Se producen estos días los traspasos de poderes en los gobiernos autonómicos, tras haberse completado en los municipios. Sorprende que muy pocos hayan amenazado con ‘mirar bajo las alfombras’, teniendo en cuenta que son miles -¿diez mil, doce mil?- los despachos que cambian de inquilino: corporaciones municipales, consejeros autonómicos, asesores, jefes de gabinete, departamentos de comunicación, secretarías…Alguna vez escribí que prácticamente he tenido que tirar a la basura la vieja agenda forjada en viajes constantes por toda España: las mudanzas han sido muchas.
¿Habrá revisiones de cuentas, de presupuestos, de gastos, de ingresos, propiciadas por los que entran? Debo reconocer que me ha parecido un signo acaso de madurez, el que hasta ahora casi nadie haya levantado un dedo amenazante para la gestión del predecesor: o ha sido muy poco lo irregular encontrado o bien los ‘nuevos’ están a la espera de sentarse con calma y empezar a revisar cuentas.
Los traspasos de poderes son siempre difíciles, incluso cuando se producen entre personas del mismo partido. Han de basarse en la buena voluntad, en la generosidad y en el patriotismo: es necesario que todo siga funcionando con normalidad. Ahora han sido demasiados los ayuntamientos y las autonomías que han cambiado de rostros y de signo político como para poder hacer un seguimiento cercano y exhaustivo de cómo van las inspecciones de ordenadores y papeles. Pero yo diría que no tardaremos en ir conociendo algunas revelaciones, y eso también servirá como forma de lucha contra la corrupción: no puede darse ahora una ‘negligencia in vigilando’, y tal vez conozcamos algunos episodios poco edificantes propiciados por quienes hasta ahora tuvieron el poder y lo han perdido.
Lo único que espero es que las revisiones de cuentas no deriven en ajuste de cuentas, en ese deporte tan español de hacer leña del árbol caído. También sobre eso hay que evitar la desmesura, el abuso de poder y las ‘vendettas’.
Si (
No(
