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 Imagen del Cristo de la Expiración, El Cachorro, de la Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Expiración y Nuestra Madre y Señora del Patrocinio en su Dolor y Gloria el Viernes Santo en Sevilla.
Imagen del Cristo de la Expiración, El Cachorro, de la Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Expiración y Nuestra Madre y Señora del Patrocinio en su Dolor y Gloria el Viernes Santo en Sevilla.

La Semana Santa: El silencio de la Redención

Por Virginia Roca Pezzotti
domingo 05 de abril de 2015, 10:37h
Hoy es Domingo de Resurrección. La religión católica celebra dos Pascuas. La Pascua de Navidad que se celebra con alegría cada diciembre, porque marca el nacimiento de Cristo hecho hombre. La Pascua de Resurrección, es la celebración mayor de los católicos, celebrada en la primavera bajo el péndulo del calendario lunar, porque recuerda la Resurrección al tercer día de Jesús y marca la redención de los pecados para la humanidad y la promesa de vida eterna. El silencio que rodea solemnemente la memoria de la muerte de Cristo se quiebra con el repicar festivo de las campanas que anuncian un domingo de Gloria y Resurrección.
Santo Domingo .-  Los orígenes de las Cofradías del Silencio recorren varios siglos, remontándose hasta el siglo XIV. La antigüedad de la misma la hace una de las más reconocidas de España. Se pueden encontrar celebraciones similares en México y en otros países de Iberoamérica, fruto de la culturización  y evangelización a los pueblos originarios de América por España. 

El voto de silencio no es privativo de la Cofradía que lleva su nombre , sino de todos los pueblos que profesan la religión católica, y que guardan silencio reverente en duelo por la conmemoración de la Crucifixión del Cristo. A partir del Domingo de Ramos, donde se rememora la entrada triunfal de Jesús de Nazaret a Jerusalén, se abrevia el cerco de una conmemoración solemne de duelo universal al aproximarse los hechos que precipitaron la muerte de Jesús el Cristo. 

 La Cuaresma, son esos cuarenta días que representan un espacio-tiempo de purificación y preparación para recibir el cáliz de la redención, que ofrece a la humanidad el Hijo de Dios. La Cuaresma inicia el Miércoles de Ceniza, y el sacrificio del Cordero de Dios se consuma el Viernes Santo. Durante toda la Cuaresma y la Semana Santa, entre los sacrificios de abstinencias a los que los católicos profesantes se somenten  al ayuno, eliminando el consumo de carne los miércoles y los viernes. 

La religión católica celebra dos Pascuas. La Pascua de Navidad que se celebra con alegría cada diciembre, porque marca el nacimiento de Cristo hecho hombre. La Pascua de Resurrección, es la celebración mayor de los católicos, celebrada en la Primavera bajo el péndulo del calendario lunar, porque recuerda la Resurrección al tercer día de Jesús y marca la redención de los pecados para la humanidad y la promesa de vida eterna. El silencio que rodea solemnemente la memoria de la muerte de Cristo se quiebra con el repicar festivo de las campanas que anuncian un domingo de Gloria y Resurrección. 

En el devenir del tiempo y al instalarse entre nosotros el siglo XXI, se puede observar como el período de la Semana Mayor o Semana Santa, los días que con tanto sigilo se guardaban: jueves, viernes y sábado, hasta el repique de Gloria, en un ámbito de silencio, con el cierre de los comercios, el mandato tradicional de no hablar, no escuchar música, no bañarse, no hacer ningún quehacer laboral aun fuera este doméstico, todo ha ido poco a poco quedando en una nebulosa de olvido. 

Los comercios abren, las costas se atestan de personas que buscan el descanso y disfrutar en las playas del asueto en medio de música, el alcohol, y estrepitosas cherchas que ensordecen y alejan el silencio hacia otras fronteras. Al caminar el país, y adentrase en el interior, en los campos y pueblos, se podrá aun encontrar ese espacio-tiempo donde las manecillas del reloj parecen detenerse y el silencio envuelve el asfalto de las calles despojadas de tránsito y de fieles que están guarecidos en su interior escuchando el latido imperecedero de la misericordia que cada año desde hace ya mas de dos mil años repite la hazaña de traerle a sus corazones en silencio, la Redención.
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