de Alemania, comprobara que nos tratan como vosotros nos tratáis, quiero acabar diciéndote que para mí, como para los españoles, la Madre España debe ser sobre todas las cosas, y pensar en ella primero, deben antes de mostrar sus simpatías hacia las naciones extranjeras. En ella, que tan falta está de amor, es en quien deben poner sus entusiasmos tantos ófilos de ocasión. Toute a toi.

[Barcelona, 1914]





Cortejo fúnebre del sepelio de Abigail Mejía. Santo Domingo, 1941


NOTAS

[1] Abigail Mejía, Por Entre Frivolidades, (Barcelona: Artes Gráficas de Hermenegildo Miralles, 1922): 184.

[2] Ibídem, 37-42.

[3] Obras publicadas por Abigail Mejía en España: Por Entre Frivolidades, (Barcelona: Artes Gráficas de Hermenegildo Miralles, 1922), Sueña Pilarín, novela (Barcelona: Altés, Editor, 1925), Brotes de la Raza, Infancia y juventud de personajes célebres. (Barcelona: Araluce, Editor, 1926); Historia de la Literatura Castellana. Estudio Crítico que comprende la Literatura Hispano-Americana y de un modo especial la Historia de la Literatura en Santo Domingo (Barcelona: Altés, Editor, 1929); Biografía del Padre Meriño (Estudio completo de su vida y de su obra. (Barcelona: Altés, Editor, 1934).

[4] Petronila Angélica Gómez “Vida y obra de Carmen de Burgos Seguí” en Fémina (Año XI, noviembre de 1932, No. 155):1.

[5] Abigail Mejía, Por Entre Frivolidades, 184.

Ylonka Nacidit-Perdomo (Santo Domingo, 1965). Investigadora Senior de Género. Su vocación de escritora la asume en sus años de bachillerato. En su familia son escritores su abuela paterna, Loli Moretta, que tuvo activismo político en el movimiento sufragista de vanguardia a principios del siglo XX, por la cual está emparentada con el bardo romántico Apolinar Perdomo. Es descendiente en línea directa del Diputado Constitucionalista de 1844 por Hincha José Mateo Perdomo, y del prócer restaurador Juan Sánchez Ramírez.

Hay tres hechos fundamentales en su vida: haber nacido en la antigua ciudad de Santo Domingo, en la calle Las Atarazanas número 9, haberse dedicado a la literatura y pertenecer a una generación que nace a mediados de la década del 60, época de la primavera de la libertad. Se da a conocer a través del recital “Al iniciar la primavera” en 1987, con el que se inaugura el “boom” en los años 80 de las mujeres poetas, época en que pertenece al Taller Literario “César Vallejo” de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), del cual llega a ser su Coordinadora. Su primer libro Contacto de una mirada (1989) aparece publicado con un prólogo-ensayo del escritor y político Tony Raful, el cual da origen al debate generacional contemporáneo en la República Dominicana.

Desde finales de la década del 90, guiada por Catherine Vanderplaats de Vallejo, de Concordia University, en Montreal, investiga la obra de autoras decimonónicas del siglo XIX, y del XX; contraponiendo al silencio impuesto y a la historia oficial, una mirada en contrapunto que quiebra y pone en conflicto -desde una enunciación de territorialidad biográfica- los estereotipos en torno al sujeto femenino, para crear desde el conocimiento una metáfora propositiva de la memoria colectiva que pertenece a todas las mujeres que “nacen” y se hacen, narrando desde el discurso de la diferencia su universo, su imaginario y su itinerario cotidiano.


Su bibliografía publicada comprende: Contacto de una mirada (poemas, 1989), Alfonsina Storni: a través de sus imágenes y metáforas(ensayo, 1992), Arrebatos (poemas, 1993), Luna Barroca (poemas, 1996), Papeles de la noche (poemas, 1998), Altagracia Saviñón o la discontinuidad del instante (ensayo, 1998), Sobreaviso, escritura de mujeres (ensayo, 1998), Octubre (poemas, 1998), Triángulo en trébol (poemas,1999), La Circularidad Enigmática de la Mirada / The Enigmatic Circularity of The Glance (edición bilingüe, traducción de Linda M. Rodríguez Gugliemoni, 2000), Triángulo en Trébol/ Triangle in trefoil Edición bilingüe, con un prólogo-estudio de la doctora Linda M. Rodríguez Guglielmoni; Hacia el Sur (Poemas, 2001), Contrapunto, desconcierto y territorios afectivos de mujeres (2001), Editora General del libro de ensayos Mujeres y Cambio desde la letra (2005) asociada a Janet N. Gold y Asunción Horno-Delgado,Contemplación (poemas, 2006) La sombra del Amor, (antología poética personal, 2006) con prólogo de Linda Rodríguez Guglielmoni,Dentro del Bosque (soliloquios, 2014). Actualmente es articulista del diario digital Acento.com.co


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